Aprendiendo a ser un Zorro Dragón

CAPÍTULO 18

Solo me todo dos meses para saber mi posición en aquella aldea, una que no cambiaba mucho del valle o del mundo humano.

Estaba ahí para obedecer, recibir órdenes y acatar la petición de quienes se alzaban por encima de todos. Algo que no estaba decidido a permitir, no una tercera vez y aunque no me gustara, estaba dentro de la situación que tenía que poner de mi lado, aclarando todo.

Grimor empezó a delatarse sólo y por aquello, su madre, quien realmente estaba tras de él, lo regañaba o algo más. Lo que si era auténtico de Grimor, era su odio mortal hacia quien vivía en el valle y a los dragones impuros o quienes se relacionaban sentimentalmente para dar como fruto a uno.

Grimor fue uno de los pocos que fueron rescatados al ser enviados fuera del valle cuando era apenas una cría. Eidivil fue quien lo adoptó, crió, enseñó y sembró en el rencor contra el lugar que lo expulsó. El lugar que temía que fuera demasiado para él y que pronto lo sabría cuando él mismo los asesine a todos.

Fue simplemente una frase la que me hizo merecedor de esa información y algo más adicional.

—¿Por qué repudian a los impuros si ustedes que son madre e hijo manejan diferentes elementos?

Aunque ambos se marcharon con miradas perturbadoras aquella tarde, Kai fue la única que me empujó con desesperación hacia nuestro hogar, pero en medio del camino, ella fue tacleada fuertemente y a mí me llevaron dentro de la cabaña, donde Eidivil y Grimor me esperaban.

—Te hubiera ido mucho mejor cuando no podías hablar.

En mis cuatro patas sentí un duro golpe que me hizo echar en el suelo, desde el cual pude ver que en la oscuridad del lugar se habían escondido más dragones. Entre todos sostuvieron mis extremidades y me inmovilizaron.

Aunque estaba dispuesto a soltarme y liberarme con mis explosiones, la sensación de que ya había vivido este momento, hizo crecer un frío congelante en mi pecho que luego me condujo al miedo, a no poder sacarme a los dragones de encima y entrar en el pánico que me producía la silueta de Grimor mientras se acercaba a mí.

—No has cambiado lo suficiente zorrito, aún me tienes miedo —con voz tenebrosa se acercó a mí mostrando sus colmillos.

Era volver a vivir la pesadilla que había tenido desde hace mucho, empezó con látigos en mi rostro, siguió por ahogarme la cara con agua a gran presión para que me mantuviera despierto y solo podía sentir que cada parte donde me había lastimado con su látigo de agua, ya no me servía.

Al estar totalmente inmóvil, me levanto con su elemento y a modo de un saco de arena, me empezó a golpear con sus patas, a taclearme, su cola parecía un duro tronco. Todo mientras me contaba y respondía a mi pregunta, la misma que me llevó a ser casi inmovilizado permanentemente.

Edivil lo detuvo con una pared de tierra sin reparo para que se golpeara con el mismo.

—Es suficiente hijo, creo que ahora ya lo sabe y lo sabrá en cada paso, movimiento, pues el dolor es lo mejor para enseñar y es este el que te lo recordará cada vez que intentes moverte, pues estará presente —acabó la tortura mientras se aseguraba que todos se salieran del lugar.

La pesadilla, que ahora era una realidad, le faltaba algo, la misma que no tardó en llegar con Reimi. El dragón de un rojo oscuro, acercó su elemento húmedo a mis heridas, pero no pude evitar alterarme y asustarme al ser el mismo elemento que me había lastimado.

—No te muevas zorrito o no podrás curarte —indicó mientras miraba con rabia lo lastimado que estaba.

—¿Curaste a Kailani? —Pregunte preocupado.

—Estoy bien Brydres —respondió la dragona, que aun en la oscuridad podía ver sus hermosos colores y me sacaban una dolorosa sonrisa —. Ya te pedí que me llamaras Kai.

—¿Sabías que no podrías ocultarte de mí ni en la oscuridad? Aún te veo —sonreí para que deje de estar preocupada.

—Parece que aun buscas su alivio, esta vez lo haces de forma diferente —comentó Reimi algo aliviado.

—Creo poder aguantar otra historia vergonzosa cuando actuaba como zorro —pedí mirando una sonrisa algo triste de Kai, quien encendía las luces del lugar.

—Cuando pasaba esto, ella venía preguntándome si te encontrabas bien, a pesar de lo mal que se te veía —en un momento un gruñido se le salió a Reimi —. Tú te levantabas y tratabas de verte bien frente a ella. Esos días dormías conmigo y sí que eras cariñoso en la cama, aunque creo que me confundías con alguien más.

—¿Qué? —Mi pregunta llevaba dolor. Una parte de mi cuerpo, otra de mi orgullo.

Los tres empezamos a reír, pero una pequeña espina aún estaba en el ambiente.

—¿Por qué miras con tanta rabia mis heridas?

Reimi se sobresaltó un momento y aunque perdió el control de su elemento, este me miró a los ojos.

—Es por lo que Grimor causa con su elemento, su don —reveló mientras temblaba de la furia, mientras su rostro parecía entristecerse más a cada momento —. Se supone que el agua es para curar, dar vida. No para lastimar.




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