Lana
-Bueno mi colega dice que solo es un simple torcedura, terapia frío calor, analgésicos y estarás como nueva-
-Gracias Ale y… no tenías que quedarte-
-Sé que no es mi área, pero cuando vi que te traían en brazos, jajaja, solo pensaba en el 3312 que salió mal- Alejandro ríe abiertamente, mientras tomo las indicaciones y Adrián lo mira cruzándose de brazos notablemente molesto.
-Ohh vamos Señor Saénz, jajaja, todavía recuerdo la vez que llegaron llenas de garrapatas después de meterse al cuadril del rancho del Señor Stephan, porque quería liberar a los caballos jajajaja, o cuando Camila tuvo amnesia temporal y Catalina le gritaba que dejara la envidia jajajaja- miro alrededor del cubículo, Adrián niega con la cabeza, varias enfermeras comienzan a reír y varios pacientes miran extrañados.
-No, no espera… la mejor fue cuando drogaron a Cata y termino casada, tremendo susto, pero fue muy divertido jajajaja- abro los ojos y me lanzo a taparle la boca, reprimiendo el dolor al apoyar el pie.
-Ja ja ja que gracioso eres Ale ja ja ja, que historias te inventas ja ja ja-
-¿Inventar?, pero si…- lo tomo por la bata susurrándole al oído.
-Tengo acceso a tus redes sociales, tus cuentas bancarias y a la directiva del hospital sigue hablando y…-
-Soy excelente cuenta cuentos en el área de Pediatría, todos los viernes creo historias fantasiosas, muy alejadas a las realidad e inverosímil- se aclara la garganta, acomodándose la bata -espero te mejores Lana, Señor Adrián- dice a manera de saludo huyendo.
-¡¿Cómo que mi princesa se drogo y se casó?!-
-¡Aishh vejestorio!, sólo es una historia, no le hagas acaso y más bien ayúdame a salir de este olor excesivo a desinfectante-
-Historia de la vida real seguro- Adrián ayuda a sentarme en la silla de ruedas que una enfermera trae y el mismo me empujo a la salida.
-Si fuera de esas series que ve Doña Nana, si, pero es la vida real…-
-¡Pobre Mateo! Ojalá nunca se entere-
-¡Pshh! si él fue el novio-
-¿Cómo dijiste?-
-Ahh que pobrecito el novio, si… y hablando de tu hija, no entiendo como hizo para saber de tu llegada, la deje en el taller llamando a todos los Leonardos de la lista… y eran 326-
-Yo no entiendo nada desde hace tres días- comenta pensativo -pero si estaba entendiendo mi castigo- se gira a mirarme guiñándome un ojo.
-Espero que también hayas entendido que ninguna vieja, lagartona siliconada se debe acerca a menos de 10 metros de ti- sentencio cruzándome de brazo -eres mío, eres MI novio, eres como mi comida… y yo la comida no la comparto, ¡JAMÁS!- recalco lo último mirando por la ventana, molesta.
Un leve gemido, me hace voltear y observo algo brillante bajando por la mejilla de Adrian.
-¿Estás llorando? debes estar bromeando- expira pesadamente, barriendo la lagrima con el dorso de la mano.
-Sniff, sniff, un poquito tal vez… es que me emocionan tus palabras son…- entrecierro mis ojos ante su demostración excesiva de sentimentalismo -mmm ¿obsesivas, compulsivas y tóxicas?-
-Lo que sea, escúchame bien- le pido una vez el auto se detiene en el estacionamiento de mi apartamento -porque sólo lo diré una vez, me gusta como eres, me gustan tus- señalo su cara -yo… te amo, listo ya lo dije-
-¿De verdad?-
-No sé de que hablas vejestorio, ayúdame a llevar al ascensor- salgo del auto rápidamente.
-Dijiste que me amas- menciona emocionado y trato de no sonreír.
-Te recuerdo tienes problemas de audición- señalo su oído rodando los ojos, al sentí como me toma entre sus brazos haciéndome girar.
-¡Papá!- grita y lo siguiente que siento es el dolor en el pie y en mi trasero que golpea el piso.
-¡Catalina!- un nervioso Adrián busca el origen de la voz.
-¡Por Dios!- trato de levantarme sobándome el trasero y maldiciendo en mi idioma natal -definitivamente tienes problemas de audición, es un niño- señalo al niño que continua llama a su padre.
-Ahh, perdón es que estoy un poco traumado-
-NOOOOO, ¿en serio?, pero si ni se nota- respondo sarcásticamente -sólo que yo termino lesionada-
-Perdón por eso- ayuda a levantarme, haciendo una mueca al ver mi pie -Ehh creo que eso no se ve muy bien- observo el pies esta el doble del tamaño que tenia y ahora un tono violeta lo surca.
-Necesito hielo mucho hielo y analgésicos reales, no paracetamol-
-Si, vamos-
-Wow, wow, alto ahí- lo detengo antes que entre al ascensor -yo voy a subir, yo misma buscare hielo y lo colocare en pie, tú aquí no harás nada-
-¿Qué? y ¿qué se supone que haga?- responde mal humorado.
-No lo sé, pero ni loca te dejo subir, a ver si se aparece Catalina como Droopy, me tiras por las escaleras o peor me lanzas por la ventana, pero ni la KGB si presto para tanto, no, no Señor adiós- no escucho sus reclamos, ya que las puertas se cierran.
Llego al apartamento, buscando apoyo en todas partes para poder caminar, el dolor se ha tornado algo insoportable.
-Sólo a mi se me ocurre, ¡Auch!- al sentarme en el sofá me golpeo el pie con la mesa ratonera y ya no sé de color esta mi pie.
-PERO ¿QUÉ TE PASO? ¡Parece un jamón!- el susto producido por la voz a mi lado hace que me levante haciendo que mi pie golpee nuevamente la mesa.
-PERO ¿QUÉ RAYOS TE PASA CATALINA? ¿QUÉ HACES AQUÍ? ¿POR QUÉ ERES TAN SIGILOSA? ¿QUÉ RAYOS HACES EN MI CASA?- grito exasperada, porque esta mujer ya parece fantasma.
-¡Aishh!, pero no me grites… estoy preocupada por ti- habla con voz temblorosa y asustada, lo que hace que me sienta mal.
-Perdona Cata- la tomo de las manos sentándome nuevamente -es que me asuste, perdóname ¿sí?-
-No te preocupes si el otro día me golpeé el dedo meñique del pie y estuve tres días con un humor que ni yo misma me soportaba- mira mi pie haciendo una extraña, pero familiar mueca, las misma que hizo su padre.
-Ahora tener todo el pie así… no sólo te justifico, sino que te aprecio y respeto ¡eres una valiente!- exclama cual cheerleader.