Ángel [vancouver #1]

Capítulo 12. Comedia de un corazón roto

Ángel.

Cuando dije que recibí un flechazo al ver entrar a Danna Moretz — así se presentó al momento que descubrió in fraganti mi mirada bobalicona — hacía énfasis en lo guapa que es, en esa seguridad que inspira solo ver sus ojos magnate que parecen pintados por el mejor de los artistas y aquel sex appeal que baña todo su cuerpo.

No pude evitar sentirme alterado hasta el punto de sufrir un infarto cuando me invitó a sentarme en su mesa, ella tiene una voz ligeramente grave y aterciopelada, bien podría fungir como actriz de doblaje. Algo en ella supo que mis intenciones iban más allá de ser cortés con una chica que parecía fuera de lugar como todo ese glamour que derrochaba con solo parpadear y de alguna manera eso fue lo que me alentó a continuar con aquellas miraditas robadas que decían más que las palabras y aquel vaivén de mi dedo índice en su rodilla que no pareció afectarle en lo absoluto.

En algún momento de mi vida descubrí que lo mejor que podías hacer al terminar una relación — dolorosa, traumática y donde te han pintado los cuernos — es simplemente gozar de tu soltería sin hacerle daño a nadie, encontrando alguien que esté en el mismo acuerdo contigo y no pase más de una diversión de ratos.

Y eso es lo que diferencia a Gwendolyne Rowell de Danna Moretz.

Por un lado la chiquilla de cabellos marrones es aquella que se desvive por el amor, se le nota en la mirada y la manera en que tomó aquel beso de borrachera, solo me confirmó mis sospechas. Ella anhela un cuento de hadas y no importa cuánto trate de ocultarlo, es una marca personal que forma parte de ella y la describe como persona.

Por otro lado, Danna está llena de experiencia a sus veinticuatro años y con un sentido tan poco común de las relaciones maritales que bien podría considerarse como aquellas chicas que solo buscan pasar un buen rato y eso está bien. Ella va más a un grupo de personas que apartan el amor del sexo, que un par de besos robados no son más que un minuto de su vida que le ha añadido una nueva experiencia.

Gwren tiene un corazón ardiente de emociones que guarda cada detallito pese a que no se le pueda describir como romántica mientras que Danna lo guarda bajo llave para poder seguir guiándose por el raciocinio, para poder engullirse en caída libre al deseo sin preocuparse de tener un corazón rato.

Y es ese pequeño detalle lo que la vuelve una joya oculta, una chica que parece buena idea para olvidar a la perra traicionera de Jane Keller sin que ninguno de los dos salga fracturado, sin que tenga que verme como un completo imbécil para admitir que apliqué el dicho de un clavo saca otro clavo.

Yo quiero olvidar a Jane Keller y Danna pasar el momento para añadirlo a su lista de experiencias, suena bien para mí, un trato tan justo que no hace falta que lo digamos, se entiende entre líneas, ella es capaz de leerme como yo lo hago con ella. Tenemos una extraña conexión pero no de esas que pintan los libros con dos protagonistas de novela romántica sino como la de un par de desconocidos que parecen conocerse de toda una vida, que se entienden a la primera hasta el punto que son capaces que intuir lo que quiere el otro. ¿Has alguna vez congeniado tanto con alguien desde el primer “hola” que solo tienes ganas de desembucharle tu vida a la primera? Así me siento con Danna.

— ¿Cómo es que un chico de veintidós es director de una empresa? — pregunta Danna, incrédula mientras se lleva su café a la boca, sus ojos no dejan de escrutarme —. ¡Parece imposible!

— Cosa de la junta directiva — contesto. La historia es aburrida del cómo llegué a ser la cara del Grupo hotelero Vancouver, teniendo en cuenta que es de los más famosos en toda Grecia, pero de alguna manera termina por asombrar a quien llegue a contársela —. Lo vieron como mercadotecnia. Imagina esto «el mayor de los Vancouver que apenas alcanza la mayoría de edad es la nueva imagen de uno de los imperios hoteleros más importantes del país », llama la atención, no puedes negarlo.

— ¿Entonces solo eres una fachada?

— Al principio sí — sonrío un tanto avergonzado —. Tengo un porcentaje de acciones al igual que mis hermanas y los demás socios, cada que se toma una decisión crucial se debe consultar con ellos. Cuando recién tomé mi cargo fue como si estuviera de estadías: me enseñaban qué hacer, qué decir, cómo portarme… pero todo por encimita y no los culpo, yo era un niño que no tenía mucha idea del negocio de sus padres — me encojo de hombros, restándole importancia —. Aún sigo sin tener mucha idea pero ya tengo más experiencia y un buen equipo de trabajo.

— Suena a novela.

— Lamentablemente así pareció mi herencia.

No sé en qué momento sus dedos alcanzaron mi brazo y tampoco cuándo fue que nos acercamos tanto hasta el punto en que noto la incomodidad de Claudio quien se ha escudado en la pantalla de su celular. Pobre chaval, ha de ser tedioso que coqueteen con tu hermana frente a tus narices, si alguien hiciera eso con Elena o con Sara sin duda alguna le rompería la cara.

— Ya hemos hablado mucho de mí — inquiero, ella parece muy entretenida con el jugueteo de sus dedos —. Cuéntame de ti, ¿a qué te dedicas?

— Formo parte del buffet de abogados de uno de los amigos de mi padre — hace una pausa al notar cómo se me han desorbitado los ojos —. ¿Qué?

— No me lo esperaba.

— ¿Pensabas que me la pasaba en salones de belleza con una revista de modas? Pues sí. Me encanta verme bonita y estar en la últimas de los certámenes pero también amo mi trabajo — sonríe, maquiavélica —. Es divertido patear traseros mientras te portas como una perra y que además te paguen por ello.

— ¿Así es como describirías un abogado?

— También como malditos orgullosos — relame sus labios con picardía, de verdad tengo ganas de besarla —. Nos encanta tener la razón.

Miro su boca, ella ve la mía. Estamos tan cerca que podría enterrar mis manos en su cabello y atraerla hacía mí para borrar los ojos lastimeros de Jane Keller. Me fastidia tenerla en mi cabeza pero no puedo evitarlo, fueron años los que estuvimos juntos y la amé tanto… aun la quiero pese a que me haya engañado con mi jodido mejor amigo que terminó siendo el peor de todos. Fue Judas y me traicionó con un beso, en el sentido de que el beso significase metérsele entre las piernas a mi ex prometida.



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En el texto hay: amigos, drama, amor

Editado: 11.10.2020

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