sonido de la lluvia me obligaba a permanecer en la cama, hasta que recordé que debía ir al médico.
Me vestí, tomé la cartera y bajé con las llaves del carro. Me fui a mi cita con la doctora a las 10 am así que tenía unos minutos para llegar puntual.
Por el camino tuve una sensación que me llevó a creer que mi hermano podría estar pasando alguna dificultad.
Tomé mi celular y le, marqué a mi hermano. De pronto me contestó su novia Laura, lo cual me pareció raro y sospechoso, porque normalmente mi hermano siempre me contestaba las llamadas.
Recordé que me había despertado preocupada, angustiosa, creyendo que algo le había sucedido.
Necesitaba saber que estaba bien.
Llamada.
— ¡Hay, Hola! Del otro lado de la línea escuché la voz de Laura.
Me sentí un poco asustada y en mi mente sucedieron ciertas escenas de lo que pudo haber ocurrido para que mi hermano no atendiera el teléfono.
— ¡Hola, Andrea! ¿Cómo estás? —saludo con alegría —. Me alegra saber de ti. ¡Puedo ayudarte en algo! —su voz sonó más amable.
— Bien, gracias por preguntar. ¿Qué tal tú? ¿Has estado bien? ¿Dónde está Esteban? Me lancé rápidamente la pregunta sin darle tiempo de contestarlas.
— Por supuesto, estoy bien. Esteban está en el médico, fue a hacerse algunos exámenes, respondió Laura.
—¿Exámenes? ¿Está enfermo? ¿Qué le pasa? Dime la verdad, estoy ansiosa, no sé lo que estoy teniendo. ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No sé! ¿Le dije?
— Oye tranquila, él va a estudiar en el ejército y le pidieron unos exámenes. ¿Sabes la rutina de todas las universidades militares?
Dijo Laura.
—¿En qué hospital está? ¿Sabes dónde se están realizando los estudios?
— Fui a la misma clínica donde tú tienes tus citas con la doctora Arantza.
—¡Qué bien!, de hecho estoy en camino para allá. Te llamaré después.
Dije con prisa y colgué de inmediato.
Después de guardar el teléfono, me quedé analizando la posibilidad de que mi hermano quisiera estudiar una carrera militar. Me parecía un poco difícil de creer.
Recordé una conversación que tuve hace poco, sentada junto a él, me comentaba que no sabía exactamente lo que deseaba estudiar. El solo imaginar que estaría encerrado en una base militar no le era de su agrado.
Así que por un momento creí que Laura estaba siendo deshonesta conmigo y no quería preocuparme diciéndome que era lo que pasaba exactamente con mi hermano. Decidí averiguarlo por mí misma; mi doctora tendría la respuesta.
Al yo ser familiar directa de él, mi doctora no podría negarse a darme sus resultados. Perdí la noción del tiempo sumergida en mis pensamientos en todas las posibilidades que podrían estar pasando en la vida de mi hermano.
Pronto me vi en la entrada del hospital y al ingresar, inmediatamente le pregunté a la recepcionista por el paciente Esteban Martínez. Ella, un poco desconfiada, me preguntó cuál era mi parentesco con él.
— Mi nombre es Andrea Martínez, soy su hermana, quiero saber si vino a este hospital. —Le respondí un poco irritada, aun sabiendo que ese era el trabajo que ya debería de hacer, para garantizar la seguridad del paciente.
— Su hermano vino temprano para hacerse unos exámenes. —La enfermera, a pesar de mi tono, me contestó de manera paciente y amable.
—¿Me podría indicar cuáles son los exámenes que se realizaron? —hice sonar mi voz un poco más calmada.
— No, no tengo la respuesta, pero si gusta, puede pasar con su doctora para que ella le pueda explicar. Solo los médicos pueden tener esa información. —respondió mirándome atentamente.
— Me parece bien, ya que tengo cita con ella. Gracias y disculpa la imprudencia, es solo que estoy preocupada por mi hermano. —Le dije algo ansiosa.
Ella me anotó en el sistema y le anunció mi llegada a la doctora
(Unos minutos después)
—Puedes pasar, la doctora te está esperando - dijo sin demorar.
Seguí hasta su consultorio.
La doctora Arazá me recibe amablemente como es costumbre.
—¿Conoces a Esteban Martínez? —Me pregunto en cuánto me vio—. La enfermera lo ha mencionado.
—Sí, lo conozco, es mi hermano. ¿Le pasó algo? —pregunté, sintiendo un vuelco en el estómago.
—Hoy él vino para hacerse unos exámenes de rutina.
—La novia de mi hermano me contó, que iba a hacerse unos exámenes, para la universidad.
—Sí, así parece, aquí le traigo los resultados y salió bien, no tiene nada grave, todo está en orden.
—¡Bien! —soltó un suspiro de alivio—, ba asustada. ¿Y yo? ¿Cómo salí en los exámenes que me hicieron ayer?—pregunté con una sonrisa.
—Tengo buenas noticias para ti —respondió con una sonrisa y con los resultados en la mano.
—¿Qué? ¿Buenas noticias? Pregunté prendida
—Le tuvimos que hacer, aparte de sus exámenes de rutina, una prueba de embarazo. Respondió cortésmente.
Me quedé en silencio, estaba preocupada y nerviosa, no sabía por qué hicieron eso sin mi consentimiento, pero seguramente ellos sabían lo que hacían.
»El resultado de la prueba es positivo, usted está embarazada, muchas felicidades —ella continuó hablando con una sonrisa dulce
¡No puede ser! ¿Cómo me puede decir eso?
¡Ahora que estoy estudiando! ¿Qué voy a hacer? Dije llorando.
Miles de pensamientos me inundaban la mente
¡Gracias! Le dije, no muy alegre, y me levanté de mi silla.
Salí del consultorio y fui a caminar un poco, mientras asimilaba la noticia que me dijo la doctora. No podía creer que fuera a hacer mamá, aún no estaba preparada para serlo.
Miles de cosas más pasaron por mi cabeza, pensé en abortar, pero no tenía el corazón, para hacer caso a esa idea. También pensé en darlo en adopción, pero tendría que esperar a que mi hijo naciera.
Me vino a la mente que no me dejaría mi conciencia, es mi hijo y no podía hacerle caso.