Te busque en mi almohada día de por medio
Entre tus lentillas trate de adivinar tus deseos
Entre tus pupilas, ahora rojas con parpados hinchados, que de alguna forma se me hace de lo más encantador. Busco respuestas a lo que un día, a las cinco y media de la mañana lo llamaste: "Amor"
Tú y yo tenemos algo pendiente, solo que tú lo olvidas y yo simplemente no lo recuerdo, a pesar de tener una buena memoria sarcástica, si es verdad que hay muchas cosas que suelo pasar por alto.
Y no es para menos, no lo es. Ayer, por ejemplo, olvide tu nombre por la simple razón de que nunca lo menciono y apuesto mil lunas a que tú no recuerdas el mío.
A estas alturas del asunto el cual después de la quinta línea perdió sentido, no sé qué la felicidad o al menos no la he vivido tan cerca como para decir que es lo que me hace feliz realmente, aunque si tengo que decidir ahora mismo diría que lo que me haría feliz, día tras día sería una taza de café, un libro y tu "mundana" acostada al lado izquierdo de mi cama. Y si la epifanía no funciona y el placer que trataba de explicar no se entiende, entonces que se abran las piernas debajo de las sabanas, porque el fornicio en la mañana, nunca de mas ni le cae mal a nadie.
Querida mundana, no recuerdo tu nombre y no es porque no te quiera y eso tú lo sabes tan objetivamente como yo, solo que no quiero llamarte como lo hacen todos, quiero llamarte de tal forma de que solo tú puedas responder, de que solo tú "mundana" seas capas de erizarte de pie a cabeza esquivando tus cordilleras, que de esa parte me encargo yo y de otra manera.