Mi corazón late fuerte al ver la rosa roja que descansa sobre el tapete en la entrada de mi apartamento. Mis manos comienzan a sudar y miro en ambas direcciones en busca de la persona que la ha colocado ahí pero no logro encontrar a ese rostro familiar.
Me inclino y tomo entre mis manos el obsequio que han dejado para mí. Lo observo detalladamente sosteniéndolo frente a mí rostro con las manos temblorosas. Cualquier chica se alegraría de recibir una rosa roja en San Valentín, un regalo clásico que hace sonreír a toda mujer…
Menos a mí.
Cierro mis ojos, inhalo profundamente y dejo salir mi respiración con lentitud tratando de calmar mis nervios.
–Quizás sea solo una coincidencia –me repito a mí misma– o una broma de mal gusto –concluyo con pesar mientras inconscientemente paso mis dedos por la cicatriz en mi pecho
Introduzco la llave en la cerradura y la hago girar para así abrir la puerta que da acceso a mi hogar. Al entrar oprimo el interruptor de luz pero no ocurre nada, extrañada camino entre la penumbra hasta la lámpara más cercana pero mi camino es obstruido por una sombra. Aún en la oscuridad puedo detallar su rostro, ha sido el protagonista de mis pesadillas.
–He venido a terminar mi trabajo –exclama mientras clava su puñal en mi pecho como aquel último San Valentín en donde el único testigo fue una rosa.
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Febrero -2018
Barquisimeto, Edo. Lara. Venezuela
Relato finalista del concurso #MicroCorazón de Sweek
Este relato se encuentra a la venta como parte de la antología "Libro de microrrelatos Sweek 2018"
Gracias por leer esta historia. No olvides dejarme tu opinión en los comentarios.
Te invito a visitar mi web dedicada a literatura argriman.com
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Editado: 15.11.2020