Habían pasado cuatro meses desde que Calynn no había visto a sus padres. Había pasado muy bien su estancia en casa de los Evans, dentro de un mes entraría a Hogwarts y ese día Lily y Calynn saldrían a jugar al jardín después de desayunar.
Las niñas bajaron a la mesa ya vestidas para tan solo desayunar y salir al patio.
—Buenos días —dijeron ambas niñas.
—Buenos días, es hora del desayuno —las saludó la madre de Lily.
Todos tomaron asiento en el comedor y se pusieron a charlar muy entusiasmados.
—Es muy amable de su parte que no le moleste mi estancia —le dijo la pelinegra a la mujer.
—No hay de qué —contestó la madre de Lily.
Después de un rato todos acabaron y llevaron sus platos a la cocina.
—Petunia no ha bajado, deberíamos ir a hablar con ella —le dijo la madre de Lily a su esposo después de que terminara de lavar los platos.
—Mamá nos vemos en un rato —le dijo Lily a su madre que estaba subiendo las escaleras de madera.
—Las quiero. Nos vemos después —se despidió la pelirroja desde las escaleras.
Se disponían a salir cuando se encontraron con dos personas que Calynn reconoció al instante. Se echó para atrás, pero tropezó con las cosas del callejón y cayó al suelo, sacó su varita nueva de la bolsa de sus pantalones de mezclilla y a pesar de que no sabía ningún hechizo se sentía poderosa.
—¡Expelliarmus! - gritó su madre mientras la varita de la pequeña salía volando.
La mujer miró con odio a su hija, al parecer no se esperaba que sacara una varita. Lily estaba frente a Calynn pegada a la pared tratando de esconder algo bajo su ropa, la madre apuntaba a su hija con la varita y el padre a la pelirroja.
—¡Incarcerous! —gritaron ambos padres a la vez que una cuerda salía de la punta de la varita de cada mortífago y amarraba fuertemente a las niñas.
Sus padres empezaron a lanzar hechizos por todos lados, posiblemente para llamar la atención de los padres de Lily mientras rompían las ventanas y algunos platos haciendo el mayor ruido posible. Una foto en donde estaba la familia Evans cayó a los pies de Lily mientras se rompía el cristal que protegía la foto.
Ambos padres bajaron corriendo y vieron a las dos personas desconocidas en su casa y antes de que pudieran gritar cada quien había apuntado con la varita a un padre de la pelirroja.
—¡No! —gritaba la pelinegra—, ¡no les hagan daño!
Pero era demasiado tarde los padres de la futura mortífaga empezaron a torturarlos frente a dos niñas de once años.
—¡Basta! —gritó Lily tratando de avanzar hacia los padres de su amiga, pero sólo logró caerse al suelo.
—¡Deténganse, ellos no tienen culpa de nada! —gritó la pelinegra de nuevo.
Los padres se detuvieron pero siguieron apuntando a los señores Evans que estaban en el suelo a causa del hechizo.
—¡Desmaius! —gritaron los padres de la pelinegra mientras un rayo de luz azulada salía de sus varitas dejando inconscientes a los padres de Lily. Se empezaron a escuchar pasos en la escalera, era Petunia, cuando llegó a donde estaban la cara de la pequeña se ensombreció y se puso pálida, vio a sus padres, después a los mortífagos y al último a su hermana que le suplicaba que se fuera.
La madre de Calynn se acercó a Petunia mientras la apuntaba con la varita.
—¡No le hagan daño! —gritó Lily.
Cuando Druella llegó junto a Petunia la niña dio un paso hacia atrás.
—Si no quieres tener la misma suerte que ellos —comenzó la mujer señalando a los señores Evans—, no tienes que decir nada sobre tu hermana o mi hija ¿entendiste?
Petunia asintió con la cabeza sin pensarlo.
—Ahora fuera de aquí —le dijo la madre de Calynn
Petunia obedeció y subió las escaleras sin voltear atrás.
Los padres mortífagos regresaron hacia donde estaban los señores Evans y los apuntaron con la varita.
—¡Obliviate! —gritó cada mortífago a los padres de Lily mientras una luz verde azulada salía de sus varitas.
Lily que estaba tirada en el suelo pudo observar que en la foto de la familia Evans ella desaparecía dejando únicamente a Petunia y sus padres. Lily no se pudo contener y unas lágrimas resbalaron por las mejillas de la pequeña cayendo en el marco de la foto donde una vez ella había estado.
—Es hora de irnos, pronto despertarán —dijo Cygnus dirigiéndose a su esposa.
Los mortífagos que estaban de espaldas a las niñas voltearon y recogieron las cosas que habían comprado en el callejón.
—¡Levántate! —le ordenó Druella a Lily.
—No —dijo fríamente Lily. A Calynn le sorprendió su resistencia.
Editado: 18.01.2019