Alexander Black.
—¿Qué haces aquí, perro infeliz? —Mi rostro expresaba furia con miedo a la vez, este hombre no por favor.
—¿Así me da la bienvenida, Ángel?
Mi respiración se hacia aun más rápida a lo paso que él daba, mi perdición en persona, Alexander Black, no sé ha cansado de fastidiarme la vida.
—¿Crees que porque haya cambiado de ciudad no te iba a encontrar? No seas ingenua, Meredith, no aprendiste nada con tu experiencia.
Se acerca de mi olfateando mi cuello, trato de alejarme, pero me agarra justamente del cuello mientras que batallo para zafarme.
Alexander Black ha formado parte de mis mayores heridas y yo formo parte de las suyas, es una guerra que fue avisada hace tiempo y que nunca acabará, él lo sabe, yo también, solo que no estaba preparada justo ahora.
—¡Vete de aquí y déjame en paz, Black! ¿No te bastó con la muerte de tu querida amiga la psicópata de mierda? ¿O qué buscas? ¿Otra muerte? Pasa los datos y te hago el favor. —Lo provoco, su furia se engrandece mientras que yo lo sigo provocando. —¿Te acuerdas aquella vez que me suplicó que quería vivir? ¿Te acuerdas, imbécil?
Susurraba en su oído un montón de coas, él solo se estaba enojando mientras yo disfrutaba de su furia, no podía decir nada, se ha quedado callado.
—No sé para qué me buscas si sabes que me vas a encontrar, esa vez te dije que no te tenía miedo y nunca lo tendré. —Escupí. —Ni a ti ni a tu pandilla que son unas bolas de inútiles, como tú, me le acerco sintiendo su respiración cerca de mí.
—No te hagas la valiente conmigo, Payne, no te sales.
—¿Qué no me sale? Me salió el día en que decidiste tirarme a la boca del lobo y dejar que me torturaran a mí hermano y a mí. ¿Sabes que provocaste en mi hermano? Miedo, le provocaste daños emocionales, a mi algo, pero soy mas fuerte, me diste justo en donde quería para darte el doble donde te dolería a ti.
“Tú me provocaste dolor y furia, yo te provoqué lo mismo, yo hui me encontraste, te felicito, querido, pensé que lo ibas hacer de inmediato, no eres tan fuerte y hombrecito como esa noche.
—Cuidado con lo que dices, ángel, tengo a tu querido novio a la mira, nadie sabe y…
Me alejo de él y nuevamente digo.
—No me amenaces y te atrevas a tocarle un pelo a mi novio y de verdad vas a conocer a la verdadera Meredith Payne, no sabes de que más soy capaz. —Sus ojos se abren aun mas sorprendiéndose. —Esa conociste solo una chica llamada Meredith que quería ser diseñadora de moda de grande, ahora, ahora te encontraste con Meredith Payne, soy capaz de luchar contra el mismo diablo si se presenta, así que no me provoques que la guerra improvisada la podría iniciar yo con facilidad, ahora vete y deja a lo mío en paz.
—Eso no se quedará así, ángel.
—El diablo no amenaza, cumple, tú no eres capaz de hacer algo, te regalaría un puzzle a ver si encajan tus palabras con acciones, adiós.
Saco el dedo del medio y al fin se marcha, sé que no será la última vez que vendrá, para la próxima, yo estaré preparada, muy preparada.
Levanto el jarro que se ha caído, se que mi madre va a pelear, sin embargo, iré a caminar por ahí, no quiero estar en casa, necesito despejar mi mente.
¿Quién realmente soy?
Todo el mundo pregunta quien verdaderamente es cuando sus respuestas se encuentran en sus acciones, en algún momento tengo que hablar con Santi y hablarle de mi pasado, no es algo que decepcione y me deprima, pero si desvaneció parte de mí, aunque no lo acepte y mi cuerpo con rasguño es la prueba.
Salgo de casa, me pongo los audífonos y reproduzco una canción de Mila, una artista que descubrí en Spotify hace medio año y logré identificar. ¿cómo un artista puede transmitir tanas emociones con sus letras? ¿Experiencias vivientes?
Aparte de Sandra, tengo a Juan, Pablo, Ana Julia y Camilo, quienes hablo y salgo, sin embargo, no nos conocemos tan a profundos, solo estamos ahí en el mismo estatus y en el mismo comedor, algún día puede que desaparezca.
Vivimos primeros siete años en República Dominica, nació ahí, luego viví en México tres años y ya de ahí nos mudamos y establecidos en España, ya aquí tenemos once años, si, tengo 21 años, el año pasado viajé a mi país natal junto con mi padre para donde mis abuelos maternos, allá disfrutamos un poco de nuestras playas cariñenas y el sol que hace, amo mi país natal, siempre lo destacaré y presumiré, aunque pertenezca al tercer mundo.
Mi celular vibra y es dos mensajes de Santi.
“Hola preciosa, he llegado ya a la facultad, tomaré la segunda clase, espero que todo marché bien y “te mejore” Te amo, pasaré en la tarde a tu casa y continuamos”
Sólo envié dos emojis y seguí mi ruta.
🔥🌚
Creo que sería buena idea visitar a mis tíos, siempre me han caído bien, se han preocupado por mi desde aquella noche, también los adoro, sé apreciar a alguien que se interese en mi bienestar.
Cruzo la calle y paso delante de otras personas que iban con prisas, yo estaba tranquilamente y sin prisas, caminar liberara ciertas partes de mi serotonina, es como mi hormona que me lleva directo a esa felicidad que he buscado, aunque sea por sesenta segundos.