Cuando Sheyla regresó a la mansión en donde vivía su clan, fue directamente a su habitación, porque ella no quería que la molestaran con asuntos que no.le importaban en lo más mínimo, como el de la muerte de los guardias personales de su tío Kratos,. A ella mas bien le parecía genial que eso hubiese ocurrido, pues gracias a ello, pudo encontrar a Ángel.
Pero al momemto de recordar a su amigo de la niñez, a su mente vinieron varias preguntas: ¿Cómo fue que llegó a ser un cazador de vampiros? O ¿Por qué no la reconoció cuando se vieron, tanto en aquel enfrentamiento, como en la guarida del Equipo Nova? ¿Acaso la "chica arquera" de aquel equipo era su amiga?
—No puedes esperar que êl no tenga otra amigs que no seas tú, Sheyla —se dijo en voz alta, sabiéndose segura en sus aposentos—. Es lógico que la tenga, pero a la vez me molesta que lo haga.
Dirigió la vista a la ventana de su habitación, para así darse cuenta de que ya casi iba a amanecer, por lo que cerró la misma rápidamente, y luego se dispuso a dormir, al menos por un rato, con la intención de que, al.hacerlo, todas sus ideas se ordenaran en su cabeza, dándole algo de lógica a todo lo que había pasado en los últimos días, hasta ése instante. Para conciliar el sueño, tomó el collar con el dije en forma de media luna que tenía consigo, y que le devolvería a Ángel en cuanto pudiera hacerlo.
Las horas pasaron velozmente, tanto que apenas se llegó a percibir la llegada de la noche en el.hogar del clan de los vampíros. Sin embargo, Sheyla seguía durmiendo, porque su sueño era un poco pesado, aunque se tuvo que dspertar de repente, por su nana, que le dijo, tan serena como siempre:
—Niña, la manda llamar el señor Kratos.
—Ya voy, nana —dijo la chica, hastiada, debido a que no le gustaba que la molestaran mientras dormía—. Espera a que me arregle.
Un rato después, ella salió de su dormitorio con mucha prisa, pues queríabsaber cuanto.antes el motivo por el que su tío la había mandsdo a llamar. Llevaba puesto un vestido negro, muy ajustado a su juvenil figura, que, aunque no era un color muy apropiado para una adolescente como ella, la hacía ver muy hermosa.
Al llegar al salón principal, en donde su tío tenía su trono, se encontró al líder del clan sentado en el mismo, además de estar acompañado de su molesta y fea mascota, que al verla, dijo:
—Pequeña, a veces eres tan molesta como la "mascota" de tu madre.
Sheyla no se inmutó ante el comentario de Jurkon, al menos aparentemente, porque realmente quería matar a ése impertinentemurciélago orejudo y feo. Nadie se atrevía a hablar mal de Sofía, o de Ángel, mucho menos en frente de ella, pero Kratos le reclamó, diciendo.
—¿Cuántas veces te he dicho que no menciones a la "mascota" de mi hermana, Jurkon?
—Lo siento, señor —se disculpó el animal, apenado.
—Además, ella no ha venido aquí para que insultes a sus allegados fallecidos, si no para ser notificada de la decisión que el Consejo ha tomado.
—¿Y qué ha pasado en la reunión del Consejo? —fue lo que preguntó Sheyla, pues le dió curiosidad lo que le había mencionado su tío.
—El Consejo ha decidido que es momento de que me despose.
—Ya era hora —dijo ella, sin advertir que algo muy malo estaba por ocurrir—. ¿Quién es la elegida.
—Tú, Sheyla. El Consejo o decidió así, pprque eres la única Dorfan noble cercana a mi linaje.
La respuesta que Kratos recibió fue que Sheyla saliera del salón, y luego de aquella mansión, lo más rápido que le permitieron.sus piernas. Estaba realmente molesta por lo que había pasado, por distintas razones: Primero, porque ella apenas era una jovencita de trece años, y pensaba que ésa no era una buena edad para casarse. Segundo, porque se trataba de un compromiso arreglado, y ella no quería hacerlo, algo muy importante, según su punto de vista. Y el último -así como el más relevante para ella-, era el hecho de que ése sujeto era el asesino de su madre y el causante de todas las desgracias que habían ocurrido en su vida.
A los pocos minutos, llegó a la guarida del Equipo Nova y llamó a la puerta, con mucha insistencia, para que le abrieran rápidamente. Desde adentro se oyó:
—Ya voy, un momento.
Le abrió la persona a quien menos quería ver: Kassandra, que le preguntó, con tono despectivo:
—¿Qué haces aquí, sangüijuela?
Continuará...
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Editado: 04.04.2025