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Abre la puerta de su casa y sale de ésta tras haber recibido el mensaje de Jack, avisándola de que ya estaba fuera. Ve su coche a unos metros de la entrada y camina hacia él a paso rápido, sentándose apenas unos segundos más tarde a su lado, en el asiento del copiloto.

–Hola –le saluda con una sonrisa, abrochándose el cinturón–. No hacía falta que vinieses a buscarme, podría haber ido andando.

–Quería hacerlo –le sonríe antes de volver a arrancar el coche–. Venga, elige: cine y tomar algo, o dar un paseo por el centro y tomar algo.

–La primera opción me gusta más, ya he ido al centro un par de veces con Evelyn –Brooke se acomoda en el asiente–. Además, hace poco se estrenó una película que tengo ganas de ver.

–Pues menos mal, porque yo también quería ir al cine.

Brooke le lanza una sonrisa antes de incorporarse un momento y encender la radio.

El trayecto al cine no es demasiado largo y lo hacen hablando un poco de las clases y de los exámenes y trabajos que ya están mandando; conversación que dejan a un lado cuando por fin aparca en un hueco libre y los dos bajan del coche.

Se acercan a la taquilla tras haber decidido la película que verán, coincidiendo también en eso, y muy a pesar de Brooke y de intentar lo contrario, es Jack quien la invita tanto a la entrada como a las palomitas que compartirán.

–¿De verdad quieres ver esta película? –le pregunta Brooke cuando entran en la sala, buscando sus asientos.

–Claro –dice rápidamente–. ¿Por qué no?

–Mirabas el cartel como si no hubieses escuchado hablar de ella nunca –enarca una ceja–. ¿De qué trata?

–¿Eh?

–La película –los dos se sientan–. ¿De qué trata?

Se quedan un momento en silencio.

Brooke le mira esperando una respuesta y Jack la mira sin saber qué decir. Se ha quedado completamente en blanco. Y ella se da cuenta al instante.

–Vale, me has pillado –dice finalmente–. Pero tiene buena pinta.

–¿Seguro que quieres verla? Podemos ir a ver otra, vendré a ver esta en otro momento.

–¿Qué? No, no. Claro que quiero verla –asiente rápidamente–. Si al final lo que cuenta es la compañía, ¿no?

Vuelve a sonreír y Brooke acaba por imitarle. Se quedan un momento así, mirándole y sin decir nada más, hasta que un grupo de chicos entran en la sala entre risas, acercándose a sus asientos que, para mala suerte de la pareja, está cerca de ellos.

–Como sean los típicos que no se callan en toda la película, les tiro el refresco a la cabeza –murmura Jack, lanzándoles una mala mirada.

–Vale, y yo les tiro las palomitas.

–Me parece un buen plan.

Ríen por lo bajo justo cuando las luces se apagan y la pantalla se ilumina, comenzando a mostrar los tráilers. Brooke se acomoda un poco más en su asiento, no sin antes lanzarle una mirada a Jack de reojo, y se centra en mirar la gran pantalla atenta.

La película dura casi dos horas y, a pesar de haber estado atenta a lo que ocurría en la pantalla, no ha podido evitar mirar a Jack más de una vez de reojo, encontrándose con su mirada en más de una ocasión. Está segura de que apenas ha prestado atención a la película, y la teoría se confirma cuando, al salir del cine, es ella la que comenta la película mientras Jack la escucha, atento.

–¿Y la escena de cuando están en la habitación y en el espejo no se refleja su silueta? Ha dado miedo, eh –comenta Brooke.

–Y tanto.

–Ya –Brooke comienza a reír–. Pues dime qué película has visto tú, porque esa escena no existe.

Jack se queda callado hasta que al final rompe a reír con Brooke, algo avergonzado.

–Bueno, eh… ¿vamos allí? –Jack cambia de tema rápidamente, señalando una cafetería que hay al otro lado de la calle.

–Claro, vamos –Brooke sonríe, dándose cuenta de cómo ha cambiado de tema, pero decide dejarlo estar. Ella también ha estado en más de una ocasión sin prestar atención a la película por la persona que tenía al lado.

Eligen una mesa para dos que hay dentro de la cafetería y ambos piden un refresco.

–Voy un momento al baño, no tardo –le avisa Jack y ella asiente.

Aprovecha el tiempo que él va a estar en el baño para encender su móvil –lo había apagado tras haber entrado en el cine– y mirarlo un poco. Se sorprende cuando ve la cantidad de mensajes que tiene sin leer e, incluso, algunas llamadas perdidas. Todas de Ruby. Al igual que casi todos los mensajes.

Frunce el ceño, leyendo los mensajes desde fuera. “¿Ya has salido con Jack?”. “¿Dónde habéis ido?”. “¿Hola? ¿Por qué no me contestas?”. Y varios más que se repiten.

Decide que no los contestará de momento y guarda su móvil cuando ve, por fin, a Jack acercándose a ella y sentarse en la silla de enfrente.

–¿Me has echado de menos? –bromea él.

–Uf, no sabes cuánto. Ya iba a ir a buscarte.

–Yo no hubiese puesto ningún impedimento, ¿eh? –los dos ríen y Brooke aprovecha para darle un sorbo a su bebida–. Cuéntame –le pide de repente, llamando su atención–. ¿Cómo llevas estas dos semanas en una nueva ciudad?

–Lo llevo bien, la verdad. Seattle me gusta mucho.

–Eras de Oregon, ¿verdad?

–Sí, vivía en Portland –responde ella, sonriendo un poco al recordar su antigua ciudad y donde ha vivido toda su vida–. Lo echo de menos, la verdad. Pero me gusta esto. Eso sí, la comida de mi anterior instituto estaba mucho mejor que la de aquí.

Jack suelta una carcajada.

–En eso estoy de acuerdo, la comida podría mejorar –concuerda él.

–Sí, y además, como…

Se ve interrumpida cuando su teléfono suena y ve el nombre de Ruby en la pantalla. La está llamando. Rechaza la llama y vuelve a centrarse en Jack.

–Perdón. Lo que estaba diciendo, que como soy vegetariana, pues el menú tampoco es muy amplio –se encoge de hombros.

–Que conste que hablé con la directora en más de una ocasión para que pusiesen un menú vegetariano por si alguna chica llamada Brooke venía la instituto, ¿eh? –bromea él, consiguiendo hacer reír a Brooke, una vez más.