ÁNGEL DE LA MUERTE
-Entonces ¿No sabes nada?-
Mis manos estan húmedas, tendre que lavarme con mucho jabón para no tener este aroma a hierro y azufre.
-Cof, cof, cof. ¿Qué eres? cof, cof-
El demonio esta escupiendo sangre por su boca. Las varillas que atravieran sus hombros y piernas lo mantienen inmovilizado. Sus manos estan rodeadas con cadenas de fuego. El dolor es palpable y me observa odiando lo que le estoy haciendo.
Estamos en una de mis habitaciones privadas de mi sótano. Es una versión pequeña del reino infernal, antes de ser El Ángel de la Muerte pasaba mucho tiempo en el infierno haciendo trabajos de mi padre. Después de mis primeros 200 años tuve un apodo muy particular que no difiere mucho al de hoy. ¿Qué? Es normal para mí tener un lugar así aunque en rara ocasiones lo utilizo.
Pero ese tiempo era alguien totalmente diferente al que soy hoy, ni por sueños pensaba que tendria este cargo. Cuando me tocó andar en la tierra hice tambien mis revueltas pero después tuve una perspectiva diferente. Uno nunca sabe donde va terminar.
Mi subordinado me trae una toalla y me limpio las manos pronto se despertará el alma de Elea y no quiero que venga a este lugar. Quería tener un momento privado con el interrogado. Mi traje definitivamente se ensució.
-¡Amo! ¡Dejeme a mí con el interrogatorio!-
El demonio de cuernos frente a mí se muestra emocionado, trae consigo unas pinzas, tiene rato de no jugar con invitados.
Aún que viván hoy en la tierra, algunos no pierden las mañas antiguas. Esta en nuestra sangre desde el inicio de los tiempos. Lo miro directamente y sabe que me agrada la disciplina. Tienen prohibido jugar algo así con los seres humanos y demonios que me pertenecen. Sus desastres son los míos por tanto deben cuidar sus pasos.
-¡Tranquilo! Necesito que este conciente... ¡Algunos días!...- Le afirmo. El asiente entendiendo mi idea. Sé que encontrata maneras de tenerlo despierto, pero yo tengo otras.
El capturado es un demonio mayor, no puede escapar de mis barreras y tuvos metálicos. Son hechas para retener hasta un principe demonio. Las hice yo mismo y estan totalmente comprobadas. Entre más luche más absorbera su poder demoniaco y lo debilitará a cero.
Para un demonio mayor es difícil que alguien lo controle, a menos que sea un principe demonio. Atraigo una silla y me siento frente a él. Le gusta vestirse bien, lástima que su traje fue hecho pedazos y apenas sobrevivio. Hay demasiada sangre cayendo en el piso. Lo bueno de los demonios es que podemos sanarnos aunque gastamos mucha energía y en su caso lo hara tan lentamente.
-Eres Ether ¿Cierto?-
Es minímo pero note el brillo en sus ojos, la sorpresa al escuchar su nombre. Los demonios tenemos un tabú respecto a decir nuestro verdadero nombre. Siempre ha sido así. Demasiadas hipótesis apuntan que al decir nuestro nombre podríamos ser invocados y tener amos.
No me refiero a la historia que los humanos nos invoquen, ellos solos nos abren puertas a su mando. La triste verdad es que un demonio al dejarlo entrar ellos tienen el poder de hacer y deshacer. Un humano normal no puede manejarnos menos servirles.
Aclaro ellos les dejan pensar que tienen el control total de la situación... esto ha pasado una y otra vez. De ahí suceden grandes catástrofes en la tierra.
-¿Te sorprende que sepa tu nombre?- No es díficil tener información del mundo infernal.
-¿Eres un ángel de la muerte?¿No debías entregarme a los ángeles? Actuas diferente a uno...cof, cof-
¡Pobre! La mayoria comete ese error. Lo llevare en su momento indicado antes quiero aclarar ciertas cuestiones.
-Te lo vólvere a preguntar...-
Digo introduciendo otra mas delgada cerca de su estómago y olvidando el hecho que yo sí sé quien es él.
-¿Por qué quieres el alma de Elea?-
Él me ignora totalmente tratando de safarse las manos y aguantando gritar por dolor.
-Bueno, parece que quieres por la vía difícil... ¡Vendre en otro momento! Mientras te dejo en excelente compañía con mi mascota-
Una puerta de hierro se abre y aparece una lagartija alada llena de puas. Sus ojos son rojos y tiene largas garras. Le gusta morder y jugar la comida antes de querer comer algo de su presa. Sus líquidos son tremendamente calientes.
-¿Es...? ¿Cómo tienes una cosa así?- El empieza a moverse más.
Yo me acerco a la salida de la habitación y me detengo, lo miro y sonrió. Entonces parece que ha entendido que no soy lo que la gente piensa. Sí soy un ángel de la muerte pero no me agrada que se metan en mi trabajo y lo manchen.
-... Eres muy joven me imagino que alguna vez escuchaste historias viejas de sobre un "Ángel negro"...
- ¿ Y perdición?, ja ja ja ¿Es chiste?-
Su rostro deja de sonreír, no me muevo ni un milímetro, en cambio observa mis ojos atentamente y algo en su interior se asombra. Un temblor paso a través de su cuerpo.
-...Esas son absurdas historiassss, tú no puedes... ¡Es mentira!..- Con más esfuerzo intenta safarse de mi prisión.
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Editado: 05.12.2021