Joseph y Alma fueron conducidos a la habitación; el joven que los acompañaba dejó sobre una pequeña mesa de noche que dividía las 2 camas que se encontraban en la habitación, una thermo con café y 2 tazas. -Cortesía del hotel- Dijo el joven. Ambos agradecieron al muchacho y le regalaron unas monedas como propina. Finalmente se quedaron solos. Alma se acercó a la mesa, ambos parecían perturbados, sin embargo eran realmente buenos para disimular. -¿te sirvo?- djo, señalando el thermo con café, Joseph asintió. -¿nunca había visto llover con tanta fuerza?- dijo Joseh para romper el hielo. -Es muy común por acá- contestó ella. Joseph tomó la taza de café de las manos de la chica y se acercó a la ventana, en donde podía ver la lucha de algunos vecinos para llegar a sus hogares a causa de la lluvia, que bajaba como un torrente por la avenida. -Cuentáme que sucede entre tu comunidad y la aldea vecina-, Alma lo observó un poco sorprendida. -¿porqué preguntas eso?- Joseph giró y estuvo de frente a ella, muy cerca.... -observé cuando llegaron hace unos días a tu hacienda y parecían molestos-. Alma le explicó a Joseph lo que llevaba más de 100 años siendo un verdadero conflicto entre ambas aldeas y aún no se había podido lograr una solución pacífica. -Continúo con la lucha de mi padre -¿sabes?- dijo, -hemos llegado hasta la vía legal, pero aún no hay respuesta-. El asintió. -Es un problema de la misma magnitud que la construcción de la hidroélectrica- dijo, con un tono de voz resentido. -La hidroeléctrica beneficiará a tu comunidad Alma, les proveeremos insumos, una carretera...- -Espera- Interrumpió Alma. -A un alto precio Joseph, tendrían que taladrar muchos árboles para la construcción de la dichosa hidroeléctrica, habrá mucha contaminación del agua, habrá mucho movimiento de transporte pesado, etc. etc... y ésto alejará buena parte de nuestra vida silvestre.- dijo, con las mejillas coloradas; el ambiente era cada vez más incómodo, -espera- dijo Joseph acercándose un poco más a ella, -no, es toda la verdad-, -jamás estaré de acuerdo con la construcción, lucharé con todas mis fuerzas para evitar que aprueben....- Joseph no pudo más y se avalanzó sobre Alma, observar a esa mujer con esa belleza tan única y defendiendo "a capa y espada" lo que consideraba correcto, había desatado instintos tan salvajes dentro de su ser; Alma intentó separarse, pero la fuerza de los labios del hombre y la sensación de placer que le producían, estaba acabando con las pocas fuerzas que aún la acompañaban, finalmente logró separarse con mucho esfuerzo. -Jamás te apoyaré con la construcción de tu dichoso proyecto-. Dijo, con mucha dificultad, ya que su oxigeno era escaso a causa de la fuerza de los besos que acababa de disfrutar. Joseph asintió, con los ojos puestos en los labios de ella; aquellos ojos azules que demostraban cuanto la deseaban; pero de nuevo ella tomó fuerzas de flaqueza. -Esto no cambiará nada Joseph-. El asintió de nuevo. -Cállate mujer- dijo, la aprisionó con sus labios y tomándola de la cintura la obligó a envolverlo con sus largas y sensuales piernas, -ronronéame gata- Dijo, con voz melosa. Ella lo miró un tanto resentida, pero los sensuales ojos del hombre y la necesidad de continuar con todo aquello que estaban viviendo, la obligaba a callar. Él sonrió, -me vuelves loco gata- dijo, besándole el cuello con verdadera pasión.
El servicio de luz se interrumpió, quedando con la única luz que producian los relampagos; la pasión se había desatado y las manos de ambos se movian...con un movimiento salvaje y erótico en el cuerpo del otro; el tiempo se había detenido para aquellos, finalmente agotados se quedaron dormidos sobre el piso de la habitación.
Alma despertó y observó al hombre recostado a su lado, con un brazo sobre su muslo. -Estás loca Alma- dijo muy bajito, pero luego sonrió. -pero es lo más fascinante que has vivido en tanto tiempo-; dijo, recostándose boca arriba y observándo el techo de madera; el servicio de energía eléctria no se había restablecido, pero la planta eléctrica había empezado a funcionar. -¿Que piensas gata?-. Alma dió un pequeño respingo, que provocó la sonrisa de Joseph. -No tienes miedo para luchar con campesinos enardecidos, para atacar a un hombre con un arma....- Alma se giró para tener completamente de frente a Joseph, quiso hablar, pero su mirada colérica demostró que no estaba disfrutando la broma. -No te enojes gata, solo bromeaba-. Ella lo golpeó levemente en el hombro. -Entonces deja de decir babosadas-. Dijo, haciendo el esfuerzo de ponerse de pie. -no- dijo de nuevo Joseph, logrando un segundo respingo de Alma. Ella lo golpeó, ahora más fuerte. -¿que te sucede?-, la atrajó hacía sí -que la noche es joven cariño-, dijo, continúando con aquello que ambos sabían que no había terminado, era apenas el principio.