Amor Dulce y Salvaje

VISITA AL ENFERMO

Felipe y sus otros compañeros acompañaron a la hermosa mujer que les guiaba por el interior de su casa; los primeros rayos del sol entraban por todos los rincones de la enorme casa antigua, de muebles antiguos fabricados de una madera exquisita, sillones, mesas y sillas antiguas colocadas cuidadosamente y muy bien cuidadas, ya que él tiempo no les había dañado sino todo lo contrario las hacía mucho más interesantes. Acompañaron a la bella morena por un enorme pasillo, en el cual ubicaron  hamacas colocadas sobre las vigas de la casa y contabilizaron por lo menos 7 habitaciones, finalmente llegaron a una enorme cocina, fabricada en su mayoría de barro, hornillas enormes y una chimenea, a un costado de la cocina estaba ubicado el comedor, de la misma fabricación que el resto de muebles que conformaban la casa. -Adelante señores-. Les mostró el comedor y llamó en idioma kekchi a la persona que le apoyaba en la cocina; quien rápidamente salió de ella con unos pozillos llenos de café humeante, unas tortillas recientes fabricadas y un queso fresco que parecía haber sido hecho recientemente. Ella sonrió. -Gracias Juanita-. La anciana indigena la observó con ojos de preocupación y le habló en kekchi, ofreciéndole un pozillo que seguramente había preparado de manera especial para ella. Alma por respeto a sus visitantes habló en español. -No  te preocupes nana, estoy bien, ya no tengo fiebre-. Pero la anciana insistió ahora con rostro duro. -Esta bien nana, lo tomaré, si eso te tranquiliza-. La anciana asintió complacida y se retiró. 

Alma se sentó y puso al corriente a Felipe y sus compañeros del estado de salud del enfermo y contó lo sucedido, omitiendo obviamente que el hombre había estado observándola desnuda y que ella, por su afán de darle una escarmiento, lo había intimidado con el arma, disparando y con ello provocado el horrible suceso. La historia a medias había sido aceptada por los hombres; luego comieron un poco más tranquilos; conversando con la mujer únicamente de lo que correspondía a la situación del enfermo; Felipe y sus amigos sabian que estaban frente a frente con la mayor opositora del proyecto para el cual habían sido contratados y sabían que una pequeña frase al respecto podría provocar un verdadero problema con aquella.

-Buen provecho señores- Dijo, ahora los conduciré a la habitación de su amigo; los dejaré a solas un rato; ya que debo atender unos asuntos. Ellos asintieron y la siguieron hasta el lugar que ella indicaba.

Se abrió la puerta de madera por sus 2 lados y entraron a una habitación con muebles del mismo estilo del resto de la casa, una cama de madera de tamaña matrimonial, unos cuadros de paisajes silvestres; una silla de montar colgada sobre la pared; unas cortinas típicas de colores vivos y una fotografía de un hombre y una niña sonrientes, montados sobre un enorme caballo negro.

-Señor; tiene visita- Dijo Alma, tocando despacio el brazo de Joseph; el hombre no reaccionó; ella insistió. -señor, acá se encuentran sus amigos que han venido a visitarle-. Esta vez si tuvo una respuesta, que fue casi un murmullo; abrió lentamente los ojos e identificó rápidamente al primero de ellos. -Felipe-. Dijo con voz suave. -Hola ingeniero...ehhhh.- Dijo el hombre, retractándose rápidamente. -Hola Joseph, ¿te encuentras mejor?-. Él hombre asintió, pero luego respondió. -Estoy bien pisado, como dijeran por aquí amigo... éstas abejas me han picado hasta hartarse...- Alma no pudo disimular su sonrisa ante las palabras del hombre, que obviamente estaba de malhumor debido a su estado o..... podría ser porqué el carácter del hombre era de un verdadero energúmeno.

-señor... le he contado a sus amigos lo sucedido y que pronto se recuperará para incorporarse a sus actividades y ....- Él la observó de manera interrogante. -¿Lo saben todo?- Dijo. Ella se sonrojó; situación que ellos no pudieron notar, porque se encontraban mirando fijamente al enfermo; Joseph si pudo verlo y sonrió descaradamente.  -Pues....le conté estrictamente lo sucedido con el accidente-. Dijo y se giró para buscar algo en las gabetas de un mueble del cual al final no sacó nada, pero le permitió esconder el sonrojo en su rostro. Joseph asintió. -Amigos, agradezco su visita, pero, necesito descansar, podremos seguir nuestra conversación mañana-. Y giró su rostro hacía el otro lado; ellos asintieron, se despidieron cortésmente y agradecieron a Alma por sus atenciones. Alma pensó que le hombre no parecía un simple trabajador, ya que se dirigia a ellos con respeto, pero a la vez con autoridad. 

Alma ofreció acompañar a los visitantes hasta la puerta, finalmente no los había dejado solos, por lo que pensaba aprovechar para ir su cuarto a descansar después de dejarlos en la entrada de la hacienda. 

-Señora- Dijo Joseph. Ella giró. -Creo que mis amigos ya conocen la puerta...quisiera aprovechar a conversar con usted-. Ella contestó. -Ahora no señor....Joseph...lo haremos luego- y caminó de nuevo detrás de los hombres. - No señora, no será luego, será ahora-.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.