Amor salado

Capítulo 7

Una tranquila parada en Starbucks.

 

Andrés.

 

Estos últimos días me la he pasado solo a pesar de tener una novia, se supone que debería pasar tiempo con ella, eso es lo que hacen los novios.

Pero no en nuestro caso.

La señorita que tengo con la etiqueta de ´´novia´´, vive ocupada o al menos eso es lo que me dice.

Cada que quiero salir con Edith, me dice que debe ayudar a sus padres en el negocio, que debe asistir a uno de sus cursos, que tiene mucha tarea o simplemente que ya tiene planes.

Me frustra un poco la situación.

La veo solo en el colegio por algunos minutos y nisiquiera hablamos mucho, siempre que llego a su lado está Abraham, se han vuelto inseparables, aún más de lo que ya eran.

La veo unos minutos antes de empezar las clases, otros pocos minutos en el recreo y en la salida se acerca a mí solo si Amelie está cerca –y aún no logro entender que tiene en contra de ella– y cuando me ofrezco a llevarla a casa, me dice que su padre pasará por ella.

Hace tanto que no la beso –suena raro pero es así– la última vez que intenté besarla apartó su cara y mi beso quedó en su mejilla, la acción me dejó desconcertado y herido.

Desde entonces no he vuelto a intentar besarla, no entiendo que le sucede pero está tan cambiada.

Veo a David al final del pasillo y apresuro el paso para llegar a él antes de que se marche.

Él es lo más parecido que tengo a un amigo.

–Hey broh. –saludo al llegar a su lado.

–¿Cómo vas broh? –me pregunta.

–Todo bien y ¿tú?

–Todo excelente.

Pasamos un tiempo hablando sobre temas triviales, hasta que habla sobre algo que me interesa.

–¿Has oído del curso de dibujo y pintura?

Niego.

–Yo me apuntaré y tú deberías hacer lo mismo.

¿Dibujo a dicho? Me gusta realmente, soy bueno.

Pero lo de pintar me aburre.

Soy de los que dibuja solo con carboncillo y nada más, nada de color.

Sólo David sabe que dibujo como pasatiempo.

–No lo creo amigo, sabes que no quiero dar a conocer esa faceta ante los demás.

Es algo así como mi oscuro secreto, ok no.

No quiero dar a conocer eso, por el mero hecho de que lo considero algo personal, hago que hago para relajarme.

–Oh vamos Andrés, piénsalo un poco, eres muy talentoso.

Suena el timbre anunciando el inicio de la jornada escolar y nos encaminamos a nuestros respectivos salones.

Cuando llegamos a mi salón, me volteo de modo que quedo frente a mi amigo y finalmente le digo:

–Lo pensaré.

Esboza una gran sonrisa.

Chocamos puños a manera de despedida y me adentro al salón de clases luego de que él se marchara.

▪▪▪

Finalizadas las clases, me apresuro a buscar a Edith, al encontrarla, me acerco tomándola desprevenidamente de la cintura.

Ella se voltea y emite una sonrisa torcida.

–Eh hola. –saluda sin muchas ganas y zafándose de mi agarre.

Dios, si tan solo pudiera saber lo que le ocurre a esta mujer o lo que piensa.

–Hola amor, ¿cómo estás?

–Pues bien. –responde aún de mala gana.

–¿Puedo saber que te ocurre?

–¿A mí? Nada.

–A ver –suspiro llenándome de paciencia, estando seguro de que se enojará– somos novios, se supone que los novios pasan tiempo juntos, se tienen confianza y sobre todo amor… –hago una pausa– pero tú y yo más bien parecemos –busco la palabra correcta– extraños.

–¿Qué quieres decir? –pregunta con cierta confusión.

–Digo que siempre me evades y da la casualidad de que siempre que quiero pasar tiempo contigo tienes algo mejor que hacer.

–Siempre te explico el porqué de no poder salir contigo, estoy ocupada. ¿Por qué no puedes entenderlo? –Suelta furiosa.

–Lo sé, pero no puedo creer que no tengas una maldita hora libre, Edith por Dios. –le digo alzando mi tono de voz– además, si te acercas a mí es solo porque Amelie está cerca, la quieres molestar, ¿por qué? ¿qué tienes en contra de ella?

Me mira durante unos minutos con un silencio muy tenso de por medio, hasta que finalmente habla sin dejar de mirarme.

–No tengo nada en su contra y ¿sabes qué? Ya me hartaste. –desvía su mirada hacia varios puntos buscando a alguien.

Hasta que lo ve.

–Abraham vamos, mi papá debe estar esperándome. –le habla.

Este se levanta del asiento en donde se encuentra y ella a su lado.

–Abraham, claro que él. –digo y ella vuelve a mirarme.

–Sí, Abraham es el único que no me da molestias.

Dicho esto se marcha, sin darme tiempo de replicar.

Y sí, con él.

Amelie

 

–Quiero ir a Starbucks, quiero un caramel. –Vuelve a insistir Ray.

Desde que salimos de clase no ha dejado de insistir con lo mismo, alega que no lo quiere lo necesita.

Lo peor es que ha estado insistiendo en tono de niña pequeña y el gesto me causa gracia.

Es como si tuviera a una niña caprichosa de cuatro años a mi lado.

–Ray debemos hacer la maqueta, no tenemos tiempo para ir a Starbucks. –replico.

–Pero Amy. –alarga la Y– será solo un momentito, apenas nos estreguen la orden nos iremos y no te pediré nada por el resto del mes.

Rio ante su oferta.

Ambas sabemos que no cumplirá, pero igual aquí estoy a punto de decirle que sí.

–Está bien.

–¡Yes! –hace un gesto a modo de celebración.

Raychell se ha convertido en una excelente amiga, podría decir que por primera vez considero a alguien mejor amiga.

Llevo tiempo conociéndola, pero siento como si la conociera de toda la vida.

En la película de Hotel Transilvania, la hija de Drácula habla sobre hacer "click" pero refiriéndose al amor.




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