Angel cruel

Capítulo seis "mal humor"

Mal humor.

Hoy he vuelto a la facultad con cero buen humor, casi todos gritaban que me extrañaban.

Juan, Pablo, Ana Julia y Camilo se acercaron a mi dándome un pequeño abrazo antes de tomar asiento donde estaba estudiando con Sandra.

—¿Y qué tal las vacaciones no vacaciones? —Pregunta Camio quien se sentó

 a mi lado.

—Bien, aburridas y tomando muchos medicamentos. —Dije sarcásticamente sin que ellos lo notaran.

—Tu novio está acabando con media chicas de la facultad, está guapo. —Dice Ana Julia y tomo un sorbo de mi coca cola, quiere empeorar mi mal humor. —¿Qué? Solo es verdad.

—Es de mi hermano y del novio de Meredith de quien hablas. —Contrataca. —Además tiene a tu novio por ahí.

—No soy celosa.

Giré y Santi charlaba con su grupo de amigos donde estaban chicas, el grupo donde compartía a diarios con ellos.

Molesta, tomo mi mochila sin escuchar a Sandra quien me llama voy a mi tercera clase del día “Psicología del aprendizaje” no aguantaba mucho a Ana Julia los últimos meses, sé que le gusta Santi, pero ya el nivel de su cinismo me estresa, ¿celosa? Efectivamente, me ha arruinado el poco humor que me traje.

—Bienvenida a clases nuevamente señorita Payne, un gusto tenerla en clase desde temprano.

—Igualmente. —Respondí mientras ubicaba mi asiento.

—Ya extrañábamos esa cara de enojona, eres especial, no vuelvas a faltar tantos días.

Lo tomaré en cuenta en mi funeral, respondí mentalmente, el profe era genial no merecía mi mal humor.

—Espero no volver a faltar nunca más, amo las clases. —dije, obviamente no.

Los alumnos llegaban, yo me perdí entre mis pensamientos sobre Santiago con las chicas o peor, con Ana Julia, no es que desconfíe, es que me molesta los comentarios de la desdichada.

—Como les decía hoy tendremos un examen sorpresa, claramente la señorita Payne no lo tomará porque estuvo ausente por varios días y se le exonerará está vez, así que señorita, puedes ir a la biblioteca a realizar cualquier actividad que le interese.

Le tomo las palabras y me marcho, pero en vez de ir a la biblioteca fui a la cafetería por un capuchino.

Con mi capuchino en mano camino por todo el pasillo, camino sin un rumbo fijo y con mil pensamientos aleatorio, mi celular ese ha quedado en casa así que adiós música por un día, ya me estoy aburriendo y no me apetece leer.

Juan Pablo estaba por la grada y así que decido hacerle compañía, es el único sensato de aquello tres junto con Sandra, es medio reservado, analizador y curioso.

—¿Te saltas las clases?

—Noup, había examen sorpresa y como estuve ausentes unos días me lo perdonaron, me enviaron a pasilla, exactamente no fue eso, pero da igual. ¿Y tú? ¿Te sucede algo?

Se queda en silencio.

—La pregunta seria, que no sucedería.

—¿Me da una calada de tu cigarro?

—Si Santiago se entera me asesina. —No está, mi madre me lo ha prohibido por completo y de alguna forma u otra me tiene vigilada.

—Sufres de ansiedad, es lógico que te lo prohíban, no es sano en ninguna de tus condiciones.

—Dag. —Respondí. —Estoy celosa la verdad.

—¿Aja? No somos ciegos, lo hemos notado.

Di otra calada del cigarro para devolvérselo, ambos estamos en silencio contemplando la cancha, justo comenzó a caer agua, comenzó a llover de repente y un poco fuerte.

Juan Pablo hizo señas para que nos fuéramos, le dije que no, me quedaría, así que se quedó por igual.

—¿Crees que Camilo se fije en mi algún día? -Eso me tomó por sorpresilla verdad.

—¿Te gusta Camilo? Que mal gusto, pero lo respeto.

—Es lindo y su personalidad es extraordinaria, si no pasara tanto tiempo con Ana Ju fuera una persona totalmente diferente.

—La misma mierda sería.

Lo bueno es que mi mochila esta vacía, lo que traje están en mi casillero así no me preocupo por nada estando bajo la lluvia.

—Nos vamos a resfriar.

Nos fuimos de la cancha para dirigirnos al comedor, está techado así que todos ha de estar ahí antes de irse a casa, ya casi es hora para algunos.

—¡Por Dios santo, Meredith! —Exclama Sandra. —¿No aprendes?

—No veo porque huirle a la lluvia cuando anhelamos y nos desvelamos diciendo cuanto nos gustas. Si te gusta el sol, ¿por qué te vas a la sombra?

—Poético. -Dice Juan Pa.

—Vámonos, Santi nos está esperando por ahí. ¿Quieres un aventón, Juan? -Afirma y salimos.

—¿Cómo nos dejará subir empapados de agua?

—Vamos y nos quedamos parados aquí hasta que nos sequemos. —Ruedo los ojos.

Sigo caminando hasta que llegamos al grupo de Santi, bueno, casi, me quedé detrás de Juan pa tratando de esconderme. A veces me regañaba y no me gustaba ese lado.




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