Amor Dulce y Salvaje

COMPLICADO...

Alma se retiró a su habitación, con el sabor de aquel hombre aún en sus labios; estaba molesta, confusa y con un calor que llegaba hasta su frente. -Tienes fiebre, tienes fiebre- Repetía; quería pensar que esa sensación que estaba sintiendo era a causa de los efectos de las picaduras y no de las sensaciones que el hombre había despertado en su interior. 

-Que pretende ese desgraciado-. -¿que dices mi niña?-. Juanita se había aventurado a hablar español y esos eran momentos que Alma siempre le celebraba, repitiendole que era fabuloso que hablara dos idiomas. Sin embargo ahora, el gesto de Juanita había pasado desapercibido, Alma estaba en una completa ofuscación. -Estoy furiosa Juanita-. La mujer la miraba con sus dulces ojos rodeados de arrugas, que la hacían verse mucho más dulce de lo que ya era. -Que dices niña-. -Juanita, mañana quiero a ese hombre fuera de mi casa-. Ella no respondió, giró para tomar una toalla y proporcionarsela a Alma, ya que se dirigía a tomar un baño; sin embargo aprovechó para sonreir. Era una anciana muy inteligente y tenía claro lo que estaba sucediendo entre esos dos.

-Esta bien mi niña-. Alma se sorprendió ante la aceptación de su nana, ella era un alma caritativa, jamás hubiera permitido con tanta facilidad que se diera un situación así; tirar a la calle a una persona en el estado del gringo, no era algo aceptable para el dulce y  amoroso corazón de Juanita. Alma cayó, su enojo no disminuía a pesar de no haber tenido una respuesta negativa de su nana y que le permitía seguir insistiendo con el tema y sacando la cólera que la embargaba. 

Juanita sonrió de nuevo, su niña era muy inteligente, valiente y  suspicaz, pero en ese momento, se enfrentaba a algo desconocido y que era mucho más fuerte que ella....el amor.... estaba tan cerca, y aún no lo había notado.

Alma salió de la ducha, se puso una pijama y se aventuró a descansar unas horas, la noche anterior no había podido dormir lo suficiente y la fiebre ahora si estaba provocandole muchas incomodidades.

Juanita entró con un pocillo de té  para Alma, ella la aceptó con una sonrisa y la llevó a sus labios. -Duerme mi niña- cerró las cortinas y se alejó. Alma colocó el pocillo sobre su mesa de noche, colocó su cabeza en la almohada e intentó dormir, no sin antes, realizar un dibujo de sus labios con los dedos. -La madre contigo Alma!!!-. ¿estás loca?- Se auto-amonestó y cerró los ojos con fuerza. 

El sueño fue inquieto, unos hermosos ojos azules la observaban, luego unos labios calientes reclamaban su cuerpo y  le regalaban dulces veces por toda la piel, ella no miraba al hombre, pero lo sentía y eso era suficiente-. 

3 horas después estaba despierta y sintiéndose mucho mejor. Estaba animada y no comprendía las razones o simplemente no quería aceptarlas. 

Se levantó, se colocó su típica ropa de trabajo y salió de la hacienda, no pensaba visitar al enfermo, solamente esperaba que llegara el siguiente día para que se alejara de su hogar.  Durante el resto del día hizo visitas en las diferentes áreas de trabajo, se reunió con su administrador y visitó a su dulce Florecita. La niña estaba loca de felicidad, jugó con su amiga por un rato y luego se quedó dormida, era hora de la siesta. Alma conversó con su amiga que cada vez estaba mas gorda, el bebé había crecido mucho los últimos días y hacía que la mujer caminara cada vez con más dificultad; finalmente regresó a la hacienda, ya era hora de la cena.

-Patrona-, dijo una de las muchachas de aseo; -¿desea que le sirva la cena?- Ella se sorprendió al no ver a Juanita cerca, siempre era ella la que le servía la comida. La muchacha comprendió la sorpresa de Alma y añadió. -Patrona, la nana me pidió que le atendiera sus necesidades, el señor visitante se puso más enfermo y ella ha estado con él todo el día-. Alma estaba sorprendida, hasta horas de la mañana, el hombre estaba tan bien que hasta se había atrevido a besarla a la fuerza y ¿ahora se encontraba enfermo?; pensó que podría ser una artimaña del hombre para no irse de su casa a la mañana siguiente, por lo que, aunque tenía dudas, no pretendía entrar a la habitación a saber más de su estado de salud. 

Alma cenó y luego se alejó con una taza de café hacía la sala de la casa, se había llevado unos documentos de las últimas peticiones presentadas al Congreso de la República para la cancelación de la construcción de la hidroeléctrica; se acercaba la próxima reunión con los parlamentarios y tenía que estar preparada para enfrentar la situación. 

Finalmente Juanita salió de la habitación del gringo, parecía estar muy exhausta. Alma se moría por acercarse y preguntar por el hombre, pero simplemente se acercó a su nana y dijo: -nana, vé a descansar, estás exhausta, no tienes porqué estar tanto tiempo cuidando al hombre, envía a alguna de las muchachas-. La mujer la miró interrogante. -¿crees que podrián atenderlo como se debe?-. Alma se sorprendió ante la respuesta de su vieja nana, sentía que había mucho recelo en su respuesta y sabía que ante esa actitud no lograría que la mujer dejara en manos de otra persona al enfermo y Alma también tenía claro, que no deseaba que su querida nana se enfermara a causa del excesivo agotamiento. -Esta bien nana, yo te reemplazaré, siempre que tú vayas directamente a comer y luego a tu cama-. Su nana la observo y luego asintió. 

Alma giró los ojos, era una completa locura, ahora tendría que estar cerca del hombre de nuevo, que lejos de agradecerle su ayuda, la obliga a pedirle perdón, por una situación que él mismo había generado. 




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