Amor Dulce y Salvaje

DESPEDIDA

El día estaba nublado y sombrío tanto como el corazón de Alma, después de haber regresado de despedir a Joseph se había enfrascado en la lectura de los libros contables de la hacienda; necesitaba mantener su cabeza ocupada en algo que le hiciera desaparecer esa tristeza que la aquejaba. -Mi niña- dijo Juanita, al entrar con la bandeja del desayuno de Alma, habían transcurrido varias horas, pero Alma se había negado a desayunar en las 2 ocasiones en que Juanita la había visitado en su despacho. Alma no levantó el rostro, pensaba que si miraba a su dulce nana a los ojos se pondría a llorar, deseaba un abrazo de esa anciana mujer, pero sabía que Juanita también estaba muy triste aún por la muerte de Dominga y no quería aumentar su pena.  -Almita- dijo Juanita, -tienes visita- mostrándole una sonrisa en su arrogado y dulce rostro.  Alma levantó la mirada y observó como una de las muchachas de la casa entraba con Juanito en brazos y Florcita tomada de la mano. Alma sonrió, su nana era la mujer más sabia que había conocido, respetaba su derecho a callar su tristeza, pero no por eso inyectaría a su triste corazón un poco de alegría. Florcita tocó con sus manitas en  busca de Alma. Ella se acercó a su hermosa chica para que pudiera tocar su rostro. -Mamita- gritó la niña. -Hola mi pequeña y hermosa muñequita- dijo; logrando una fabulosa sonrisa de la niña. -Venimos a tomar atolito contigo- dijo Flor. -Que alegría- dijo Alma aplaúdiendo al mismo tiempo. 

La mesa se preparó, Alma y Florcita se sentaron a degustar los alimentos que su nana les había llevado, Juanito dormía placidamente sobre el cómodo sofa.  La mañana parecía que poco a poco encendía su luz y alejaba poco a poco la tristeza. 

Después del desayuno y de una conversación amena con Florcita sobre muñecas y canciones infantiles; los niños se fueron a tomar su siesta. Alma pensó que era el momento de buscar a Fermín para conversar sobre el trabajo de la hacienda. De repente el teléfono sonó y Alma se apresuró a contestar, era el teléfono de casa. -Gata- fue la primera palabra que escuchó y que instantáneamente provocó que la chica girara los ojos, al mismo tiempo que sonreía, su hombre era así....provocaba muchas sensaciones diferentes al mismo tiempo. -Gata- repitió. -Aquí estoy- contestó con gesto tosco. Te amo gata, ¿lo sabes verdad?- Era imposible enojarse con ese hombre, -ya extraño tu ronroneo en mi oido- dijo con voz seductora- Ella sonrió y cayó, estaba tan sonrojada, que a pesar de todos los momentos compartidos, sus palabras la excitaban y al mismo tiempo la sonrojaban como la primera vez que estuvieron juntos.

La conversación se volvió amena, Joseph esperaba la salida de su vuelo y aprovechaba conversar con Alma. -cariño, ¿he estado pensando lo que hablamos sobre los bebés? Alma se incorporó, ya que estaba recostada comodamente sobre el sofa. -Me refiero que la idea de tener muchos hijos es realmente agradable- Alma sonrió, su gringo estaba completamente loco, pero eso le encantaba!! -¿Tendrias la paciencia para cuidar de un grupo de enanos con ese tu carácter que siemrpe te mandas?- bromeó. -Estoy seguro que sí, siempre que lo hagamos juntos- dijo con voz soñadora. -Quiero continuar siendo feliz Alma, lo soy ahora, pero quiero que ambos seamos la pareja más feliz y dichosa del mundo; que no añoremos nada más que larga vida para disfrutar de nuestra felicidad y de nuestra familia-  Ella lo escuchó en silencio. -No me gustaría nada más en el mundo- dijo feliz. -Pues prepárate cariño, porque seré más que un semental, de esos tuyos de pura raza!!- Ella sonrió. -Amaré la maternidad, ambos la amaremos, estoy completamente segura que no habrán padres mas orgullosos y felices que nosotros dos, seremos unos excelentes padres, nuestros hijos estarán orgullosos de nosotros y del equipo que formamos- hablo más para sí que para Joseph. 

Joseph había alejado con esa conversación un poco de tristeza, durante el camino se había dedicado a pensar en su propuesta de matrimonio y en el lugar en el que deseaba proponérselo, parecía una locura, después de haber compartido con Alma tan poco tiempo, pero no dudaba ni un minuto que ella era la mujer con la que deseaba vivir el resto de su vida. 

-Te amo gata y quiero que nunca olvides que no hay otro lugar en este mundo en el que anhele estar que en tus brazos- dijo Joseph, - son tuyos...soy tuya, por siempre- puntualizó Alma.

 

 




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