Amor y guerra

Capítulo 10 Destino

Pero el destino es caprichoso y los mundos aparentemente aislados se cruzan inesperadamente en espacios y tiempos impensables... y al cruzarse se revelan las conexiones secretas que jamás se imaginaron.

-Anónimo

Capítulo 10

Destino

(Escrito por: Ever Light)

 

Anton Jones, el encargado de la investigación, intuyó en la mirada y la expresión de Aarón algo más que simple información exclusiva. Había seriedad y nerviosismo.

—¿A qué se refiere con sus palabras, agente Marlof? —preguntó Anton.

Aarón iba a explicar al alguacil y al encargado lo que había descubierto, pero un policía salió de la nada e interrumpió sus palabras. Se trataba de un asunto de urgente atención.

—¿Qué ocurre? —preguntó Marlof intrigado.

—Entró una llamada a la estación —explicó el oficial—. Denuncian una riña en el bar Fado. Un par de veteranos contienden a puños batientes. También está implicada una muchachita que amenaza con disparar a uno de los hombres mayores. Uno de ellos al parecer es ex militar y el otro...

—... debe ser el payaso... —agregó Marlof sin querer. Está situación daba un giro inesperado a sus planes.

—¿Disculpe? —preguntó el alguacil sin comprender nada.

—No me haga caso —replicó Aarón, su mente, vistas las circunstancias, ideaba un nuevo plan—. Hay que evitar un incidente en ese bar. Que los oficiales aprehendan a esos dos hombres y a la chica y los traigan de inmediato.

—Agente Marlof —intervino Anton Jones—, me temo que no comprendo por qué el repentino interés en esas personas del bar —dijo con un signo de interrogación en su rostro.

Aarón debía actuar con prudencia. Por su talento sobrenatural, intuía, o más bien, casi podía jurar que los hombres del bar eran Norman Miller y el payaso del video. La chica sin duda tenía que ser la hermana del niño fallecido. El caso estaba a punto de resolverse, pero lo que a Aarón más le importaba, además de concluir el caso de Hery, era cumplir con un encargo de su padre.

—No hay tiempo que perder —contestó Marlof con apremio, evadiendo responder la pregunta de Anton. No quería adelantarse a posibles resultados ni crear falsas expectativas. Había actuado sin medir sus emociones—. Necesito entrevistar personalmente a los padres de niño finado.

—Creí que deseaba aplazar la entrevista —comentó Anton con suspicacia—, usted dijo que el asesino del niño se equivocó de objetivo...

—Así es oficial, revisé el video con más calma y eso es lo que muestra. Al parecer el hombre que mató al niño tenía otro objetivo, pero se equivocó. Pero quisiera avanzar un poco y si no hay problema, ahora mismo me gustaría ver a los padres del niño.

Aún sin entender nada, Anton dijo:

—Está bien, avancemos en el  asunto entonces. Por aquí —indicó haciendo un gesto con la mano.

Anton y el alguacil guiaron a Marlof por un pasillo y luego llegaron a un corredor extenso. Avanzaron por ahí. Aarón aprovechó para pedirle al encargado de la investigación un favor.

—Me gustaría poder hablar con los hombres del bar Fado y con la muchacha una vez que los traigan aquí.

—Cuente con ello, agente —dijo Anton. Sabía que los métodos de investigación de Aarón eran poco convencionales, pero también sabía que casi siempre daban resultados. Tenía un don especial a la hora de hacer intuiciones y pesquisas, eso le había ganado fama y también confianza. Anton respetaría el extraño cambio que tuvo luego de saber sobre la riña en el bar. También debía admitir que se moría por saber qué estaba pasando por la mente de aquel agente de escasos treinta años.

Pasaron cerca de unas oficinas con macetas en el exterior y luego llegaron a un reducido cubículo cubierto solo con cristales y una pequeña puerta con marcos de madera. El alguacil abrió la puerta y Marlof entró. Se quedó a solas con las dos personas que estaban en el interior.

Se trataba de una mujer delgada y un hombre alto y fornido. Ambos tenían el semblante decaído y serio. Aarón sabía que eran los padres de Hery. Él se presentó amablemente y les hizo algunas preguntas.

Ella dijo llamarse Bernice, tenía cabello castaño, ojos grises, un rostro delgado y finas facciones. Comentó que había nacido en el mismo condado donde ahora vivían, pero que su madre, Giovanna Falconi y su padre, Elías Navarro, habían emigrado de la costa a ese condado en busca de tranquilidad y prosperidad. Ahí habían llevado una buena vida y gozado de dicha y paz. Habían muerto poco tiempo atrás. Primero falleció el señor Navarro y tiempo después la señora Falconi.




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