14.02.2018
Alba
– ¡No puedo creer que Hannah haya conseguido el papel principal en esta obra! –exclamé indignada por lo que me contaba Eleonor.
Me instalé en Los Ángeles hace como un mes desde que las grabaciones empezaron. Mi madre se ha quedado conmigo y mi padre regresó a Oregón porque debía seguir trabajando.
He estado asistiendo de manera virtual a mis clases y Eleonor me ha ayudado bastante desde que me fui, con las tareas, exposiciones y proyectos; además ha convencido a los profesores de ser flexibles con mi “situación”. ¡Me ha ayudado mucho más de lo podría devolvérselo algún día!
– Sí, le dejaste el camino libre y lo primero que hizo fue ir corriendo donde su madre para que le dé el papel principal –murmuró Eleonor con un pedazo de pizza en la boca.
– Pensé que Ms. Johnson jamás caería en la corrupción.
– Pero lo hizo, siempre lo hacen –aseguró mientras tragaba aquel bocado.
– Siempre caen, que decepción.
– Cambiando de tema –tomó un sorbo de gaseosa– ¿ya te enamoraste de tu coestrella? –preguntó levantando una ceja.
– ¿¡Qué!? ¿De Calvin? –exclamé indignada– ¡puf, sigue soñando!
– No sé cómo eres actriz si no sabes mentir –se burló Eleonor– pero si me habías dicho que lo que pensaste cuando lo viste por primera vez fue <<oh, si ese chico fuera un sueño ¡no me despertaría jamás!>>
– ¡Yo no hablo así! –reclamé– tal vez si dije eso, pero solo somos amigos.
– “Amigos” –dijo haciendo un ademán con sus dedos.
– No empieces. Calvin es agradable, educado, gracioso y…
– Guapísimo –me interrumpió
– Sí, si está guapísimo, pero no estoy enamorada ni nada. Solo somos amigos –insistí
– Bueno ya, pero si terminan juntos yo quiero casarlos.
– Pero tú eres la dama de amor, me lo prometiste –dije haciendo un puchero y ella simplemente rodó los ojos– bueno, te dejo porque no quiero despertar a mamá osa y mañana empiezo temprano.
– Querrás decir hoy más tarde, y aprovechando que ya es 14… ¡feliz día del amor y la amistad!
– ¡Ohh! ¡Feliz día para ti también! –exclamé un poco más alto de lo que hubiera querido. Mamá regresó a verme con una expresión que me heló la sangre. Eleonor al darse cuenta de la situación, se despidió con un gesto y colgó la llamada enseguida.
– Son las dos de la mañana Bianca Alba Flores Castillo –pronunció lentamente.
– ¡S-sí ma! Ya estoy dormida, ¡ya estoy dormida! –susurré. En un rápido movimiento (digno de un ninja) me metí dentro de las cobijas y fingí un par de ronquidos. Escuché que soltó un bufido y volvió a acomodarse.
Me esperaba un día bastante largo y bastante… ¿complicado? Dar tu primer beso no va a ser algo complicado. ¡Shh! ¿No se los dije? Bueno, la cosa es que hoy filmamos la escena en la que los protagonistas se besan por primera vez. No sería un problema si no fuera mi primer beso también, pero lamentablemente lo es. Voy a dar mi primer beso un 14 de febrero, frente a muchas personas viéndome y varias cámaras grabándome, vaya suerte.
¡Y todo es mi culpa! No debí salir corriendo cuando Jack el glotón intentó besarme en el parque de niños a los 8 años. Sus “amigos” le habían retado a hacerlo, tenía que besar a la pecosa y no tan americana niña para ganarse un juguete de Superman de edición limitada. Nunca lo obtuvo porque logré huir al baño de niñas para llorar dentro de un cubículo por un par de horas hasta que llegó mi padre a recogerme. Creo que Jack todavía me odia por no haber conseguido su juguete.
Si tan solo lo hubiera dejado besarme, lo más probable es que hubiera besado a más chicos durante la escuela y no tendría de qué preocuparme ahora.
Solo es un beso, no es para tanto.
Posiblemente no sea para tanto, pero igual lo verá mucha gente, y… ¿si alguien se da cuenta? ¿si Calvin lo descubre? ¿si lo hago mal? ¿debería decirle? Deberías dormir. No se porqué no le conté a Eleonor, ella, Marco y mi madre son las únicas personas que saben con certeza que jamás he sido besada por nadie. Talvez sentí… ¿vergüenza? ¿miedo? Ya duérmete.
[…]
– No Arthur, ¿no entiendes? Yo…no siento lo mismo por ti– dijo Margaret, sollozando y escondiendo su rostro entre sus manos. Trataba de articular alguna otra palabra, pero el nudo en su garganta no se lo permitía.
Arthur se mantuvo de pie frente a ella, estático y mudo, su corazón era incapaz de procesar aquellas palabras tan hirientes, tan violentas. El radiante sol y el cielo despejado parecía no encajar con la situación, las palabras y las lágrimas.
– Debería irme, mi familia me está esperando –susurró Margaret, después de un par de minutos en profundo silencio.
– No me miraste a los ojos –murmuró Arthur, sintiendo como sus latidos se volvían más fuertes.
– ¿Disculpa? –preguntó Margaret, desconcertada.
– No me miraste a los ojos –vocalizó con firmeza– Si me vas a romper el corazón, al menos hazlo bien –dijo sujetando el rostro de la aturdida chica con sus dos manos– Mírame a los ojos y dime que no sientes lo mismo –su voz se quebró y sus mejillas comenzaron a empaparse– Dime que no me amas Maggie, rómpeme el corazón con la verdad.