Apariencias engañosas: El peligro acecha

13

Aparta la bandeja donde se encuentra su comida hacia delante, con una mueca, y soltando un suspiro. Una vez más, la comida del instituto no es que le guste especialmente a Brooke y no puede elegir el otro menú al ser carne. Se propone hablar de eso con la directora pronto, no puede ser la única vegetariana en ese instituto.

Coge la pieza de fruta y le da un bocado a ésta. Será lo único que comerá hasta que terminen las clases y, ya en su casa, podrá comer algo más.

–¿Por qué no coges algo de la máquina? –le pregunta Max.

–Porque los sándwiches no son vegetales y no me apetece almorzar bollería, la verdad –se encoge de hombros–. Al final, me traeré mi propia comida como no cambien un poco el menú.

–Toma –Jack le da su pieza de fruta–. Mejor que comas dos a sólo una.

Y a él se unen Evelyn y Max, dándole los dos el postre que comerían después de almorzar. Brooke les mira con una sonrisa, agradecida.

–Muchas gracias, sois un amor los tres.

–No sé si lo dices con ironía o de verdad –Evelyn la mira con los ojos entrecerrados.

–Me encanta la confianza que tiene en mí, ¿eh?

–¡Es que es verdad! –se queja y Brooke la mira, enarcando una ceja. Después, se queda un momento mirándola en silencio–. Por cierto, ¿te dolió?

Brooke la mira un momento, confusa, sin entender a qué se refiere.

–¿El qué?

–La primera vez –suelta, con ironía–. Los pendientes, tía. ¿Qué va a ser?

–Luego me dices a mí –Brooke se ríe, al igual que los chicos–. Pero no, no me dolió. ¿Por qué?

–Porque tienes muchos.

Es cierto. No sabe si muchos puede ser la palabra, pero sí que tiene ambas orejas con varios piercings en éstas. Se los ha ido haciendo desde hace un par de años, y está bastante contenta por cómo le han ido quedando.

–No, no me dolió –dice finalmente–. Además, tú tienes un piercing en la nariz, y ahí sí que duele más, ¿no?

–Claro, por eso te pregunto. Si yo me desmayé.

Brooke se queda mirándola un momento antes de romper a reír.

–¡No te rías! –exclama ella.

–Perdón, perdón –respira hondo, intentando cesar su risa–. Pero me ha hecho gracia.

–Pues podría haber muerto –suelta y se queda un momento callada–. Vale, no. Eso igual no. Pero bueno… –suspira y da un vistazo a su alrededor–. ¿Sabes? A mí sí me apetece bollería. ¿Me acompañas, Max?

Él acepta al instante y ambos se levantan.

–Sí, que vaya Max contigo, te vayas a perder –bromea Brooke, consiguiendo que su amiga le lance una mala mirada. Después, los dos se marchan a una de las máquinas expendedoras que hay cerca de la entrada.

–Te gusta molestarla, ¿eh? –le dice Jack.

–Es divertido –ríe ella, girándose hacia él–. Pero que conste que ella es igual conmigo.

–Ya veo ya –él asiente con la cabeza, riendo por lo bajo–. Necesito un poco de tu ayuda.

–¿Para qué?

–Para elegir el regalo de cumpleaños de Max. No creo que sea muy apropiado que vuelva a regalarle una colonia o unos calzoncillos como en los últimos… 7 años.

–¿En serio, Jack? ¿Tu regalo más original es regalarle una colonia o unos calzoncillos? Vale que un año sí, pero 7 años… –Brooke le mira, incrédula, aunque con una pizca de diversión en su mirada.

–Soy horrible para eso, lo siento –suspira dramáticamente–. Entonces, ¿qué? ¿Me ayudas? También podemos regalarle algo juntos.

–Vale, haré un esfuerzo y te ayudaré –acepta, bromeando.

–Me salvas la vida –se lleva una mano al pecho, aliviado, y él ríe.

Se acerca a dejar un rápido beso en sus labios que apenas dura un par de segundos. En ese momento, llegan de nuevo Max y Evelyn, con quienes terminan de comer en pocos minutos antes de salir del comedor e ir tranquilamente hacia clase.

Por el camino, se cruzan con Ruby. De nuevo, no la ha visto en el comedor y tiene la curiosidad de dónde pasa el tiempo durante esa pausa, ya que nunca pasa por allí durante esa hora, sólo lo hizo el primer día que ella pasó allí. Y se sorprende un poco cuando, al contrario de las últimas semanas, les saluda con un gesto de la mano y una sonrisa que parece un poco forzada. Pero, al menos, ha hecho el esfuerzo.

Sólo espera que su actitud con ellos cambie de ahora en adelante, tal y como hablando hace unos días. Y, de momento, va a mejor. Y Brooke está bastante contenta con ello.

Llegan al aula donde tienen la siguiente clase y se acercan a la mesa de Evelyn, colocándose alrededor de ésta y hablando entre ellos –cómo no– de la fiesta de Max, para la que ya quedan pocos días.

–¿Al final Ruby vendrá? –le pregunta Max.

–No lo sé. Me dijo que lo pensaría.

–A mí no me hacía mucha gracia que viniese, pero, al menos, ya no nos mira mal… igual la discusión que tuvisteis le ha hecho cambiar de opinión –comenta Evelyn. Más parece que está pensando en voz alta que dirigirse a alguien.

–Eso espero –Brooke suspira.

–¡Allí nos veréis, chicos! –comenta de repente Lexy, entrando en clase con su amiga Charlotte.

–Sí. Tengo una falda nueva que estrenar y que seguro que gustará a todo el mundo –añade ella.

–Qué guay –murmura Jack a mi lado.

–¿Y qué quieres? ¿Un premio? –Brooke la mira, enarcando una ceja.

Tras eso, dejan de mirar a esas dos chicas –con quienes, a pesar de las semanas que han pasado, sigue sin llevarse demasiado bien– y continúan hablando de ello, quedando en que los tres irán un poco antes para preparar un poco todo con Max.

Pero no les da tiempo a hablar mucho más ya que a los pocos minutos el timbre suena, la clase se llena, el profesor entra y cada uno se sienta en sus respectivos sitios.

* * *

Brooke disminuye la velocidad de sus pasos, con la respiración agitada, y da un sorbo a la botella pequeña de agua que se ha llevado cuando ha salido a correr. Está a punto de caminar por el pequeño camino que hay hacia su entrada cuando ve a Rose delante de ésta, mirando por una de las ventanas.



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En el texto hay: misterio, thriller, aparienciasymentiras

Editado: 05.12.2020

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