—¡¿Un basilisco en los terrenos del colegio?! —exclamó un hombre adulto en el despacho del director—. Albus, esto es inaceptable, ¿qué diremos a El Profeta?
—Y los padres, no tardarán en reclamar la seguridad de sus hijos —agregó otro hombre.
—Este podría ser el fin de Hogwarts —exclamó Minerva con nerviosismo.
—¡Silencio! —exigió el director callando a sus acompañantes—. ¿Usted pudo observar algo? —cuestionó el hombre dirigiéndose a una mujer.
—Como le dije, señor, yo no estaba ahí en el momento del ataque —respondió seriamente.
—¿Sabe de alguien con quien pudo haber estado la Srta. Black en ese momento? —preguntó el anciano.
—Con el Sr. Longbottom, tal vez —mencionó la mujer encogiéndose de hombros.
—Profesora McGonagall, traiga al Sr. Longbottom de inmediato al despacho por favor —ordenó el hombre desviando la mirada de la otra mujer.
—Enseguida Albus. —Salió de la habitación mientras los presentes la miraban retirarse.
La profesora bajó las escaleras a toda prisa en dirección a la enfermería donde supondría que estaría Frank.
Antes de llegar al lugar comenzó a escuchar el escándalo que venía desde aquella enfermería que parecía más una sala común de Gryffindor.
—...fue cuando lo noté en su antebrazo, la asquerosa calavera y serpiente asomaban por su túnica... —gritaba Frank Longbottom con arrogancia y un pequeño tono de asco.
—¿En verdad la tiene?, ¿la Marca Tenebrosa? —interrumpió una chica de la misma casa.
—Compruébalo tú misma —añadió el pelinegro—, al fin y al cabo, está petrificada —hizo una pausa y prosiguió—. Venganza dulce.
Ante estas palabras la profesora aceleró más el paso hasta llegar a la enfermería sin poder contener toda su furia.
—Pero, ¿qué es todo este escándalo? —advirtió su presencia—. ¡Srta. Howell! —regañó a la chica que había interrumpido a Frank, la cual estaba a punto de bajar la túnica de su compañera que se encontraba inconsciente—. ¡Sr. Longbottom! Acompáñeme —indicó Minerva fuertemente.
El chico se aproximó a la profesora con desdén y comenzaron a andar juntos por los pasillos.
—Un basilisco en el colegio, profesores defendiendo a mortífagos, ¿qué es lo que sigue?, ¿conjurar un Morsmordre en el cielo? —exclamó sorprendido el pelinegro.
—Parece estar bastante informado Sr. Longbottom —comentó Minerva con sospecha.
—Un auror debe conocer a sus enemigos —explicó Frank orgullosamente.
—Debo recordarle que aún no es ningún auror Sr. Longbottom —agregó la profesora con satisfacción.
—Mis padres son aurores —comentó con una sonrisa arrogante.
—Lo cual no lo convierte en uno directamente —contestó McGonagall con una sonrisa de lástima—. Mientras tanto puede hablar con el director para escuchar su castigo.
El chico se quedó un rato callado sin saber qué contestar mientras Minerva decía la contraseña del despacho y las escaleras se elevaban lentamente.
—Y por cierto, Sr. Longbottom, actitudes como esta pueden hacerlo perder algunos títulos a los que usted aspira —terminó la profesora mientras se retiraba del pasillo dejando a Frank a mitad de los escalones de la oficina de Dumbledore.
Pensando en esas palabras y sin más remedio entró a la oficina del director.
Mientras tanto, la llegada de una pelirroja a la enfermería había logrado la huida de todos los amigos de Frank Longbottom. Lily iba directamente a donde se encontraba su amiga y al llegar la observó detalladamente. Su expresión era de asombro, con sus ojos azules tan grandes que ahora parecían apagados, una de sus manos parecía que hubiese estado sosteniendo algo y se dio cuenta que, en su mesita, justamente a lado de ella, estaba su varita, posiblemente eso era lo único que llevaba para defenderse aquella noche. Por un momento más la miró tristemente mientras por un instante pensó que estaba muerta, aquella falta de brillo en sus pupilas hacía verse más trágica. Lily se acercó más para quitarle algunos papeles que le habían dejado sobre su ropa con mensajes y comentarios horrendos y amenazadores para después ponerse a llorar, desconsoladamente. A unos metros de distancia, sin que la pelirroja se inmutara, la profesora McGonagall y la enfermera la observaban mientras conversaban.
Editado: 18.01.2019