Ángel de sangre

Capítulo 18. Antes de la muerte

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Antes de la muerte

 

Los tres jóvenes caminaban con tranquilidad entre las calles, deteniéndose algunas veces a admirar los escaparates de las tiendas —especialmente en donde demostraban la comida que había dentro, el apetito voraz de Yannik no solía tener suficiente con un desayuno sencillo—.

Además, ingresaron en algunos negocios más en busca de un poco de ropa interior o utensilios que les servirían en su futura vida errante.

Por supuesto, las historias que Yannik contaba sobre las cosas que esperaban fuera de la colonia, maravillaron tanto a Aiken que incluso lo hicieron desear marcharse más pronto.

Según él, la naturaleza había recuperado el control del mundo y lo había hecho aún más bello de lo que fuera algunos cientos de años atrás.

Levi escuchaba el relato del más bajo con mucha atención, aunque se distrajo cuando un fuerte golpe resonó en sus oídos y unos segundos después, Aiken miraba su brazo izquierdo sorprendido.

—Creo que está lloviendo —anunció.

Era realmente extraño que hubieran temporales de un momento a otro en el centro de la colonia. Por lo que Aiken sabía, los reguladores eran quienes se encargaban de manipular el clima para evitar problemas con sus habitantes. La última vez que había ocurrido, golpeó a un híbrido con su auto.

Si el clima externo comenzaba a influir en un lugar donde no debería, entonces significaba que había problemas. Y los problemas nunca eran una buena señal.

La última vez que había ocurrido, golpeó a un híbrido con su auto.

Yannik parecía compartir su preocupación, aunque no deseaba decir nada frente a Levi, por lo que decidió reflejarla en una ligera mueca.

De nuevo, otro estruendo interrumpió el hilo de los pensamientos del castaño, quien elevó la cabeza por inercia y no se encontró con nada. Con el ceño fruncido, sujetó mejor los bolsos que cargaba en ambas manos y reanudó sus pasos, reuniéndose con los chicos que iban unos metros más adelante.

Salieron con prisas del centro de la colonia, rezando con todas sus fuerzas que no se encontraran con la lluvia en medio del camino. De otra manera, tendrían que usar acopio de toda su rapidez y apresurarse a llegar a su hogar.

No tardaron mucho en alejarse de la civilización y encontrarse con los relajantes sonidos que las pequeñas reservas de vegetación dentro del lugar les ofrecían. Por supuesto, Levi volvió a distraerse con otro sonido, esta vez aún más fuerte y más cerca que el anterior.

Pronto descubrió que no se trataba de una paranoia infundada, o de verdaderos ecos de una pelea, sino que era su oído el que conseguía percibir con claridad la caída de las gotas de lluvia y su colisión con lo que fuera que tocaban al final, para después desaparecer.

Esbozó una diminuta sonrisa al lograr encontrar la belleza en, por lo menos, una de las muchas cualidades que le habían sido forzadas a recibir cuando fue convertido en un híbrido.

Permaneció inmóvil en su sitio, cerrando los ojos para permitirse a sí mismo deleitar lo relajante que podía llegar a ser el bullicio. De alguna forma, había cierta calma en lo aceleradas que parecían ser las cosas donde habitaban las personas.

Su sonrisa se ensanchó aún más al sentir algunas ráfagas de viento precedentes a la tormenta, que se presentó con fuerza desde el inicio, aunque eso no le molestaba en absoluto.

Creyó haber encontrado la paz cuando escapó de su encierro, y sucedió lo mismo cuando Aiken comenzó a incluirlo en su rutina, pero en ese mismo instante, de pie en medio de la nada, siendo bañado en múltiples lágrimas del cielo y balanceado ligeramente por el viento, estaba seguro de que eso era la verdadera paz.

Nada de pensamientos de ninguna clase, tan sólo el sentimiento de libertad al poder disfrutarlo todo.

Nada de preocupantes movimientos cerca de él o la desconfianza continúa hacia cualquier cosa que le dirigiera la mirada.

Su miedo y toda la desesperación que sintió durante más de un año se desvanecieron para darle paso a la aceptación de todo lo que estaba ocurriendo.

No era humano. Y no era un demonio tampoco.

Era nada y todo a la vez, por más extraño que resultara.

Él sólo era él, Levi, un chico que aún no había vivido lo suficiente.

Inhaló con fuerza, tratando de acaparar todo el oxígeno que los pequeños árboles podían ofrecerle, sintiendo esto como si fuera una especie de apoyo.




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