Amor Dulce y Salvaje

DESPEDIDA

La despedida fue dificil, su madre lloraba y reclamaba, no deseaba ver partir a su hija mayor, Camila en silencio observaba como su hermana terminaba de subir sus últimas pertenencias al nuevo hi lux que había adquirido, hasta su nuevo vehículo indicaba que su decisión era rotunda. La despedida terminó con muchos abrazos y "en horas buenas", al final las mujeres intentaron entender la decisión de Alma y por el amor que le tenian, deseaban que fuera muy feliz.

Después de 5 horas de viaje, finalmente Alma se incorporó a la carretera que la conduciría a su pueblo natal, por su fosas nasales ingresó el olor a naturaleza y Alma no pudo más que sonreir. 25 minutos después estaba frente a la "Hacienda Guerrero", el cercado pintado de color blanco, los enormes arboles de la entrada  y la fascinabte casa antigua parecia recibirla con los brazos abiertos. Un jovencito de unos 15 años se acercó rápidamente a abirle el portón. -Hola Pedro, ¿como estás?-. El joven asintió cortésmente y saludo entre palabras en español y Qʼeqchiʼ,  que es la lengua nativa de este lado del país.  De pie en las gradas de la entrada de la casa se encontraba Juanita, la abuela de Pedro, que junto al resto de su familia, eran los colonos más antiguos de la "Hacienda Guerrero" desde la época de los abuelos paternos de Alma.  Juanita se encargaba de preparar la comida y supervisar el trabajo de las muchachas que hacían el aseo, Octavio el hijo de Juanita y sus otros dos nietos, Bernabé y Mario estaban a cargo de los animales, las vacas, cabras y caballos con los que se contaba en la finca, que finalmente la posesionaban como la hacienda más productiva y rica de los alrededores, además el vivero de orquideas que era el otro negocio más rentable de la familia Guerrero tenía a más de 50 empleados, familias enteras que vivian a los alrededores de la hacienda y que además del trabajo, recibian muchos beneficios de don Juan Guerrero y ahora de su hija y heredera  Alma Leticia Guerrero. 

Juanita recibió a Alma con un cariñoso abrazo, que Alma recibió con mucho afecto. La mujer vestida con traje típico, sandalias hechas de hule  y que hablaba un lenguaje propio entre español y Qʼeqchi, había ayudado a su madre a traer a este mundo a la hermosa Almita; por lo que la mujer le tenía un cariño muy especial, el cual era compensado por el gran afecto que también Alma le tenía a la dulce anciana y a  toda su familia. 

La casa estaba de fiesta, después del luto que había invadido el hogar por la muerte de don Juanito, como le llamaban los colonos, la llegada de su hija venía a darle un toque de alegría a todo el lugar. 

Los colonos e incluso los empleados de la familia Guerrero, se dedicaban además de los trabajos en la hacienda a cultivar su propio alimento, la tierra era fértil y todos vivian muy contentos con los frutos de sus tierras, sin embargo una preocupación aquejaba a los habitantes del lugar; una empresa americana estaba a punto de  contruir una planta generadora de energía eléctrica; era una hidroeléctrica que según los colonos iba a producir daños irreversibles en el medio ambiente, en las plantaciones y en la vida tranquila de que todos disfrutaban.  Don Juanito Guerrero, era un miembro activo del Comité Pro-campesinos y desde meses atrás habían iniciado su lucha para evitar la construcción de la hidroeléctrica, habían incluso logrado una entrevista con el Ministerio de Energía y Minas, pero a raíz de la muerte del señor Guerrero las negociones se habían detenido y todos los vecinos estaban muy preocupados; ahora con la venida de la señorita Guerrero las esperanzas habían renacido en los corazones de toda aquella humilde pero maravillosa gente.

Alma tenía 3 días de haber llegado a la hacienda y se había incorporado a todas las tareas del lugar, amaba levantarse al alba y disfrutar de un paseo mañanero en el caballo que era de su padre. Un día anterior había recibido la visita de 3 de los dirigentes del Comité, una reunión había sido planificada para el próximo día, no querían perder más tiempo y sentían el compromiso de hacer parte del proyecto a Alma. 

Alma sabía cuanto su padre había luchado por mantener la tranquilidad en ese lugar y sabía que no podría defraudarlo, por lo que estaba consciente de que la lucha de esos hombres y mujeres también era su propia lucha; por lo que estaba preparada para todo lo que pudiera acontecer y así continuar el legado de su padre.

 

 




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