Julien Delacroix:
La mañana había empezado temprano para mí, con una reunión de equipo y una revisión final de los documentos para nuestra reunión con los Rothschild. Mientras observaba el amanecer desde mi oficina en el rascacielos Delacroix, una mezcla de determinación y expectación me embargaba. Sabía que este encuentro con Ariana sería decisivo no solo para nuestras empresas, sino también para nuestras familias, que habían sido rivales por tanto tiempo.
Llegamos al edificio Rothschild y, al entrar en la sala de conferencias, me encontré con la mirada de Ariana. Era tan imponente como recordaba, con una presencia que llenaba la habitación. Sin embargo, había algo diferente hoy, una chispa en sus ojos que no había visto antes. Tal vez era la anticipación del desafío, o quizá algo más personal.
La reunión comenzó de manera formal, con ambos equipos exponiendo sus puntos. Mientras Ariana hablaba, no podía evitar admirar su capacidad para mantener la calma bajo presión y la claridad con la que presentaba sus argumentos. Sabía que nuestra competencia había sido feroz, pero también reconocía su talento y dedicación.
Cuando llegó mi turno, me aseguré de presentar nuestra propuesta con la misma firmeza. Sentí su mirada sobre mí, y aunque podía ser intimidante, también me impulsaba a dar lo mejor de mí. La tensión era palpable, pero también lo era el respeto mutuo.
Después de horas de discusión, llegó la pausa para el almuerzo. Sugerí un restaurante cercano, conocido por su ambiente discreto, y Ariana accedió. Quería una oportunidad para hablar con ella en un entorno más relajado, para explorar si había alguna posibilidad de construir algo más allá de la rivalidad.
El restaurante era perfecto, elegante y tranquilo. Nos sentamos en una mesa en un rincón, y la conversación comenzó de nuevo. Sin la formalidad de la sala de conferencias, pude ver otra faceta de Ariana. Era inteligente y apasionada, y su dedicación a su empresa era evidente.
—Ariana, debo admitir que tu presentación fue impresionante. Has hecho un trabajo excepcional liderando tu equipo —dije, rompiendo el hielo.
Su sonrisa era genuina. —Gracias, Julien. Lo mismo puedo decir de ti. Tus argumentos fueron muy sólidos.
La conversación fluyó con más facilidad a medida que avanzaba el almuerzo. Hablamos no solo de negocios, sino también de nuestras experiencias personales en la industria. Me di cuenta de que, a pesar de nuestras diferencias, compartíamos muchas similitudes en nuestra visión y en nuestros objetivos.
A medida que la conversación se profundizaba, sentí una conexión emocional que no había esperado. Ariana me miraba con una intensidad que me desconcertaba y atraía al mismo tiempo. Sabía que este encuentro no solo era una negociación de negocios, sino también el comienzo de algo más complejo.
—Ariana, sé que nuestras familias han sido rivales durante mucho tiempo, pero creo que esta alianza podría ser beneficiosa para ambos. ¿Qué opinas realmente? —pregunté, mirándola a los ojos.
Ella tomó un sorbo de su vino, pensativa. —Julien, también creo que esta alianza tiene un gran potencial. Pero debemos asegurarnos de que nuestras intenciones estén alineadas y que podamos confiar el uno en el otro.
Asentí, mi mirada fija en la suya. —Confianza, sí. Eso es crucial. Y creo que podemos construirla, paso a paso.
Mientras hablábamos, me di cuenta de que este encuentro no solo era una negociación de negocios, sino también el comienzo de una relación más profunda y compleja. La tensión entre nosotros era palpable, y sabía que las decisiones que tomáramos hoy definirían no solo el futuro de nuestras empresas, sino también nuestra conexión personal.
Al regresar a la sala de conferencias, ambos equipos estaban más relajados. Las discusiones continuaron, pero esta vez había un aire de colaboración. Ariana y yo lideramos las conversaciones, y aunque todavía había diferencias que superar, sentía que habíamos dado un paso significativo hacia una alianza.
Finalmente, después de horas de negociación, llegamos a un acuerdo preliminar. Nos dimos la mano, sellando el compromiso de trabajar juntos. Mientras nuestras manos se tocaban, sentí nuevamente esa chispa de electricidad. La conexión entre nosotros era innegable, y sabía que este era solo el comienzo de una historia mucho más compleja.
Esa noche, mientras revisaba los detalles del acuerdo en mi despacho, no podía dejar de pensar en Ariana. Su presencia, su mirada intensa, y la conexión que habíamos sentido durante el día. Sabía que nuestra relación iba a ser desafiante y llena de obstáculos, pero también sentía una emoción y una anticipación que no había experimentado antes. Las palabras de Ariana resonaban en mi mente: "Este es solo el comienzo."