Ángel Ciego 8 ¿ Y si no nos hubiéramos conocido?

Capítulo Único

Todo estaba tranquilo en el infierno, ahora que Izbet podía ver, Kaio Shin iba regularmente a llevarle álbumes con fotografías, y cartas de Yun, al principio eran espaciadas las visitas, últimamente eran cada semana, pero prácticamente el dios sólo conversaba con ella, eso comenzó a molestar a Piccolo.

— ¿Por qué viene tan seguido a verte Kaio Shin? — le reclamó a su pareja el namek.

— Corrección, viene a vernos, trae lo que nos manda Yun, no quiero perder el contacto con nuestro hijo.

— ¿No puede ser una vez al mes? Las últimas dos veces no trajo nada, sólo se sentó a conversar contigo.

— Me molesta cuando te pones así de celoso, o acaso te he dicho alguna vez algo sobre la reina amazona.

— Te dije que no pasó nada con ella — dijo con firmeza.

— ¿Cómo sabes? — lo encaró — no recuerdas nada desde que te capturaron hasta que te rescate del planeta de esas guerreras. Si yo tengo confianza en ti, porque tú no la tienes en mí.

— ¿Si yo tratara a una mujer como tú lo tratas a él, como te sentirías?

En eso llegaron el dios del que hablaban y su antepasado.

— Hola amigos — saludó el más joven de los recién llegados.

Izbet fue a saludarlos, en cambio Piccolo se sentó en posición de meditación, los recién llegados notaron la tensión en el aire.

— Parece que elegimos un mal momento para venir — dijo el anciano.

— No es eso — ella volteó donde estaba el guerrero y grito — sólo que no me gustan los brutos.

— Ni a mí las locas — le respondió él.

— No digan eso, ustedes saben que se aman ¿Por qué se molestaron de esa manera? — trató de mediar el joven de cabello blanco.

— Escuchaste Piccolo, dile porque te molestarte conmigo.

El hombre de piel verde se quedó quieto, cerró los ojos y no quiso hablar.

— Si no se lo dices tú, lo haré yo — subió la voz — está celoso porque vienes muy seguido.

— No era mi intención causarles problemas, lo siento — se excusó sonrojado el dios.

— No tienes que pedir disculpas, es otro el que está equivocado.

El namek y la del mechón blanco se acercaron, quedaron frente a frente, se miraron con rabia un rato.

— Ojalá no nos hubiéramos conocido — dijeron al mismo tiempo.

— ¿De verdad quieren saber qué hubiera pasado? — preguntó el anciano — entonces...

Sacó una bola de cristal, los otros tres se acercaron curiosos.

— Miren — empezaron a formarse imágenes en el objeto mágico.

Se vio a Izbet antes de viajar a la boda de Videl, sufrió un choque muy grave en su auto.

— Mi niña, no podré ser tu madrina, tuve un accidente, me quebré la pierna y un brazo — explicó la mitad demonio.

— Ven igual, aunque no seas mi madrina de bodas, quiero que estés conmigo este día tan especial.

— Prefiero no ir en estas condiciones, lo lamento Videl.

— Está bien, no te preocupes, nos vemos.

— Ahora veremos qué pasó con sus vidas, primero tú — el anciano Kaio Shin apuntó a Piccolo

Él siguió entrenando, normalmente solo, siempre estuvo ayudando a Goku, y a los guerreros Z. Al final terminó igual en el infierno por toda la eternidad, pero con menos ki que el que tenía ahora.

— ¿Por qué no tiene tanto poder? — preguntó curiosa Izbet.

— Es porque no tuvo con quien entrenar regularmente — rió malicioso el antiguo Kaio Shin — todos los tipos de ejercicios que han hecho les sirvió — apuntó al hombre verde y a la medio demonio.

— ¿Qué quiere decir con "todos los tipos de ejercicios que hemos hecho"? — consultó molesto el namek.

— Cuando los Sayayin están con sus mujeres en la intimidad tienen que controlar su fuerza sino pueden lastimarlas, en tu caso no es necesario, Izbet no es humana, su cuerpo es mucho más resistente. Aunque no lo crean es un ejercicio muy completo ese.

Piccolo, Izbet y Kaio Shin estaban completamente avergonzados.

— ¡¡Honorable Antepasado!! — gritó el joven dios.

— Ahora veremos qué pasa contigo — el anciano apuntó a Izbet.

Siguió en su empresa, y en su casa, sola, cuando enfermó fue Jenny quien estuvo con ella en sus últimos momentos.

— Tranquila, estarás bien — le dijo su amiga triste.

— No es necesario que me mientas, escuche al doctor hablar contigo, recuerda que tengo buen oído, no te preocupes, sé que estoy muriendo — susurró la mujer ciega.

— Siempre me has tenido y me tendrás a tu lado, incluso te acogimos en nuestra familia, aunque me hubiera gustado verte formar la tuya.

— No estoy hecha para eso, no hay hombre que me aguante — rió tristemente.

— Descansa — sintió que su corazón se estremeció al verla tan débil.



#7107 en Fanfic

En el texto hay: pasado, decisiones

Editado: 26.12.2019

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