Amor eclipsado.

I parte.

Miraba a las personas caminar de un lado a otro, hablaban y se reían. Disfrutaban de  la vida que ella les había otorgado.

Se sentía orgullosa de su creación, la sensación de una llama compuesta de orgullo que calentaba su pecho era algo mágico. 

Todos sabían de su existencia, mas nadie la conocía. Eran conscientes que gracias a ella era que fueron creados y que debían respetarla.

 Cuando creó la Tierra, los animales y las plantas luego se percató de que no se sentía completa, de que algo aún faltaba allí. Fue así como se le ocurrió crear a los seres humanos. 

Tan semejantes y diferentes a la vez, algunos llenos de bondad y otros podridos por la maldad. Si bien, aquello no le agradaba del todo, sabía que era algo necesario para mantener un equilibrio allí; no podía crearlos a todos idénticos ya que aquello crearía un caos y fue por eso, que decidió conformarlos de esa forma.

Ella jamás se habría imaginado, que aquellos seres que había creado con tanta devoción y amor fueran a ir en contra de sus normas. Por allí, en la oscuridad que los rodeaba, dos personas se arriesgaban e incumplian las normativas pautadas para expresarse el uno al otro su amor.

Universo se encontraba observando jugar a unos niños cuando llegó a ella el llamado de un hombre que sonaba desesperado. Atentamente oyó lo que aquella creación le relataba a la nada, sin saber si en verdad estaba siendo escuchado por su creadora o no.

-Madre, me he enterado de algo imperdonable. Algo de lo que usted debe tener conocimiento - Aquel hombre, lo que no sabía, era que su acción egoísta no resultaría como él esperaba y que se vería condenado igual o peor que aquellas personas a las que estaba delatando - Dos personas están rompiendo sus reglas. Brena y Mael, están juntos y su amor debe ser castigado. Ellos pertenecen a diferentes sociedades, él es lo más bajo y asqueroso y ella, lo más brillante y perfecto ¡No pueden estar juntos, vaya y separelos!

Casey se sorprendió al oír un fuerte estruendo, aquello corto su imploración a su creadora. Una voz distante y furiosa se oyó en la habitación en la que él se encontraba. La Señora Universo había oído sus palabras, y no estaba nada contenta.

-¡Tu! Simple mortal, ¿Quien te crees para ordenarme algo a mi, yo, tu creadora? - Su cuerpo comenzó a tiritar de nervios, se arrepentía de haberle hablado de esa forma, pero ya era tarde. Lo único bueno, era que ella lo había oído y ahora Brena ya no estaría con ese hombre; por fin su amor hacia aquella muchacha seria correspondido al no estar aquella rata asquerosa entre medio de ellos - Iré a verificar aquello que me cuentas y si es así, aquellas personas recibirán su castigo. En cuanto a ti, ten por seguro que tarde o temprano tendrás el tuyo propio por tus acciones. El destino se encargará de ello.

Sin decir más, la presencia de ella se marchó de allí dejando a Casey solo en la habitación, temeroso de sus últimas palabras.

Lejos de la concurrida ciudad, en un prado se encontraban ambos amantes recostados en el césped. Platicaban sobre sus sueños y esperanzas sin saber, que esos instantes juntos serían los últimos que tendrían.

Una mujer imponente de cabello rizado y ojos dorados vestida con una túnica blanca  se apreció frente a ellos. Sorprendidos, se alzaron en sus piernas observando aquella figura.

-Mael y Brena, se puede saber ¿Porque osan desobedecer mis normas? - Ambos jóvenes, al comprender que se encontraban frente a la creadora de todo, realizaron una reverencia frente a ella y se tomaron de las manos cuidadosamente conscientes de que aquel encuentro no saldría bien.

Ella, una mujer de los sectores más altos de la sociedad y él, poseedor de nada, viviente del sector más bajo y pobre, juntos compartiendo un amor que estaba prohibido - ¡Esto que ustedes sienten, lo que profesan es una atrocidad ! Lo más desastroso que jamás me pude haber imaginado...

Ambos permanecieron en silencio, aterrados por la presencia del Universo frente a ellos. Mael consciente del nerviosismo de su amada, sin importarle los riesgos, la atrajo a su pecho resguardandola en sus brazos, dejando que ella descansara en el.

-¡Desagradecidos! Yo, que les di todo, ¡Se atreven a desobedecerme! - El enojo de ella no hacía más que crecer y fue así, rodeados de la oscuridad de la nada, como se le ocurrió el castigo perfecto para ellos - ¡Su vida! Me la deben a mi… y por eso…¡ Serán castigados! Porque nadie jamás, podrá pasar por encima mío sin obtener sus consecuencias.

-¡Oh no! Mi señora… Perdónenos la vida… -La imploración de Breana no pudo ser concluida, porque aquello solo hizo que el enojo de la mujer creciera muchísimo más y la llama que anteriormente estaba cargada de orgullo en su pecho, se llenó de furia y rencor.

-Tranquila, la muerte sería un castigo demasiado benevolente para ustedes… Es por eso, que serán condenados a toda una eternidad de vida, en donde podrán verse desde la distancia, anhelar profesar su incorrecto amor. Pero...jamás podrán volver a tocarse o pasar tiempo juntos. Ese será su castigo, el dolor de la distancia.

Luego de decir aquéllos Sra. Universo se marchó dejando a los enamorados aterrados.  

De sus cuerpos una luz incandescente comenzó a brotar y poco a poco el agarre que mantenían en el otro se fue disolviendo hasta que ambos desaparecieron completamente.

Al día siguiente, las personas salieron de sus casas y quedaron maravillados; en el cielo se alzaba una esfera de luz brillante a la cual llamaron el sol que por la noche se escondía por el horizonte dandole paso a lo que conocieron como la luna.

Sin saberlo, admiraban el sufrimiento y castigo de dos personas que se amaban y que jamás podrían volver a encontrarse.

 



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En el texto hay: amor, dolor, amo prohibido

Editado: 31.08.2020

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