Cuando llegó la noche, Calynn le dijo a Lily que tenía que volver a casa.
—¡Pero no puedes volver! —le dijo la pelirroja.
—No tengo opción, no quiero que te hagan daño, a ti o a tus padres —dijo Calynn con voz temblorosa.
Lily no podía esconder su preocupación, pensó que harían sus padres si dos mortífagos se presentaran en su casa con sus varitas en alto. Pensó en lo peor, pero quería mucho a su amiga y pensó que si la dejaba dormir en esa casa tal vez sería hoy la última vez que la viera.
—Tienes que venir conmigo —dijo Lily decidida.
—Te lo agradezco, pero no puedo —dijo la pelinegra negando con la cabeza.
—Hoy no pasará nada, te lo aseguro. —dijo Lily mirándola a los ojos.
—¿Estás segura? —preguntó la pelinegra.
—Totalmente —afirmó la niña.
—Pero solo por esta noche. —dijo Calynn.
La pelirroja no dijo nada, sabía que si esa noche se quedaba su amiga a dormir con ella nunca la dejaría volver con sus padres.
Ambas niñas se bajaron con cuidado del tejado de las casas y caminaron en dirección a la casa de Lily mientras Calynn volteaba hacia atrás, observando su hogar donde vivió muchos recuerdos agradables con sus padres y ahora huía de aquel lugar y de sus padres, cómo había cambiado su vida tan repentinamente.
Llegaron al umbral y Lily tocó la puerta suavemente.
Su madre abrió la puerta y abrazó a su hija como si no la hubiera visto en años. Atrás de la señora Evans estaba Petunia, la hermana de Lily, observando lo que pasaba con los brazos cruzados.
Cuando madre e hija se separaron, la mujer saludó a Calynn también de un abrazo.
—Mamá —dijo en un susurro la pelirroja.
Su madre se tornó seria y esperó a que su hija continuara.
—Hoy fue peor —dijo Lily mirando a su amiga—, tengo miedo de que vuelva.
La señora Evans no necesitó más explicaciones para asentir con la cabeza y darles paso a las dos pequeñas.
—Gracias señora Evans —dijo la pelinegra.
—No hay de qué —dijo la pelirroja adulta—, puedes ponerte una de los pijamas de Lily, en un momento te la doy, pero sube a la habitación por favor, en un momento te alcanzo.
Calynn subió las escaleras de madera mientras dejaba a su amiga abajo.
*Narra Lily*
—Mamá —murmuré en un tono serio.
—Dime —me contestó en el mismo tono.
—Pensaba que tal vez Calynn no debería volver a su hogar.
—Debe volver, son sus padres —me dijo mi madre.
—Pues sus padres la torturan al grado de no poder levantarse del suelo. —dije.
Su madre se quedó pensativa y vio el calendario.
—Unos y después se irá —dijo finalmente mi madre.
Sonreí, al menos había conseguido algo.
* Narrador omnisciente *
Lily llegó un momento después a la habitación y le sonrió a su amiga.
Su madre subió un momento después y le dio la pijama a su hija y ésta a su amiga, ambas se cambiaron y se metieron en la cama. Lily sabía que su amiga no podría dormir y ya le iba a hablar cuando escuchó que lloraba.
—Calynn tranquila, ahora estás aquí sana y salva.
La pelinegra no pudo contestar a eso.
—Además mañana podremos salir al jardín y escondernos detrás del árbol, ahí es donde siempre me veo con Severus. —Lily se sonrojó un poco y siguió—. ¿Qué te parece?
Su amiga asintió con la cabeza
—Gracias, que duermas bien —dijo la pelinegra durmiéndose al instante al igual que la pelirroja.
~Todos los personajes son propiedad de la maravillosa J.K Rowling, a excepción de Calynn Black, ella es totalmente de mi autoría~
Editado: 18.01.2019