El día de la llegada de Alma todos esperaban ansiosos noticias de Joseph, en tan poco tiempo se había ganado el afecto y admiración de todos en casa, sin embargo Alma no tenía fuerzas para dar ninguna explicación, por lo que aterrizando en el país se comunicó con Juanita. -Nana-, dijo, sentada en el pasillo del aeropuerto. -Mi niña- dijo con asombro Juanita. Su fuerte y valiente niña se escuchaba completamente derrumbada. -¿Estás bien? se aventuró a preguntar, sabiendo claramente la respuesta. -Nana, ya estoy de regreso y en un par de horas estaré en casa- .-Me alegro mi niña- dijo Juanita con el corazón afligido. -Quiero pedirte un favor, no quiero preguntas con respecto a ....Joseph. El no regresará y no quiero que se mencione nunca más en casa-. dijo, con voz firme, pero llena de tristeza. -No quiero preguntas nana- dijo. Juanita escuchaba silenciosa. -No quiero lastima de nadie, por lo que haremos como si nunca llegó a nuestras vidas-. -Mi niña, lo siento tanto- dijo su nana. -Debo dejarte nana, ya vino Fermin por mí, adios-. Juanita se sentó por un momento, con la respiración sofocante, una noche antes, había soñado puertas cerrarse, una detrás otra... detrás de Alma, que intentaba salir, pero que cada vez más se quedaba encerrada, Juanita intentaba ayudar, pero las puertas eran tan pesadas, que era imposible abrirlas. Ahora, comprendía la razón de su extraño sueño.
Una larga semana para Alma había transcurrido, en la hacienda nadie mencionaba al hombre que días atrás había caminado por esos campos, había ayudado en las labores del campo y que había ganado el corazón de la patrona hasta el punto de transformarla; sin embago esa mujer ahora parecía una mujer silenciosa y llena de una profunda tristeza; esa misma tristeza que quería esconder con mucha labor del campo, pero que al final de la noche no podía esconder más. Se le podía ver en el pórtico de la casa con un libro en mano, el cual era evidente que nunca leía. Regresaba tarde a la habitación, quería hacerlo realmente exhausta para no pensar más, pero principalmente para no añorar...esa habitación había sido testigo de muchos momentos, momentos que jamás podría sacar de su corazón y su cabeza, a pesar de sus constantes intentos por lograrlo.
Después de jugar con los niños un rato, los cuales le hacían desaparecer por breves momentos esos sentimientos que tanto le acongojaban con su alegría, mimos y muchos besos, Alma regresaba a su habitación, su asombro fue tal, cuando encontró una prueba de embarazo sobre su mesa de noche. Al girar hacía el fondo de la habitación, su sorpresa aumentó; Juanita se encontraba sentada en la silla merecedora esperando pacientemente; -¿que haces aquí nana?-, -¿porque lo preguntas mi niña?- dijo señalando con su mano la prueba de farmacia, colocada sobre la mesa. -No puedes posponerlo más, por eso me decidí a traerla-., -nana, no comprendo....yo no....-, - no quieres engañarme niña, pero principalmente no quieras engañarte a tí misma, ya no lo pospongas más-, dijo la nana decididamente; caminando lentamente hacía ella y colocándole su arrugada pero dulce mano sobre el hombro.
El corazón de Alma latía de prisa, sabía que su nana tenía toda la razón, la conocía demasiado y sabía que el retraso de su menstruación, la falta de apetito y sus nauseas matutinas no eran algo normal, no eran solamente por la tristeza que estaba afrontando. En silencio caminó hacía el sanitario, sabía que su nana tenía razón, era el momento de saber lo que estaba sucediendo con su cuerpo y si su futuro estaba a punto de cambiar completamente.