Dudas.
Andrés
Edith acaba de entrar al salón y por el tono en el que habló sé que está muy enojada.
Al escuchar la voz de mi novia, Amelie me suelta y toma distancia.
Giro sobre mis pues y ahí la veo.
Edith tiene el ceño fruncido y está roja de ira, me mira a los ojos y puedo sentir su enojo, luego posa su mirada en Amelie a quien fulmina con la mirada pero ella se la sostiene.
–Ahora si estamos jodidos. –admite mi conciencia.
Y tiene razón.
A pesar de que no hemos hecho nada malo, Edith es muy celosa y sé que lo mal interpretará, así es ella.
–Amor puedo explicart… –no logro terminar debido a su interrupción.
–EXPLICAR Y UNA MIERDA, VÍ TODO LO QUE DEBÍA VER Y CON ESO ME BASTA, ERES UN DESGRACIADO.
–A ver Edith, ¿Qué viste? ¿Un simple y patético abrazo? ¿Enserio por eso te pones así? Ni siquiera sabes por qué me abrazo y yo ni siquiera le correspondí al abrazo, ella no es nadie ¿ok? NADIE. – recalco la palabra– aun así, sin saber nada, estás aquí vuelta una ira, cálmate y hablemos.
Al decir esto, Amelie me mira con cierta tristeza, mis palabras le hirieron, pero era eso o perder a mi novia.
Suena el timbre y Edith nos vuelve a dedicar una mirada matadora a ambos, se da la vuelta y se pone en marcha.
No dudo en ir tras ella.
La llamo y ella sigue caminando mientras hace caso omiso a mi llamado, me dispongo a correr hasta que llego a su lado y la tomo del brazo, a lo cual ella se gira y quedamos frente a frente.
–Edith tenemos que hablar.
Ella niega con la cabeza e intenta librarse de mi agarre.
–He dicho que debemos hablar, eso que viste tiene una explicación.
–¿Me vas a explicar desde cuándo y cómo me pones el cuerno con ella? ¿De verdad Andrés?
Ruedo los ojos y niego repetidas veces con la cabeza.
–¿De dónde sacas que te pongo los cuernos y con ella? ¿De verdad crees eso? Estás mal. Edith sabes bien que eres la única chica que me interesa, nadie más, sólo a ti te quiero, te amo. Ya deja de hacerte ideas erróneas y créeme.
Ella parece relajarse un poco al escucharme, pero aún en sus ojos puedo ver que la ira continúa presente.
–¿Cómo quieres que esté? Si veo que mi novio, trae a una chica en su auto el primer día de clases, luego la defiende como si su vida dependiera de ello y como si fuera poco lo encuentro abrazado a ella. Dime Andrés Díaz, ¿Cómo quieres que esté?
Sonrío, verla así de enfadada y llena de celos me causa gracia.
–Amor, lo del primer día de clases ya te lo expliqué. La defendí porque no me pareció justo que le dijeras cosas innecesarias y los del abrazo –pienso por unos segundos lo que diré, no puede saber que en la tarde estuve con ella en el parque, empeoraría las cosas– pues encontré una pulsera tirada en el pasillo, pregunté a quién pertenecía y me dijeron que se la habían visto a ella, por lo que fui y se la devolví; al parecer la pulsera era especial para ella y creía haberla perdido, se emocionó por recuperarla y me abrazó, gesto al que no correspondí.
Ella me mira unos instantes, como analizando todo lo que acabo de decir, hasta que al final asiente con la cabeza.
–Ok te creo. –sonrío y cuando intento cortar la distancia que nos separa, me detiene– peeerooo, no quiero verte cerca de ella, ¿Está bien?
–Está bien.
Entonces termino con la distancia y la beso, pongo mi mano en su nuca atrayéndola más a mí, es un beso feroz, la sigo besando hasta que nos hace falta la respiración y es entonces cuando nos separamos y unimos nuestras frentes.
–Te amo, ¿sabes? –le hago saber.
–Lo sé y te quiero. –responde.
"Te quiero", la palabra resuena en mi cabeza. Tenemos siete meses de relación y Edith nunca, me ha dicho que me ama.
¿Sólo me quiere? Esto siempre me perturba. A veces solo quiero pensar que solo se le hace difícil decir que me ama y es todo.
–Debo irme, te veo luego. –me dice mi novia, sacándome de mis pensamientos.
–Nos vemos. –le digo mientras le doy un corto beso en la frente.
Las horas pasan en clases aburridas, ahora estoy en la clase de biología, el profesor solo habla y habla mientras escribe en el pizarrón.
Me pregunto cómo estará Amelie, cuando hablé sobre el abrazo, ella pareció un tanto herida por mis palabras.
Sé que estuvo mal hablar así, pero no tenía elección y lo peor es que ni siquiera puedo pedir disculpas, no puedo acercarme a ella, eso me traería problemas.
Y tampoco puedo evitar sentirme mal por ello.
Amelie
¡No perdí mi pulsera, no la perdí! Estoy tan feliz que podría ponerme a saltar, pero en lugar de eso abrazo a Andrés por inercia.
–Gracias. –digo una vez más.
–No es nada.
Alguien entra al salón.
–¡ANDRÉS! –escucho la voz de una muy enojada novia loca.
Edith.
Suelto al chico y me alejo de él.
Luego de mirar a su novia, posa su mirada en mí y me fulmina con ella.
Automáticamente elevo mi mentón y le sostengo la mirada de forma altiva.
No me gusta estar metida en problemas y creo que ya estoy en uno.
–Eres uno. –me corrige mi conciencia– y cuando rompa tus huesos dejarás de serlo.
–¿Por qué mejor no te callas? –le respondo.
–Yo solo te estoy concientizando, pero si así lo quieres, me callo, adiós bella.
–Gracias.
Hay no puede ser, ahora hablo con mi conciencia, ya estoy loca.
Salgo de mi lapso de estupidez cuando escucho la voz de Andrés.
–Amor puedo explicart… –Edith no lo deja terminar.
–EXPLICAR Y UNA MIERDA, VÍ TODO LO QUE DEBÍA VER Y CON ESO ME BASTA, ERES UN DESGRACIADO. –le grita Edith.