Amor sin medida

Capítulo 5 Acepto ir contigo

Estoy viviendo el mejor sueño de mi vida. Aunque, para ser sincera, no sé si seguir llamándolo sueño. Está pasando, aquí y ahora, así que esto es lo más real que he vivido nunca. Estoy tan emocionada que no me atrevo a abrir la boca. Temo que mis palabras se desborden y termine con una confesión de amor.

―No olvides que conozco tus gustos, Andrea, te he estado observando a lo largo de este año.

Aquellas palabras continúan repitiéndose dentro de mi cabeza como un bucle interminable. Hay tanto silencio después de su confesión que temo que pueda escuchar mis inquietos pensamientos.

―¿Pasa algo, Andrea? ―pego un respingo al escuchar su poderosa voz de barítono. Sacudo la cabeza para espantar la bruma que se ha formado dentro de mi mente―. Estás muy callada, además de distraída.

Mi corazón se derrite con la preciosa sonrisa que tira de una de las esquinas de su boca. Inhalo aire con disimulo para llenar mis pulmones.

―Yo… Yo ―levante la copa de vino y sorbo un trago generoso, porque de repente mi garganta se siente seca―. Sigo sorprendida por la sencillez del lugar al que me has traído.

Apoya sus codos sobre la mesa y descansa su mentón sobre sus manos unidas.

―¿Me crees tan superficial?

Trago grueso y niego con la cabeza.

―No, pero esperaba uno de esos restaurantes a los que solemos acudir cuando nos reunimos con nuestros socios.

Me mira fijamente durante largo rato, hasta que finalmente me responde.

―Tú no eres un negocio, Andrea ―mi corazón da un par de volteretas perfectas sobre la barra de equilibrio―. Quizás no me escuchaste bien cuando te dije que eras una de las personas más importantes de mi vida.

¿Cómo puedo reaccionar a semejante aclaratoria? Me siento tan aturdida, emocionada e impactada que no sé si llorar de felicidad o reír a carcajada suelta.

―Gracias, Rhys ―pongo todo mi empeño para mantener las lágrimas a raya―. Tus palabras significan mucho para mí.

Sonríe, abandona su posición y extiende su brazo a través de la mesa para alcanzar una de mis manos. Dejo de respirar mientras sigo el movimiento con mis ojos hasta que engarza sus dedos con los míos. Fuegos artificiales estallan a mi alrededor y un centenar de animalitos diminutos hacen un festín en el fondo de mi estómago, cuando entramos en contacto. Elevo la mirada y la fusiono con esos preciosos ojos que me miran como si fuera la criatura más sorprendente y maravillosa del planeta. Me mira a mí y todavía no me lo puedo creer.

Tira de mi mamo y la lleva hasta su boca para besarme los nudillos. Estoy a punto de soltar la copa y derramar el vino sobre el mantel cuando un intenso cosquilleo se desliza por mi piel, eriza cada poro que hay en mi cuerpo y forma un riachuelo en mis entrañas. Aprieto los muslos y oculto mi rostro cuando el rubor enciende mis mejillas. Mi piel hace ignición en el instante en que sus dedos se cuelan por debajo de mi mentón y me obliga a inclinar la cabeza hacia atrás para que lo mire a los ojos.

―No me prives de tu precioso rostro, Andrea ―mi corazón da el primer bombazo que me hace estremecer―, mirarte es uno de mis pasatiempos favoritos.

Abro la boca, pero vuelvo a cerrarla, porque acabo de quedarme sin palabras. De repente, la aparición del camarero obliga a Rhys a soltarme la mano, dejando frío el lugar que hasta hace poco se sentía cálido y confortable.

―Tarta de chocolate, una de las especialidades de la casa―explica el camarero con voz cantarina mientras coloca, con exagerada floritura, el plato delante de mí. Abro los ojos como discos chinos―. Una delicia que lleva dos planchas de bizcocho de chocolate separadas por una fina capa de mermelada de damasco y recubiertas con un glaseado de chocolate.

Después de terminar con su exposición, el chico hace una reverencia de lo más graciosa y, finalmente, se retira.

―¿Cómo lo supiste?

Nunca le dije que esta era mi postre favorito.

―¿Te comenté que tu amiga es una chica de lo más agradable y conversadora?

Levanto la mirada bruscamente y lo miro totalmente desconcertada.

―¿Hablaste con Phoebe?

Asiente y sonríe divertido.

―Era la única pieza que me faltaba para que esta cena fuera de lo más especial para ti ―explica satisfecho―, así que utilicé el comodín de la llamada a la mejor amiga.

Mis ojos se nublan con las lágrimas. Detalles como estos hicieron que me enamorara perdidamente de él, incluso, cuando estos no tenían ningún trasfondo romántico.

―Por favor, no llores ―se inclina apresuradamente cuando nota que una lágrima traicionera escapa de mis ojos antes de que pueda contenerla. Desliza su pulgar con suavidad sobre mi piel para limpiarla. El dulce gesto derrite mi corazón y calienta mi alma―. Espero que sean de felicidad.

Las facciones de su cara, se contraen con preocupación, así que procedo a aclararle.

―Lo son, Rhys ―la expresión de su rostro se suaviza―. Esta ha sido una noche perfecta y maravillosa ―niego con la cabeza. Un par de nuevas lágrimas vuelven a revelarse―. Nadie se había tomado tantas molestias por mí.



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En el texto hay: sacrificio, amor, embarazo

Editado: 12.09.2024

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