Apnea

Parte II: Matices de primavera (7)

Viernes 1 de mayo.

El día inicia desde muy temprano acomodando el hogar para las visitas, ya que llegarán a comer. Nuestra primera vez viéndonos como novios será en mi casa para celebrar los cumpleaños de nuestras madres, y eso me lleva a pensar en cómo serán otras relaciones, no sé de qué hablan, cómo se comportan, las citas que tienen o cómo iniciaron. ¿Las demás parejas también se ven gracias a sus madres? No entiendo, me hace creer que esto es extraño y por ende puede ser malo. Sólo es una sensación, no tiene por qué ser así, incluso creo que, si lo nuestro es distinto a lo demás, podría ser mejor. Con Alicia podríamos ser una relación que no termine como las otras.

Hay tantas dudas que tengo desde haber ingresado en secundaria, en especial sobre relaciones. Como muchos deben saber, al entrar en esta etapa todos empiezan una frenética competencia por conseguir pareja, suena gracioso, pero así lo veo. En primer año vi a muchos chicos pretendiendo con cartas y rosas a las niñas de mi grupo, mientras mis amigos y yo platicábamos sobre los juegos en línea que nos obsesionaban. Caminando por los pasillos veía parejas, aunque no les prestaba atención, poco a poco mis propios amigos empezaron a conseguir parejas y aquello me hizo sentir como si estuviese perdiendo la competencia. Intenté tener una relación en segundo año, sólo teniendo en cuenta el qué y el por qué, mientras ignoraba el cómo y el para qué. ¿Qué se hace con una pareja? ¿Debo abrazarla? ¿Ir a su casa? ¿Debo besarla? ¿Qué pasa si no le agrada? ¿Y si no sé besar? ¿Cómo aprendieron los demás? ¿Con qué tema se le habla a una chica? ¿Aprendieron todo eso o fue instinto? Mi mente giraba sin poder entender lo que sucedía y por eso es que no pude conseguir una novia… Igual no hubiera tenido sentido. Tal vez por eso tengo miedo, no sé qué hacer con Alicia, hablamos un poco más cariñosos desde el veintidós de abril, pero no ha cambiado mucho, es como si siguiéramos siendo amigos, de los que se gustan y quieren. Espero no arruinarlo, en serio que no quiero fallar. Ella vale el esfuerzo.

Todo está listo hasta que Alicia me avisa que están por llegar y eso aumenta mi pulsación ya que no sé qué decirle cuando baje del automóvil, no sé si deba ir y besarla. No, no haré eso. Me acomodo el cabello frente al espejo y reviso que mi ropa sea adecuada para recibirla.

La mezcla de terror y admiración me invadió al verla por la ventana bajar del vehículo. Luce hermosa, usa una blusa color negro con letras doradas y un pantalón azul índigo. Y en su mirada aprecio el mismo miedo que encierra la mía. Decimos tanto por mensajes que en este momento de vernos el pudor nos invade, pero no debo retroceder.

Después de saludarlos y abrirles la puerta, acomodamos lo que comeremos hoy, y en lo que nos da hambre, con inseguridad llamo a Alicia hacia el garaje para poder platicar… La conversación parte con miradas desviadas y desde aspectos demasiado comunes, los que comentarías con alguien que estás empezando a conocer, y poco a poco vamos profundizando, tomamos confianza. Par de tontos, ya hemos estado cerca el uno del otro, sólo es algo nuevo vernos como pareja, pero no es algo imposible una vez que entablamos plática. No conversamos así la ocasión anterior, no tuvimos oportunidad, en esta por el contrario hablamos más de nosotros mismos. Ella me cuenta sobre su primaria, los años que no nos vimos, su inicio en la pubertad, las amistades que ha tenido y como se ha convertido en quién es hoy. Habla demasiado, me encanta, no sé en qué momento empezó a verme a los ojos y tiene una mirada cautivadora. Me mantengo en silencio con comentarios ocasionales, es como si estuviese en una clase, aprendiendo más sobre ella, quiero conocerla en su totalidad.

En eso entra Jaime para decirnos que nos llaman nuestras madres desde el comedor. Ayudo a Alicia a levantarse del suelo y caminamos hasta allá. Ni bien entramos cuando su madre comienza a hablar.

—Ustedes dos, siéntense. ¿Cómo está eso de que son novios?

—Pues… somos novios…— respondo viendo a Alicia a los ojos.

—No, cuenten desde el principio, queremos saber la historia —dice mi madre.

—¿Sabían que las galletas son horneadas? —comenta Alicia rompiendo su silencio.

—Ajá, ahora cuenten.

—Bueno…— digo para tomar valor y comenzar la historia: —Pues para mí, todo comienza casi en segundo año de secundaria, cuando le envié una solicitud a usted y después me dijo que ella tenía un perfil para que la añadiera.

En eso a mi memoria llega ese día, fue hace más de un año, estaba en la computadora perdiendo mi tiempo en Facebook, saber que Alicia tenía por fin una cuenta me puso eufórico, estuve esperando por años a que sucediera. Lamentablemente no se conectaba, sólo tenía una imagen de ella en un tono café, casi no había cambiado. Casi no hablábamos y los temas eran de lo que había hecho, pero demasiado breves.



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En el texto hay: juvenil, drama, amor

Editado: 29.12.2019

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