Alma caminó lentamente hacia la cama del enfermo, Joseph palideció. -¿Que sucedió, estas bien?- dijo ella con tono nervioso, sus ojos llenos de lagrimas observaban fijamente el rostro de él. El silencio era tan hiriente y tan confuso que la madre de Joseph se alejó en silencio; cerrando lentamente la puerta para dejarlos solos.
-¿Qué haces aquí?- finalmente dijo él. Alma abrió los ojos como platos; no esperaba esa bienvenida, aunque sabía que las circunstancias tampoco ameritaban una bienvenida mejor. -¿Vine a verte, necesitaba saber que estabas bien?- dijo, un poco dolida por la forma indiferente en que él se había dirigido a ella. Él parecía muy confuso y ella quiso creer que era a causa del accidente.
-¿Dime, estás bien? insistió ella. -Si, lo estoy- contestó él. Ella lo observaba fijamente, intentando entender que sucedia. -¿Díme, que sucede?- dijo finalmente.
-No sucede nada, solamente no me siento bien, quisiera descansar- dijo cortante. -Comprendo- dijo ella ofendida-. -Iré en busca de un hotel, te dejaré descansar y luego regresaré-, ella se acercó a él y le besó la mejilla; él no contestó, continuaba observando fijamente hacía la ventana. Ella comenzó a caminar lentamente hacía la puerta, de repente giró y dijo. -¿sabes qué?, -puedo comprender que estás recuperándote del accidente y no te sientes bien, sin embargo, algo sucede, y creo que puedes explicarmelo-. Él sabía que ella no se quedaría callada, su gata estaba reteniendo su carácter, pero tarde o temprano lo iba a enfrentar. -Escucha Alma- dijo, tratando de sonar seguro y convincente. -Ahora que estoy aquí, creo que lo que sucedió en Guatemala, no debió pasar-. Alma sintió como un aire caliente golpeaba de repente su rostro. -¿que dices?- dijo subiendo un poco el tono de voz. -Alma, lo lamento, pero creo que lo que sucedió me hizo comprender mi error- dijo Joseph. Alma sintió como su cuerpo se estremecía. -¿error? repitió. -Escucháme Alma, lamento haberte mentido, creo que debo enmendar mi error-. Alma lo miraba con inexpresiva mirada. -Te escucho- dijo con la voz quebrada. Joseph pareció tragar saliva, sentía la garganta reseca, sentía que llegaría el momento en que no podría articular palabra. -Alma, mi nombre es Joseph Mackeiham- ella estaba completamente confusa. -El caballero que viste fuera de la habitación, es mi padre-. ella estaba cada vez más confusa y él lo comprendió. -Mi familia es el principal accionista de la empresa que está construyendo la generadora, no soy un ingeniero contratado para el proyecto, soy practicamente el hijo de uno de los dueños- Alma tuvo que detenerse de la mesa en la cual estaba servida la comida de Joseph, había perdido la fuerza, todo padecía borroso. Él comprendió lo que ella sufría e intentó ayudarle, sin embargo tuvo que tomar fuerzas de flaqueza y detenerse, tenía que hacer creíble toda la historia, tenía que descepcionarla a cualquier costa, aunque en el intento el dolor para él fuera tal que sentía que moría.
-Escucha Alma, necesitaba conseguir el proyecto para nuestra empresa y sabía que tú podías ayudar a lograr la aceptación de los campesinos- Alma quería detenerlo, cada palabra era como un fina daga traspasando su corazón. - La pasé bien contigo, eres una mujer hermosa- dijo pausadamente, pero ambos sabiamos que era algo que debía terminar, mi sitio está aquí, era cuestión de tiempo para volver- Ella lo observaba con el rostro pálido y sus ojos, aquellos ojos que lo habían visto de diferentes maneras: furiosa, curiosa, enamorada, apasionada... hoy la observaban herida, descepcionada. -Comprende Alma, es un negocio demasido lucrativo para nosotros, tenía que conseguirlo a toda costa-. Ella empezó a girar lentamente. El tuvo que tragar saliva de nuevo, ya no salian mas palabras de su boca; deseaba gritar, suplicar,.... - Fue mi culpa, fue mi culpa- dijo, más hablando para sí que para Joseph. - Tú no tienes la culpa- dijo, ganándose la sorpresa de él. Joseph esperaba que gritara, que lo insultara... sin embargo ella había tomado una actitud completamente diferente. -Solo espero que jamás vuelvas, no voy a culparte de ésto, solo hazme un favor- dijo mirándolo fijamente. -nunca más vuelvas- dijo y se fue a toda prisa.