Año Bisiesto

Episodio 5: Ronda final

Reed.

Le pedí a Todd y a Luque que se encargaran de organizar la ronda final, mientras yo contemplaba a Darcy.

Se notaba que, no estaba acostumbrada a beber tanto, sus mejillas estaban rojas, aunque, seguía estable al caminar y coherente al hablar.

Su cabello caía en su espalda, dejando las finas tiras del vestido expuestas en sus hombros.

Era cierto, jamás la había visto en vestido o con el cabello suelto.

Darcy como sintiendo mi mirada, volteó a verme, sus ojos azules me atravesaron y nos quedamos un par de segundos así.

Hasta que, Darcy rompió el contacto visual para atarse una cola en lo alto de su cabeza. Incluso en su estado se veía tan hermosa que, era injusto para el resto de las chicas en la fiesta.

Iriel hablaba con ella y me sorprendió que Mila no estuviese allí.

—¿Listos para la ronda final? —preguntó Todd haciendo que todos los presentes enloquecieran—. Bien, cada finalista colóquese a un lado de la mesa.

Darcy se acercó a su lado y vio con cara de susto los vasos.

—¿Sabes que el ganador le pone una penitencia al perdedor?

—¡Eres un idio…!

—¡BEBAN! —ordenó Luque y todos comenzaron a vitorear apoyando a su finalista favorito.

Tomé los primeros dos vasos y los bebí como si fueran agua, los lancé al suelo y sonreí viendo que Darcy a penas iba por el primero.

Seguí bebiendo, aunque bajé un poco el ritmo, ya que, la idea era ganarle y no humillarla.

Darcy se llevó su octavo vaso a los labios cuando mi hermana apareció en escena.

—¡¿Pero qué diantres?! —Tomó el vaso de Darcy y se lo quitó—. Nena, no sigas tomando.

Hubo unos cuantos abucheos y las personas comenzaron a disiparse.

—T-tranquilaaa —dijo Darcy arrastrando las palabras—. No dejaré que este… —Movió las manos torpemente frente a mí—. Me gané.

—¿Acaso se te olvidó contar? —cuestioné señalando sus vasos y el mío.

—No necesitas demostrar nada —comentó mi hermana—. Además, Reed nunca pierde.

Darcy frunció el ceño y vio el único vaso que me quedaba.

—Tienes razón, no vale la pena —soltó la descarada—. Además, quiero hacer pis.

Lo tomé y me lo bebí frente a ella.

—Gané —celebré.

Mi hermana me sacó el dedo medio, mientras yo le regalaba una sonrisa triunfante.

—Vamos, los chicos nos esperan para jugar 7 minutos en el paraíso —manifestó mi hermana.

La sonrisa se borró de mi cara.

—¿Acaso no ves en el estado en el que está? —le pregunté rodeando la mesa.

—Sí, y todo es gracias a ti —me reprochó mi hermana.

—Te llevaré a tu casa. —Sujeté el brazo de Darcy, pero Mila me separó de su amiga.

—¿La penitencia es tenerte de niñera? —se burló Darcy—. Vete con tu club de fans, aquí molestas.

—No estás pensando de manera racional —declaré, pero antes de poder decir algo más, Darcy movió la mano frente a mí como diciendo “Hablas mucho”.

Se dio la vuelta y se fue con mi hermana escaleras arriba.

«Va a los cuartos», pensé con la sangre hirviéndome en las venas.

Todd y Luque se colocaron a mi lado.

—Capitán, lo siento, pero yo también quiero jugar con ellas —mencionó Todd sonriéndole a Darcy.

Hice un ejercicio de respiración y miré a Todd furioso:

—¿Es en serio?

—Sí, es solo un juego y la chica nueva es linda, quizás ella y yo… —Tomé a Todd de la camisa y lo levanté del suelo.

—Te acercas a Darcy y te mat…

—Reed, cálmate —pidió Luque interponiéndose entre Todd y mi furia.

—Lo siento, capi, no tenía idea de que te gustaba —se disculpó Todd levantándose del suelo.

—Ella… —Expulsé el aire de mis pulmones—. No me gusta.

—¿Entonces? —preguntó Luque entrecerrando los ojos.

—Es la amiga de mi hermana y está ebria, es un instinto protector que todo hermano mayor tiene. —Era una excusa tan ridícula que me sorprendí de que ellos asintieran.

—Vale. —Todd miró a Luque—. Prometo que seré caballeroso.

Ambos salieron corriendo escaleras arriba y me quedé tratando de calmar mi furia.

¿Por qué me molestaba lo que hiciera esa niña presumida?

Negué con la cabeza.

No, no era mi problema lo que esa engreída y mi hermana hicieran.

Avancé varios pasos, pero me detuve en seco recordando lo ebria que estaba Darcy. Gruñí frustrado y subí las escaleras.

No era difícil imaginarse dónde se jugaba semejante juego tan infantil.




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