Domingo 20 de diciembre.
Falta un día para el invierno y siete para el cumpleaños de Alicia.
Este día comenzó como cualquier otro: un desayuno en la mañana con un café y el vapor de este perfumando la cocina mientras escuchaba que puede faltarme todo mientras que no me falte Alicia. Platicaba con ella, como si hubiese regresado al ayer a buscar a la Gabriela que perdí. Nuestras conversaciones son interesantes de nuevo y ahí ambos volvemos a hablar con el mismo interés que en marzo de este año que casi termina.
Alicia: Buenos días, ¿cómo amaneciste?
Leonardo: Buen día, excelente, ¿y tú? Me ganaste la pregunta, por cierto.
Alicia: ¡Muy bien! Y sí, fui más rápida que tú.
Leonardo: Sí que lo eres, y dime, ¿qué estás haciendo?
Alicia: Estoy en mi cuarto escuchando música, me inspiro para dibujar o tal vez vea anime. ¿Y vos?
Leonardo: Estoy pensando en lo que haré hoy.
Alicia: Interesante…
Leonardo: Oye.
Alicia: ¿Sí?
Leonardo: ¿Podemos hablar de lo que pasó en Ambertag?
Alicia: ¿Quieres recordarlo?
Leonardo: Estoy seguro que sí te acuerdas, porque yo no consigo olvidarlo.
Alicia: No hagas esto.
Leonardo: Quiero proponerte algo…
Alicia: ¿Qué?
Leonardo: Nos gustamos y nos queremos todavía, ¿no?
Alicia: Sí…
Leonardo: ¿Te arriesgarías de nuevo conmigo?
Alicia: Sí, pero será nuestro secreto.
¡Exploto de energía con mis ánimos hasta los cielos!
Pasan tres días, el invierno por fin llega a la ciudad, hoy es miércoles a las diez con cincuenta y tres, en la obscuridad de mi cuarto, bajo la sábana, se nota la luz de un celular mientras que el viento revolotea al pino frente a mi ventana. Platicamos durante todo el día, balanceándome entre la cursilería y la formalidad, tratando siempre de no hostigarla o hacerla sentir poco querida. Es mi dolor de cabeza.
Llegamos hasta la medianoche y es cuando, a pesar de mis conatos por evitar molestarla, tenemos una pequeña discusión sobre lo que ha sucedido entre nosotros.
Alicia: ¿Y si realmente no me quieres?
Leonardo: Claro que te quiero, ¿por qué pensarías lo contrario?
Alicia: Todo lo que ha pasado entre nosotros… No es bueno para ti.
Leonardo: Muchas cosas no son buenas para nosotros y las consumimos todo el tiempo, no me importa que el amor me haga daño, puedo vivir así y si algún día me destrozas el corazón… Estaré feliz porque hayas sido tú.
Alicia: Tonto…
Leonardo: Lo dije en Ambertag y te lo diré de nuevo, somos el ying y el yang, tenemos cosas en común y nuestras diferencias, tú iluminas con tu aura blanca mientras que yo me manifiesto en una sombra color negra… Tú eres el caos que mi vida necesita y yo el orden en la tuya, aunque pareciera no somos fuerzas opuestas, tampoco iguales, somos dos seres que han tenido la fortuna de encontrarse y poder compartir un mismo camino. Quiero compartir mi camino contigo.
Alicia: Ahora lo entiendo.
Leonardo: ¿En serio?
Alicia: Sí, pero no lo que tú quieres que entienda.
Leonardo: ¿Entonces?
Alicia: Estás obsesionado.
Leonardo: ¡Claro que no! Estoy seguro que no es así.
Alicia: Sí lo es … Estás cegado por tus sentimientos y lo que crees sentir, dejaste que tus emociones controlaran tu vida y perdiste el mando. Que seas así es parte de ti, me he dado cuenta que te permite aprender demasiado de lo que te interesa, y agradezco que te hayas interesado en mí, aún cuando no es por amor. La verdad es que estabas aburrido, la escuela dejó de llenarte cuando superaste a todos y no tuviste más para seguir escalando, tu única opción era esperar a que algo llegara. Y llegué, así que me volviste tu centro de atención para mantener tu mente ocupada con algo.
Leonardo: Yo… No… No es eso… Quiero creer que no lo es.
Ella no responde mientras sigue conectada, y la verdad trato de no molestarla, lo que acaba de decirme ha sido un baño de agua fría que me deja sin palabras. Quiero decir que está equivocada y que sólo es su inseguridad al pensar que no puedo amarla como lo hago, pero a la vez tengo miedo que sea cierta su observación. ¿Y si sólo ha sido una obsesión mía?