Los rayos de sol que comienzan a entrar por la minúscula ventana le imprimen calor a mi piel. Observo con tranquilidad como una hermosa mariposa se posa por fuera del vidrio y bate sus alas fervientemente y con alegría.
–Es una hermosa mañana –me digo a mi misma mientras deseo poder salir a dar un paseo.
Mi mano acaricia inconscientemente las sábanas de la pequeña cama sobre la que estoy sentada mientras mi mirada se pierde en las brillantes alas amarillas de aquella mariposa cuyo aleteo hace volar mi imaginación y distrae mi mente por un instante de esos recuerdos que ahora parecen tan lejanos.
El sonido de la llave en la cerradura me trae de regreso a la realidad al tiempo que veo entrar a aquel hombre alto y rubio con una bandeja con comida.
–Hora del desayuno –exclama con una sonrisa al entrar en mi habitación para dirigirse hasta la mesa junto a la cama y depositar sobre ella la bandeja que trae en sus manos.
Se acerca a mí y acaricia mi rostro limpiando con su mano la pequeña lágrima que comienza a correr por mi mejilla. Me separo de él con brusquedad pero el grillete que llevo en la pierna me recuerda que no puedo huir.
–Nos vamos a divertir, preciosa –expresa complacido para luego cerrar la puerta y así dar inicio a mi tortura diaria recordándome una vez más que la vida feliz que tenía junto a mi familia ha quedado en el olvido.
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Abril -2018
Barquisimeto, Edo. Lara. Venezuela
Relato creado para un reto de escritura.
Condición: Usar la palabra "Llave"
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Editado: 15.11.2020