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Capítulo 19 "Prométemelo"

Prométemelo

 

Nunca me han gustado las rosas, es por ello que cuando salgo y me estampo con un ramo de ellas hago una mueca. No veo quien se esconde detrás de aquel ramo así que con dudas pongo mis manos sobre las flores y las bajo.

¿Qué rayos?

La imagen de Darwin dándome una mini sonrisa me hace verlo incrédula. Al ver que no sonrío con él y solo lo extrañada, suspira.

-Son tuyas-susurra y de inmediato empiezan los cuchicheos.

¿Mías? ¿Yo con rosas? ¿Y por qué me las daba? Él sabe que no me gustan las rosas.

Frunzo el ceño y niego cuando me las entrega.

-Darwin yo no quiero rosas. Gracias por ellas pero no las puedo aceptar, yo...tengo que irme.

Paso una mano por mi cabello sintiéndome avergonzada e incluso perdida. ¿Por qué rosas? Sí, parecía algo estúpido de pensarlo pero no podía dejar ese detalle.

-Espera-dijo y tomo mi mano para regresarme al mismo lugar.

-No...-susurro cuando las trata de poner en mis manos.

-Tómalo como agradecimiento pequeña terca-dijo para luego irse.

Veo el ramo en mi mano y suspiro. Me quedaría parada tratando de analizar todo pero soy consciente de que estorbo en la puerta de salida de mi aula así que me desapego y ante la mirada de todos decido llevarme las rosas.

¿Qué? Son muy bonitas para lanzarlas, además, me las dio ese idiota. Jamás botaría algo de ellos, incluso si me dieran las cosas que odio.

Los regalos de mi mamá por ejemplo.

 

***

 

-Me siento mal-me quejo.

-Tal vez sea porque toda la sangre de tu cuerpo está en tu cabeza-acota Lara.

La miro y sin poder evitarlo hago una mueca antes de dejarme caer en mi cama. Ella tiene razón, al instante en el que caigo me mareo.

-Au-mascullo cogiendo con mis manos la cabeza-Se me han batido las neuronas.

Lara niega la cabeza mientras Elena suelta una risa.

-Solo a ti se te ocurre pararte de cabeza y luego caer como un zambo-dice divertida Elena-¡Era obvio que eso pasaría!

-Tengo el estómago en mi garganta y mi cabeza en la luna-me quejo-Me siento mareada.

-¿Es sano pararse de cabeza por mucho tiempo?-pregunta Lara curiosa y en respuesta me encojo de hombros.

-No lo sé, pero es algo que hago cuando estoy aburrida.

-O triste-interrumpe Elena y la miro asombrada-¿Qué?-se sonroja-Una vez oí que así evitas llorar...lo vi en un dorama...

-¿Tratabas de no llorar?-me pregunta directamente Lara.

Me remuevo incómoda sin saber que responder.

-Yo...

-¿Darwin y Alan, verdad?-no la miro. Esta chica sí que tiene una buena vista o hace brujería. O tal vez soy muy poco disimulada cuando huía-¿Es por eso que los has evitado en los pasillos?

Yep, he sido muy poco disimulada...

-¡¿Por eso Darwin te dio las quince rosas?!-grita Elena asombrada.

Frunzo el ceño y por instinto veo las rosas en el jarrón que está sobre mi peinadora.

-¿Qué tiene que ver que sean quince?-pregunto.

-¿No sabes lo que significa?-pregunta Elena y niego. Me hace una seña para que me acerque-Se dan quince rosas para pedir perdón ¿Cómo es que no lo sabes? ¡Es una tradición!

-No lo sabía-murmuro algo avergonzada recordando la manera en la que trate a Darwin ese día que me las dio.

En mi defensa llegué a la conclusión de que era una despedida y me puse más decaída de lo que ya estaba. Lo tome sinceramente como que todo se quedó así y ya.

Ahora veo cuán equivocada estaba.

Me levanto de la cama y camino hacia la peinadora, tomo el jarrón y empiezo a contar las flores. Efectivamente hay quince rosas.

>>Elena... ¿cómo sabías que me dio quince flores? No las había contado.

-El día que entro donde Don Ángel lo vi pedir las flores.

-¿Don Ángel?

-¿Por qué estabas en la tienda de Don Ángel?-pregunta Lara con curiosidad y me sorprendo al caer en ese detalle.

Es cierto ¿qué hacía ella ahí?

-Yo-se sonroja y muerde su labio para luego suspirar-solo fui a comprar...eh...yo pasaba...y yo...

-Elena-me acerco hacia ella y le abrazo-Respira, no tienes que responder si no quieres. Tranquila.

Asiente y sonrío para luego acostarnos en la cama para ver películas. Reímos cuando bromeamos sobre la película y como algunas partes son predecibles. Nos derretimos cuando hay partes dulces y abucheamos cuando el malo hace acto de presencia.

Nos divertimos mientras contamos anécdotas y mentiría si dijera que no me divertí. A pesar de todo eso, cuando nos acostamos a dormir tome mi teléfono y abrí mis contactos.

“Los extraño”

Escribí a ambos contactos y luego presione eliminar. Sonreí con lágrimas en los ojos y negué dejando de nuevo el teléfono en la mesa.

-Los extrañare, pero no les escribiré esta vez. No quiero atarlos, no si al ser mis amigos sienten que les quito algo.

Tal vez Darwin quiso arreglar las cosas pero lo mejor era dejar todo como estaba. Tal vez tomar nuevos caminos y trazar líneas era lo que necesitábamos. Ellos debían vivir sus vidas, y no preocuparse por la mía.

Tal vez debíamos aprender a tener un equilibrio.

 

***

 

-¡Y eso es todo!-grito dando por terminado el entrenamiento-¡Pueden ir a bañarse!

Todas asienten y sonrío cuando oigo que suspiran de alivio. Me alegra no ser la única que quiere irse a descansar. A nuestro lado los del equipo siguen repasando y pasaría de largo como todas las veces pero un grito me hace voltear.

Ahí en las gradas, saltando mientras grita con una sonrisa esta Abigail. Ese aliento parece alegrar a Alan y me hace acercarme a las gradas para arrimarme a la pared viendo el partido.

Por curiosidad examino a Abigail y no puedo evitar sentir nostalgia. Aquella alegría que desborda es increíble. Sus ojos parecen brillar de toda la luz que contiene y entiendo cómo es que Alan se enamoró de ella.




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