Andrómeda-Los Seres Celestiales

Capítulo 8

—¿Abigael?—pregunta Badrud con los hombros encogidos y frunciendo el ceño. Pareciera como si le costara reconocerlo.

—A los años—dice Abigael con una sonrisa forzada.

Las alas de Elian son succionadas desde sus omoplatos y desaparecen. El silencio incomodo nos invade otra vez. Badrud, estupefacto, avanza hacia nosotros y se sienta en el sofá donde hace un rato estaba Elian. Hace un gesto para que nos sentemos nuevamente. Obedecemos y nos sentamos. Elian se sienta al lado de Badrud, al tanto que no deja de mirar con ira a Abigael.

—La verdad que sí—dice Badrud—. A los años que no te veo. Y buena forma de reencontrarnos: alternado a Elian.

—Él comenzó—se defiende Abigael.

—Solo dije la verdad—dice Elian.

La escena dramática ha cambiado de tono, se ha vuelto una comedia. Ambos parecen unos niños echándose la culpa de quien hizo la travesura, y Badrud es el padre corrigiendo a sus dos hijos. Claro que hay una gran diferencia en este caso: Badrud es un hechicero asesino corrigiendo a dos ángeles.

—No me interesa quien comenzó. Si quieren pelearse, no me interesa, pero no lo hagan aquí dentro. Sabemos que una pelea entre ustedes terminaría destruyendo la única casa decente que queda en este lugar.

Elian agacha la cabeza sin desviar los ojos en Abigael. Su respiración sigue muy agitada. Me percato que Abigael también está jadeante, pero intenta tranquilizarse respirando hondo y haciendo presión en sus puños.

—No va a volver a suceder—dice Abigael.

Badrud asiente con la cabeza.

—Muy bien…¡Ven aquí maldito desgraciado!—grita Badrud estirando los brazos y formando una larga sonrisa. Ha sido tan rápido su cambio de personalidad que no puede evitar morderme el labio para no gritar.

Badrud se levanta del sofá y va corriendo con dificultad hasta llegar a Abigael. Badrud rodea con sus brazos a Abigael y le da unas fuertes palmadas en la espalda, las cuales me quedo viendo con horror; me da la impresión de que le estuviera destruyendo la columna.

—Desgraciado, ¿por qué ya no nos visitas?—pregunta Badrud

—Trabajo—dice Abigael con dificultad por lo fuerte que lo aprieta.

El abrazo de ellos es algo que no puedo comprenderlo. Abigael, un ángel noble abrazando a un maldito que ayudó a provocar cultos satánicos y a hacer sacrificios de gente inocente; es espeluznante. Puedo entender que los ángeles y demonios hayan creado una armonía, pero esto ya es demasiado. Dios no estaría de acuerdo al ver esto.

—No es excusa—dice Badrud y lo suelta por fin. Noto un suspiro de alivio de Abigael—. Yo estoy todos los días vigilando a las almas para que no se escapen. Son tan estúpidas que creen que porque se meten a otros mundos van a mejorar su apariencia—se ríe con una expresión grotesca— ¿Y quién esta bella ángel?—dice Badrud acercándose a mí. Estiro mi cuerpo hacia atrás temiendo de que me de las mismas palmadas en mi pobre columna.

—Sareya—le contesto, siguiéndole el juego de que soy un ángel.

—Un gusto en conocer…

Las palabras de Badrud se cortaron al quedarse mirando fijamente mis labios. Sus ojos se abren como platos. Creo que me está analizando. Mis manos sudan, aprieto el cojín del sofá lo más que puedo con la intención de calmar un poco la ansiedad que siento en este momento.

—¿Es una humana? ¿Cómo es eso posible?—de seguro se dio cuenta cuando vio mis labios resecos.

—Es por eso que vengo a hablar contigo—le dice Abigael—. Esto no es lo único extraño que está sucediendo.

El enano ladea la cabeza mirando a Abigael y luego a mí, una y otra vez. Es como si estuviera escuchando las palabras de Abigael y yo fuera la evidencia de que lo que está contándole es real.

—¿Más extraño que una humana haya podido atravesar la frontera? Lo dudo—dice Badrud y acerca su rostro con el mío. Mis músculos se tensan. Trato de aparentar estar tranquila, no quiero que se percate del rechazo que siento hacia él.

—Créelo—dice Elian—. No tienes idea de lo que nos hemos perdido.

Badrud se sienta nuevamente, y Abigael le empieza a contar lo mismo que a Elian. Durante la conversación, mantengo la cabeza agachada, debido a que el enano no deja observarme. Es intimidante, no puedo ser capaz de tener contacto visual con él por más de cinco segundos. Cuando Abigael termina de hablar, Badrud voltea a verme.

—¿Cómo pudiste atravesar la frontera?—me pregunta.

Es como si una bomba estallara en mi interior. ¿Es en enserio? Por su forma de actuar, me da a entender que no le ha importado nada de lo que está aconteciendo. Su interés sigue en resolver el misterio de como una simple humana ha podido atravesar la frontera. Mi frente se arruga. Ya no tengo miedo, sino ira. Mi madre puede estar a punto de morir y yo estoy perdiendo el tiempo aquí con un maldito brujo que no le interesa en ayudarnos.

—No sé y no me importa. Mi prioridad es rescatar a mi madre, y sino no te interesa, es mejor que nos vayamos yendo de una vez.

Badrud se queda estupefacto y con la boca abierta, Elian se ríe y Abigael me observa, pero no logro ver su expresión. Si le he faltado el respeto a Badrud me da igual. No planeo seguir ni un minuto más en este lugar si es que no voy a obtener respuestas.




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