Empezaré introduciéndote a mí antigua vida y antigua yo, contándote desde unos cuantos días antes de que casi muriera gracias a Él:
Estaba en el estacionamiento de la escuela esperando que mamá pasara por mí. Usualmente me lleva a casa Alli, mi mejor amiga, pero ese día tuvo que irse antes de que la escuela terminara porque su madre la llamó avisándole que había surgido un compromiso familiar. Así que se fue dejándome a mí sola y sin chofer.
Tuve que llamar a mamá pero como estaba en el trabajo no podía llegar en cuanto el timbre sonara -como a mí me habría gustado- así que tuve que esperar. Sin más remedio fui a un tipo jardín que se encuentra en medio del estacionamiento y sin querer fui testigo y espectadora -no por gusto- de algo así como una chafa película porno.
Era algo así como una costumbre de mi escuela, que a la hora de la salida todas las parejitas fueran a sus autos y se demostraran demasiado cariño convirtiendo el estacionamiento en un motel de paso. Me asqueaba ver que en lugar de besarse estuvieran a punto de tragarse unos a otros y se toquetearan por todos lados haciendo sonidos perturbadores.
Tal vez exageraba un poco. Bueno, lo acepto. Definitivamente exageraba demasiado, pero eso era lo que pensaba al respecto en ese momento. No tenía ni había tenido nunca un novio. No sabía nada sobre el noviazgo más que lo que veía en las películas, por lo que me la pasaba tratando de engañarme a mí misma haciendo que cada muestra de afecto entre un hombre y una mujer me pareciera inapropiado cuando realmente me moría de ganas por saber lo que se sentía.
Oí una bocina y me sobresalté; estaba tan concentrada convenciendo a mí subconsciente de que tener novio era algo estúpido y sucio, que ni siquiera me había dado cuenta de que finalmente había llegado mamá.
-¿Qué pasa? ¿Algo huele mal o por qué esa cara?- me preguntó con esa mirada de madre con sexto sentido.
-¿Eh?... Ah no, nada… si nada- balbuceé como tonta. No le iba a decir a mamá lo que estaba pensando.
-Okay... Haré como que escuché una respuesta convincente y no preguntaré más.
Sí, mamá era y sigue siendo cool, podría decir que más que yo. Siempre trataba de estar alegre y hacerme sentir mejor pero yo simplemente me la pasaba de mala cara y viendo el lado oscuro de mi vida, deprimiéndome todo el tiempo.
-Y bien… ¿Qué tal tu día corazón?- me preguntó con esfuerzo mientras me ayudaba a acomodarme en el asiento del copiloto.
Mal mamá, como todos los demás días. Mal.
-Bien supongo- mentí tomando mi mochila y cerrando la puerta.
Mis días nunca estaban bien, no desde mi perspectiva. Ya verás porqué.
-Genial. Mmm… antes de irme al trabajo esta mañana pasé al súper mercado a comprar unas verduras y estando ahí se me ocurrió que tal vez podríamos cenar un platillo especial- la inseguridad en su voz definitivamente no se debía a que estaba subiendo la silla de ruedas a la cajuela, era algo más y seguro era algo que no me gustaría.
Ay no.
-Vas a decir que es algo que me fascina ¿no?
-Diría que es algo que debería fascinarte- entonces lo supe.
Bacalao frito.
Y como dije, no me gustaba. Nunca he sido muy quisquillosa con la comida porque sé que hay muchas personas que no tienen nada para comer; pero hay algo en ese platillo en especial que me revuelve el estómago. A mamá le fascina, era el favorito de papá y dicen que lo prepara muy bien pero no he podido probarlo, nunca.
-Ay no. Preparaste tu especialidad, bacalao frito ¿cierto?
Me fue imposible no contestarle mal porque, uno: nunca estaba de buen humor al salir de la escuela; y dos: había pasado las últimas tres horas de clase sola sin alguien a quien hablarle.
-Ya- suspiró resignada –no sé porque lo sigo haciendo si la única que lo come en la casa soy yo. Tal vez el que haya sido el platillo favorito de tu padre me da esperanza de que algún día te pueda gustar- pude ver que algo se rompía dentro de ella-. Quedo algo de la sopa de ayer, creo que puedes comer eso.
-Ma…- intenté decirle algo pero me interrumpió antes de que siquiera pudiera pensarlo.
-Olvídalo- encendió la radio y dio por terminada la conversación hasta llegar a casa.
Perfecto Diann, le acabas de romper el corazón a la mujer que te llevó en su vientre durante nueve meses.
Odio herir los sentimientos de mamá y hacerla sentir mal, porque sé que todo lo que hace, lo hace con buena intención buscando nada más que mi bienestar. Hace seis años que vivimos solas, y que nuestra familia ya no es de tres como solía serlo, si no es de dos, no tenemos a nadie más; me refiero a alguien totalmente cercano, porque claro que tenemos más parientes y familia política, pero no nos frecuentamos mucho. Prácticamente solo somos ella y yo. Por eso es importante que nos llevemos bien, tenemos que apoyarnos y cuidarnos mutuamente, pero algunas veces simplemente no puedo controlar mis emociones y logra sacarme de mis casillas y no dudo que yo a ella también, pero casi nunca me lo demuestra.