Capítulo 17
Pov Alonso
Sonrió como un tonto al recordar que Sofía acepto salir a una cena conmigo, al parecer llego a odiar tanto que le enviara los tulipanes que acepto ir a una cena conmigo solo para librarse de ellos. Me siento feliz y sé que no debería alegrar porque ella me dejo en claro que no la malinterpretara que solo acepto cenar conmigo por los tulipanes.
—Puedes dejar de reír como un tonto…
Sacudo la cabeza al escuchar la voz de Jack en la oficina que me obliga a verlo. —¿A que debo tu visita buen amigo?
—Pues viniendo a invitarte a una fiesta en el club para este viernes porque no se en que andas metido todos los fines de semana que terminas rechazando nuestras invitaciones y ya llevamos tiempo sin frecuentar esos sitios, para ser exacto no lo frecuentamos desde que se fue Diego.
—No creo que pueda, tengo una cena este viernes y no pienso cancelarlo por nada.
—¿No me digas que es con tu secretaria?
—Solo sonreí y moví la cabeza.
—Así que por fin cumplirás la apuesta con la loca —dice mientras sonríe y no me gusta para nada que habla acerca de esa apuesta porque Sofía para mí no es solo la apuesta, es la mujer que quiero para mi vida.
—No la llames así… Y si saldré con ella, pero no para lo que tú crees. Ya que estamos hablando de la apuesta declino el reto y puedo aceptar cualquier cosa que me propongas, no quiero a Sofía como un juego —sentencio.
—No lo puedo creer, el gran Alonso Corona renunciando a un reto por no poder cumplirlo. Ni en mi mejor sueño podría creerlo, en serio eres tu amigo —dice acercándose hacia mí.
—Ya deja de tu drama. No realizare el reto, así que quedo a disposición de cualquier otra cosa que me impongan —dije con seguridad. Sofía no era un juego o una apuesta para mí, ella se había convertido en lo más bello que podría pasar en mi vida. La convivencia con ella y el pequeño se había convertido como parte de mi rutina los fines de semana, el cual esperaba con ansias para poder convivir con ellos.
Escucho golpes fuertes sobre mi escritorio que me sacan de mi momento anhelado. —Estás grave tío, no puedo creer que te hayas enamorado de la mujer de Álvaro.
—Ya no es mujer de ese tipo —corrijo.
—Ok, no dije nada. Hablaré con los chicos para ver como quedamos. Bueno mi buen amigo te dejo seguir trabajando —dice mientras se despide de un apretón de manos.
En ese momento llamo a Daniel para darle indicaciones de lo que debe de hacer para la cena que quiero compartir con Sofía, la quiero para mí y no me rendiré hasta que ella corresponda a mis sentimientos.
***
Los días pasaban tan lentos, ya moría por salir a cenar con Sofía y pasar un agradable momento en alta mar. Había pedido a Daniel que arreglara el yate de mis padres para ir a cenar en medio mar a solas con Sofía, quería sorprenderla.
Vi una vez más mi reflejo en el espejo y me sentía que estaba lo suficiente guapo para sorprenderla, me monté en mi auto y conduje hasta el departamento que compartía con su amiga Cielo, debía de pasar por ella a las siete de la noche e irnos a cenar. Una vez estacionado abajo saque el teléfono y la llame diciéndole que había llegado, a los minutos la veo aparecer con un vestido blanco con estampado de flores, se ve hermosa… «todo ella es hermosa» digo para mis adentros y trago saliva.
—Buenas noche Alonso.
—Buenas noches Sofía —saludo bajando del auto y le abro la puerta.
—Que caballeroso —se burla.
—Siempre —respondo con galantería, no me aguanto las ganas y deposito un beso en su mejilla.
—Recuerda que es solo una cena… —advierte.
—Lo sé, solo te salude con un beso en la mejilla —levanto mis manos como símbolo de paz.
—No puedo contigo —dice sonriente y eso es combustible para mi tonto corazón, que acelera sus motores y lo hace vibrar tan fuerte que puedo escuchar como late de fuerte mi corazón. Sofía me hace sentir cosas que jamás había sentido desde el engaño de Jacqueline, desde aquel engaño me había cerrado para el amor hasta que conocí a la ojiverde.
—Nos vamos…
Sacudo la cabeza y sonrió apenado al darme cuenta que me había perdido en mis propios pensamientos. Pongo en marcha el convertible y nos dirigimos al puerto donde está el yate. La observo de reojo como cierra los ojos y deja que el aire frio golpee su hermoso rostro.
—Sabes hace muchísimo tiempo no pasaba por la costa verde, es tan refrescante sentir el aire frio golpear mi rosto.
—Me alegra saber que la atine al venir por acá —digo con orgullo.
—No es para tanto.
Minutos después llegamos al puerto y Sofía me ve confundida. —¿Qué hacemos en el puerto?
—Pues vinimos para cenar —digo encogiéndome de hombros, bajo, rodeo el auto y la ayudo a salir del auto, me atrevo a tomarla de la mano y agradezco internamente que no rechace mi contacto. Camino hacia hacía el muelle y a lo lejos visualizo el yate de mi padre.
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Editado: 06.05.2022