La noche fue larga, la tormenta se volvía cada vez más intensa y el frio también aumentaba en cada momento. Joseph tuvo un poco de fiebre, aunque se había sentido mejor las últimas horas, el dolor de las picaduras no había desaparecido y la fiebre volvía en algunos momentos, aunque con menor intensidad. Joseph estaba muy interesado en lo que sucedía en el interior de la habitación, donde Alma aún acompañaba a la joven madre y no pretendía alejarse mucho tiempo de allí, y, porsupuesto si podía ayudar en algo, estaba dispuesto a brindar su ayuda. Regresó a su habitación, tomó analgésicos; revisó el armario y tomó ropa caliente, se abrigó y salió con la vela en la mano hacía la cocina; entró a la antigua cocina y observó a Juanita que se encontraba junto al fuego, con el niño envuelto en un chal, el niño lloraba y ella le hablaba cariñosamente para callarlo. La mirada la mujer reflejaba su cansancio y preocupación. Cuando ella observó a Joseph se puso de pie. -No se levante Juanita- Dijo aquel. Ella obedeció y regresó a su lugar lentamente; luego dijo: -Se le ofrece algo joven-.-No se preocupe, solo quería beber algo caliente y ....- -Yo le serviré una taza de café; acabo de preparar un pozillo para llevarle a la patrona-. Joseph sonrió en su interior.-Quédese cuidando del bebé, yo lo llevaré por usted-. La cara de ella era un verdadero mapa, sabía los problemas que aquellos dos habían tenido y le asombraba la idea de que ahora él quisiera ser gentil con Alma, sin embargo asintió. Joseph tomó el pozillo de barro lleno de café, se sirvió 2 tazas, las colocó en una bandeja y se alejó con rumbo al final del pasillo; se quedó de pie en la puerta observándo aquella escena; Dominga se encontraba recostada sobre la cama, con el rostro pálido; Alma sentada a su lado, con las manos cubríendo su rostro; Joseph se acercó lentamente; Alma no se preocupó por el recien llegado. -¿Como se encuentra la joven?- Dijo Joseph, Alma giró y él pudo observar su rostro cansado; ella se sobresaltó al comprender de quien se trataba e inmediatamente demostró en el rostro su descontento por la presencia de Joseph. -No vengo a incomodarte-Dijo inmediatamente -solamente...estoy interesado por la salud de la chica...y....creo que tú también necesitas beber algo-. Ella lo pensó por un momento y finalmente asintió bastante asombrada, tomó la taza que él le ofrecía -Tambien traje este chal para tí- Dijo, extendiéndole el chal típico que llevaba sobre sus hombros; -Gracias- Dijo Alma cada vez más confusa. Joseph sabía que ella necesitaba compañía, aunque no lo pidiera. Tomó una silla y se sentó a su lado. Alma se levantó para tomar un nuevo paño y colocarlo sobre la frente de la chica, sin embargo él se lo impidió. -Yo lo haré...- -Toma tú café-. Ella obedeció, tomó varios sorbos de café y observó a Joseph colocar el paño con agua fria en la cabeza de Dominga; quien se encontraba muy débil y con fiebre alta. -¿Estará bien?- Se aventuró a preguntar. -No lo sé, eso espero....- Dijo Alma, -las mujeres que le atendieron dicen que ha perdido mucha sangre y que tendremos que cuidarla y esperar; pero yo no esperaré- Dijo poniéndose de pie y acariciando el rostro de Dominga -sino está de regreso el médico por la mañana, iré por otro "donde sea" que encuentre uno y lo traeré para que la atienda-.
Joseph admiró de nuevo el cariño y el caracter resuelto de la morena, que intentaba esconder el agotamiento y la preocupación que la embargaba. -¿El bebé está bien?-Preguntó para entablar conversación. -Eso creo...sin embargo ha nacido de forma prematura-. Contestó Alma sin observar a los ojos a Joseph, ya que tenía su mirada fija en el contenido de la taza que tenía en las manos. -¿Sábes?, yo también nací prematuro- Dijo. Ella levantó la mirada y lo observó incrédula. -Ya sé que estás pensado- Dijo él. -¿Cómo es posible que este hombre grande, atractivo y fuerte haya nacido pequeño y antes de tiempo? Ella sonrió sin poder evitarlo y él la imitó, había logrado su cometido, sacarla de su abstracción...... sin embargo duró unos segundos, de nuevo en sus ojos se instaló la tristeza. -sábes gata...- -¿Gata?- Dijo poniéndose de pie. -No estoy de humor para....- -Espera, espera....no quiero discutir contigo; solo quiero ayudarte y acompañar a Dominga en su enfermedad-. La mirada de la chica se dulsifició un poco. -¿Tregua?- Dijo Joseph extendiendo la mano; ella lo dudo unos segundos y apretó la mano del hombre; inmediatamente el calor de aquella mano la inundó; el movimiento de Alma para alejarse tuvo que ser rápido para que él no detectará el temblor que la envolvió. -Tregua-Dijo ella.
-Entonces gata....perdón Alma, ¿díme en que puedo ayudarte?- y se sentó muy cerca de Alma. Ella reaccionó rápidamente y disimuló la confusión, poniendose de pie, tomándo el balde vacío. -Vé por agua fria- Dijo. -De inmediato patrona- Dijo aquel sonriendo y mostrándole sus hoyuelos; salió de toda prisa de la habitación dejando a Alma mucho más confusa que minutos antes.