AquÍ No Hay Amor (dual)

39

Una semana después

 

—¡Papá! ¡Mamá! —Ailyne empezó a correr en cuanto abrió la puerta del apartamento, pero sus pasos se calmaron al acercarse a sus padres. Sus brazos abiertos para recibir un abrazo cayeron con pesadez.

Se detuvo, aceptando que Adam le acariciara el pelo con suavidad y arriesgándose a rodear los hombros de su madre que no podía ocultar el rastro dejado en sus mejillas por las lágrimas.

—¿Cómo estás? —preguntó con voz temblorosa la mujer, escrutándola con la mirada.

—Muy bien. —Ailyne se giró para mirar a su padre—. Papá, deberían hacer las áreas de cuarentena más atractivas, poner una pantalla, algo… Me aburrí hasta volverme loca.

—¿Perdón? —Su madre dio un paso hacia atrás para estudiarla con atención de arriba abajo—. ¿Estás segura de que todos los test han salido negativos?

—Si no los hubiera pasado no estaría aquí, mamá. —Ailyne recorrió la estancia con pasos pequeños, tocando algún objeto al azar—. Stray no es sucio. Digo, es sucio, pero no del modo en que pensamos nosotros. No puedes contagiarte con enfermedades sin cura. No hay nada raro. —Cambió de opinión otra vez, arrugando la nariz y procurando explicarse—. Hay muchas diferencias, pero no son todas malas.

Sin que ella prestase atención, su madre intercambió una mirada con Adam.

—¿Dónde están mis amigos? —preguntó, girando sobre los talones para registrar el resto del piso, aun intuyendo que no los encontraría.

Adam le contestó sin espantarse por el uso del término demasiado íntimo, aunque necesitó aclararse la garganta antes.

—En una estancia mía. Se encuentran bien.

—¿Ves? ¿Qué os dije? —Ailyne aplaudió a la vez que daba saltitos—. Quiero verlos.

—Supongo que puedes hacerlo —dijo su padre, titubeando—. De momento, necesito discutir contigo unos aspectos que no tengo claros.

—De acuerdo. Me daré una ducha y me quitaré este uniforme espantoso. Algo más que deberían cambiar —comentó ella, señalando con la mano el traje completo que llevaba—. Luego hablamos.

Al regresar, encontró solo a su padre. Caminó hasta el sofá situado junto a la pared de cristal del salón mientras se peinaba con los dedos el pelo mojado. Pensando en acompañarlo, se detuvo por culpa de una mirada estoica que no recordaba haber visto nunca.

—¿Qué? —preguntó sin entender la expresión grave del rostro de su padre.

—Tu vestido es rosa. Hoy se usa marrón —la avisó Adam, secamente.

—¿Marrón? —Ailyne se pasó las manos por el vestido de tirantes, veraniego—. Olvidé verificar las noticias —tartamudeó—. Pero es un día tan hermoso, papá. De verdad no me parece adecuado llevar marrón. Estamos solo nosotros dos aquí, nadie lo sabrá. ¿Puedo quedármelo puesto?

Su padre sonrió indulgente.

—De acuerdo. Siéntate a mi lado —dijo golpeando con la palma el sitio libre—, y cuéntamelo todo.

Ailyne lo hizo, pero evitó hacer contacto visual. Todo no podría contárselo, pero le narraría los aspectos importantes. Empezó despacio, animándose a medida que repasaba los recuerdos.

—Si me hubiera encontrado otra persona, mi situación habría sido diferente —explicó—. Celso me cuidó, me protegió y luchó contra su propia gente para ayudarme. Debemos recompensarlo de algún modo, papá.

Adam no pasó por alto el uso del nombre ni el brillo de la mirada de su hija cuando hablaba del astray.

—Me encargaré de eso. No te preocupes —comentó, guardándose la inquietud para él.

Contenta con la respuesta, Ailyne continuó narrando.

—Y entonces fuimos a pescar. ¿Sabías que se pueden comer las criaturas que viven bajo el agua? —Soltó una risita—. No tuve posibilidad de probarlos, fue mi culpa, los asusté a todos.

—¿Qué pasó con la DUAL? —inquirió Adam, apretándole los dedos para reconfortarla al notar que se estremecía.

Ailyne bajó los párpados y su voz se endureció.

—Los dos pensamos que Vank nos había traicionado, pero resultó que lo hizo para ayudarnos. No lo conozco bien, tiene un carácter cerrado, pero me parece una persona de valor.

—Lo tendré en cuenta.

—Fue difícil —continuó ella—, porque no sabíamos qué deseaban cuando nos llamaron para interrogarnos.

—¿Y qué os pidieron?

—Celso no me lo contó, pero volvió herido. Deduje que no quiso responder a las preguntas. De mí querían saber si conocía detalles sobre las negociaciones. Ya había pasado tiempo desde que había archivado los datos. Sabía que las fases se habían puesto en marcha e imaginé que los de la DUAL conocían los hechos. No creí que hubiera desvelado secretos.

Adam asintió.

—Tenías razón, tomaste una buena decisión. Debías preocuparte por tu integridad física. ¿A ti no te hicieron daño?

—No, no me dañaron físicamente. No creo que en realidad quisieran dañarme, aunque me amenazaban. Algunos tenían un comportamiento brutal, pero otros parecían buenas personas. Y muy solos —añadió en voz baja—. Tengo entendido que la unidad DUAL es su única familia para algunos. No deberían haber enviado los drones, papá. Han muerto. Los vi —susurró cerrando los ojos.




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