ROTO
Después de marcharme de la fiesta de Isco no he vuelto a ver a María, ni si quiera he hablado con ella. La excusa de los entrenamientos y los partidos me han venido muy bien. Necesitaba estar solo y pensar en mí, en lo que siento. Así que me he refugiado en la familia y en el fútbol. Pero ya es hora de salir de mi madriguera y afrontar lo que siento. Es momento de dejar las cosas claras, decir lo que siento de una vez por todas, dejando atrás a ese Marco cobarde que no enfrentaba las cosas cuando venían.
Suspiro con fuerza y llamo al timbre del portal de su casa, cruzando los dedos para que me conteste, pero no lo hace. Así que doy por echo de que no está en casa, por lo que opto por esperarla sentado en el coche. En algún momento tendrá que venir a casa, ya que no suele quedarse en la calle hasta muy tarde.
Los nervios hacen estragos en mí, necesito moverme, hacer algo, lo que sea… Así que salgo del coche y comienzo a andar por los alrededores de su casa. Al fin la veo a lo lejos, pero no está sola, por lo que decido no acercarme aún y ver qué va a pasar.
Ojalá me hubiera ido en cuanto veo con mis ojos la escena que está sucediendo. Mi corazón se rompe por dentro, destrozándome por completo. Mis puños se cierran con fuerza e intento controlar mi ira, mis celos, mi dolor y mi sufrimiento al ver a la mujer que amo besar unos labios que no son los míos.
Aún sigo en el mismo sitio a pesar de que María se ha metido hace un rato en el portal de su casa. Pero no puedo moverme, esa imagen se sucede una y otra vez en mi cabeza. No puedo apartarlo de mi mente y no creo que pueda hacerlo en mucho tiempo. Solo tengo unas ganas inmensas de llorar, pero me contengo, tengo que hacerlo. No puedo llorar en la calle, aquí no.
—¿Marco? —me llama alguien en tono sorprendido y me giro hacia la voz, encontrándomelo parado junto a mí—. ¿Qué haces aquí? —me pregunta curioso.
—Ahora no, Saúl —respondo borde y enfadado a la vez, mientras abro la puerta de mi coche y me meto dentro, sin decirle una sola palabra.
Arranco el coche y salgo de allí lo más deprisa que puedo, dejando en la calle la imagen de esos labios que ya no besarán los míos y al susodicho que los besaron. Lo miro de reojo y sé que no entiende nada, no entiende qué me pasa, pero ahora mismo no me importa nada. Sé que si me hubiera quedado con él le habría partido la cara. Pero es mi amigo… Y lo mejor es que me aleje para calmarme. Él no tiene ni idea de nada.
Ahora mismo estoy roto por dentro, acabo de darme de bruces con la realidad, esa que ni me había imaginado que pudiera existir o se pudiera hacer realidad. No era lo que quería, lo que deseaba. Y ahora todo está perdido, todo. Acabo de darme cuenta de ello. La perdí en su momento y ahora… Ya no hay marcha atrás, ella ya me ha olvidado y jamás voy a poder volver a recuperarla. Me quedaré para siempre así, como su amigo, su mejor amigo. Porque, aunque mi corazón sienta otra cosa, ese corazón que desde que tiene memoria no ha dejado de latir fuerte por ella, tiene claro que nadie podrá ocupar ese hueco. Tiene dueña y es de ella. Pero sé que tengo que olvidarla, al menos intentarlo, y dejar que ella sea feliz.
Aún así no puedo evitar que las lágrimas surquen mi cara y que mi corazón me duela por la perdida. Este dolor me dice que no voy a poder hacerlo, no voy a ser capaz de olvidarla.
Aunque la verdad es que es difícil aceptar que tengo que resignarme a vivir con este sentimiento. Creo que nunca en mi corta vida había sentido un dolor tan grande como el que siento ahora mismo y es curioso, porque una vez llegué a decir que nunca permitiría que nadie iba a lastimarme de esta manera, no otra vez, no como la última vez que ella se alejó de mí. Pero echaste abajo todas mis defensas, aunque no es nada nuevo, tú siempre tienes ese efecto en mí aunque no te des cuenta, y ahora no sé si algún día podré volver a ser como antes. Antes de que todo esto comenzara, antes cuando simplemente éramos los mejores amigos, ajenos a estos sentimientos que nos provocamos el uno al otro. Aunque ahora yo sea el único que siente lo mismo. Supongo que, si llego a superar esto, no tendré la confianza de abrir mi corazón como lo hice contigo, porque solo hay un amor verdadero, sólo hay uno. Tú eras el mío y lo serás siempre.
Alguien me dijo que amar era algo maravilloso, pero en este momento, amor es un sentimiento que hubiera deseado no experimentar. Porque sé que cometí errores en el pasado, pero ahora estaba luchando por ti, lo hacía, pero se ve que eso no era suficiente para ti. Creía ciegamente en nosotros, en que existía un futuro, nuestro futuro, pero ahora me encuentro con que tengo que enfrentarme a mi propia soledad en un futuro en el que tú ya no estás junto a mí. Es tan complicado seguir aceptando que mi corazón late cada vez que te veo… y, sin embargo, debo de aparentar ser fuerte cuando estás cerca de mí y no veas que me muero por estar contigo.
No sé por cuánto tiempo voy a poder soportarlo. Desearía poder desaparecer completamente, que no tuvieras esa capacidad de interferir en mis pensamientos. Desearía que se acabaran las lágrimas, para ya no tener que malgastarlas por ti, pero aún así no dejo de llorar, porque eres tú, simplemente tú y sé que no puedo seguir, sé que no puedo.