Angel Guardian

-Capítulo 16.5- A prueba.

 

Primera corrección: || 27/ 08 / 2019 ||        

★★★★★★★★★★

Marrom-

Llevamos un buen rato y no veo progresos, esto estaba saliendo mejor de lo que esperaba. Necesito sacar provecho de la situación y conseguir tiempo suficiente para pensar en una solución, debo encontrar el modo de enseñarle que puede vivir con la muerte de su hermana sin matar a nadie.

Debe ser insoportable el dolor de saber que el asesino de tu hermana vive y respira el mismo aire que cualquier de nosotros. Hay momentos en los que no puedo evitar cuestionarme. Es decir, ni siquiera puedo entender por qué odiar a quién te hizo daño está mal. Las cosas que no comprendo, tengo que fingir entender y existe una fina línea entre lo bueno y lo malo que cada día se hace más borrosa.

En ocasiones me pierdo entre las incontables dudas que mi mente puede recordar con claridad. Creo que la única razón por la que me encuentro de pie todavía, es porque quiero que todo esto termine. Necesito la seguridad de que podré librarme de lo que el mundo me obliga a soportar mientras mantenga el contacto con los humanos, anhelo poder encontrar el fin de la misma existencia. Sin ángeles ni demonios, sin mal ni bien, sin necesidad de proteger a nadie, ni siquiera a mí misma. Quiero encontrar el descanso eterno y jamás volver a despertar.

Me recuesto sobre la mesa organizando mis confusos pensamientos.

— Ya sé que irradio belleza hasta cuando babeo, deja de mirarme —bufa malhumorado—. Eres una jodida molestia.

Rayos, ni siquiera había notado que llevo un buen rato observando el mismo punto.

— ¿Y bien? —pregunto con indiferencia, ignorando sus palabras— ¿Ya terminaste?

Suspira y empuja su peso hacía atrás para mover la silla y causar un chirrido horroroso. Me pregunto cómo Rex puede seguir durmiendo con todo el alboroto que estamos creando aquí.

— No eres de mucha ayuda —dice con cansancio mientras desliza sus manos por el rostro—. Al menos podrías darme una idea de cómo descifrar esto.

— Oh no, a mí no me mires —me apresuro a negar—. Yo no uso esas cosas del demonio.

Y no tienen ni idea, lo cierto es que si libero esa información sería el final de mi corta travesía. Me he esforzado demasiado todos estos años y no tengo intenciones de tirar por la borda mis progresos.

— ¿Y cómo pensabas abrir el maldito archivo si no sabes usar una simple computadora? —me observa fijamente esperando a que diga alguna cosa.

Analizo cuidadosamente mi respuesta, debo tener cuidado con lo que digo, ya que Ethan le busca un sentido negativo a cada una de mis palabras. Intenta tacharme de amenaza y si le doy la menor oportunidad no dudará en tomarla y esto terminará mal para ambos, aunque él no tenga la menor idea de ello.

Si fuera por mí ese archivo estaría bajo tierra o en el polo norte, metido en el iceberg más profundo que hubiera encontrado. Por más que me guste la idea, la realidad es muy distinta.

— Quizás hubiera pedido ayuda... —suelto un tanto avergonzada, sus ojos puestos en mi rostro solo intensifican el color carmesí que comienza a calentar mis mejillas al subir por mis pómulos—. Deja de mirarme, no dije nada importante.

La inocencia no me va, soy de las que prefiere estar a la defensiva y en vez de hacerse la tonta en una conversación, pero no me puedo arriesgar. Ethan es el bastardo de mi protegido, pero como dije antes y vuelvo a repetir; tengo que protegerlo de todo y eso lo incluye a él. Soy de la idea de que el mayor daño nos lo hacemos nosotros mismos, tenemos tal poder sobre nuestra mente que sin darnos cuenta podemos condenarnos cuando no existe nadie más que lo haga.

Ethan se pierde en sus pensamientos durante un largo periodo de tiempo y yo solo continúo observando los movimientos de sus dedos en el teclado al digitar cifrados y códigos extraños, es impresionante ver lo ausente que está y a la vez no pierde el ritmo ni la concentración en lo que hace.

Algo bastante contradictorio, pero real.

Me permito bajar la guardia un poco y suspiro suavemente con cansancio, los humanos necesitan dormir. Esa simple acción me parece una pérdida de tiempo, pero para mi desgracia es necesario que recupere fuerzas o el cansancio no me dejará progresar en mi cometido.

— Es hora de irnos —suspira y cierra su laptop justo frente a mis ojos para luego levantarse pasando de mí.

— No hemos terminado —mascullo malhumorada, aún no quiero irme de aquí. Necesito más tiempo para pensar—. Sigues sin abrir el archivo.

— La policía pronto movilizará a su gente, debemos llevar la delantera —habla con cansancio mientras se acerca a Rex—. A no ser que quieras ir a prisión, lo mejor será seguir nuestro camino. 

— Pero no puedo irme, tengo que recuperar mis cosas —pongo la cara más convincente que puedo improvisar en una fracción de segundo, él voltea y me observa con incredulidad, pero yo no doy el brazo a torcer y mantengo mi firmeza y seriedad.

— ¿Tienes algo importante que nos pueda servir? —inquiere levantando una ceja y se cruza de brazos.

— No —frunzo el ceño indignada. ¿Acaso mis cosas tienen menos valor que la suyas? Imbécil—. Tengo cosas importantes que me sirven a mí.

Niega en silencio y continúa su camino hasta quedar a unos centímetros de Rex y lo sacude como si de un trapo se tratara.

— Hey, despierta feo durmiente —dice con una voz más calmada y juguetona—. Deja de perder el tiempo que nadie te va a besar.

Dino bosteza y se estira intentando levantarse de forma elegante, pero solo consigue verse ridículo; una mala imitación de galán mexicano.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, angel de la guardia

Editado: 10.06.2020

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