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Capítulo trece
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El silencio era reconfortante, sentía la presciencia de una persona escondida entré los muros del pasillo de arbustos. Analizandome y tal vez, esperando con curiosidad algún movimiento de mí parte.
Era de noche. Después de la cena con el Sir Héctor todos caminamos en distintas direcciones.
Y sentí soledad golpear mí rostro contra un muro. Al llegar a mí habitación y nombrar a Allen con mí voz infantil. Ella siempre se encontraba distraida y en su mundo. Mis regaños hacia ella sé hicieron construmbres al llegar y Nessa negando cansadamente hacia sacar una ligera sonrisa en mí rostro.
Pero, ahora sólo veía una amplía cama blanca. Y una habitación fría y sola.
Es cierto, estaba sola.
No era un problema del cuál entristecerme o preocuparme. En mí otra vida vivía día y noche con ella, hasta el punto de considerarla mí mejor amiga. Estaba a construmbrada a sentir el frío en mis huesos y el hambre en mí estomago.
Sin ánimo de dormir. Y cansada de escuchar el sonido de los grillos chirriantes en la ventana. Salí a dar una caminata nocturna por el pequeño jardín de rosas.
Hacía frio, el viento soplada con fuerza haciendo meser mis mechones negros de un lado a otro irritandome. Estaba pensando seríamente hacerle un recorte a mí largo cabello, no era nada agradable tener mis hebras pesandose en mis labios y en toda mí cara en general. Era una falsa lo que pasaban en las películas.
Suspire, la situación se estaba volviendo incomoda al pasar los minutos. Agarré una rosa cautelosamente entré mis dedos, esquivando audazmente sus afiladas y escondidas espinas.
—Sé que estás ahí —giré la rosa en mis dedos —. Como también sé, que esa pequeña bolsa de tela en el suelo te delató.
Un momento de silencio paso después de hablar. Un zapato azul sobresalía entre los arbustos. Y después de el, su dueño apenado.
—¿Key? — el nombrado levantó la mirada, avergonzado.
—No es lo que piensas. Salí por aire fresco y por casualidad te encontré en el mismo lugar — movió rápidamente sus manos aunmentando su sonrojo evidente.
Reí. Era todo lo contrarió a su hermano.
—Ven, acercaté — lo llamé. Al principió dudo, antes de acercase con pasos firmes.
—Yo también quería... — su palabra quedó en el aire. Impresionado por el dolor que acababa de sentir.
Así es señoras y señores.Un golpe bajo en el pié cuenta como mi venganza.
Él se inclinó tratando de disminuir el dolor recién.
—Usted, señorita. Me hace muy feliz —titubio manteniendo el dolor en sus palabras.
Lo miré como si estuviera loco. ¿En realidad se alegro que le pisara su pequeño pie de porcelana?
Osea, en serio bro.
—Hmp — cruce mis brazos. Mirando hacia otro lado.
—Se que me lo merezco — lo miré —. Nada lo que hice fue mi intensión — agacho la mirada —. Pero si esto hace que me perdones, lo recibire gustoso.
Lo miré sorprendida al principió. Para después cambiar mi expresion a una suave.
—Key, ¿usted es masoquista? — él me miró confundido.
—¿Maso? ¿Maso qué? —me miró interesado—. ¿Qué es masotismo?
—Masoquismo —lo corregí —. Tú eres masoquista.
—¿Eso es bueno? — asentí — Entonces me alegra ser masotismo. Mi Lady —agarro mis manos con felicidad — ¡muchas gracias!
Hice una mueca de sonrisa. Antes de salir despavorida de ese lugar. Ese chico no era normal.
—Mi lady, no me ignoré — corrió hacía mí.
Mi mirada pasada en rosa en rosa mientras los dos caminábamos en silencio. Su mirada estaba dirigida hacía delante, con un poco de sonrojo restrante en sus mejillas.
No era mala persona, en realidad era todo un galán y no me sorprendería que varías donseñas estén enamoradas de el próximo Sir. Aún así, su rumdo era desconocido.
—¿Por qué? —su voz, llamó a mis sentidos —. ¿Por qué se encuentra aquí?
—¿Era privado el jardín? — él asintió. Hice una mueca de sonrisa.
Tonta.
—Pero no me molesta que las personas lo visiten, en realidad. Pensaba que nadie aparte de hermano y padre, lo verían —una sonrisa angelical formo sus labios, resaltando sus pequeñas pecas.
Me quedé en silencio. Sería mejor si mantuviera mi boca callada por unos instentes. Pero mi mente no deseaba lo mismo que yo.
—¿Y tú? — lo miré. key no doblegó su mirada.
—Quería visitar a alguien — me miró. Senti como mi corazón se estrujo al ver sus ojos entristrcidos. Camino delante de mí varios segundos, deteniendose en un árbol. Unas rosas y hermosas hojas albornaban con elegancia el suelo.
Él se acercó, colocando su mano en el troco.
Era un árbol de sakura. El único que había visto en mis dos vidas.
—Ven acercate, el árbol no muerde —río. Con todo mi esfuerzo logré subir la pequeña montalla. Los vestidos de está época era lo segundo más incómodo que he probado. El primero era el uniforme de la escuela.
Me senté cansada de sostener tanta tela en mis brazos. Él me imito.
—Es hermoso —susure, de nuestra posición, podíamos ver todo el jardín de rosas completamente, viendo el final de ellas. Llegando a una catedral decorada por rosas delicadamente.
—Es unas de las mejores vistas —pronunció —. Pero tengo miedo que algún día esté jardín defallesca —lo miré confundida —. Ha estado en generaciones en generaciones. En esa catedral es donde mi tarara abuelo le propuso matrimonio a mi tatara abuela. Y después mi bisabuelo a mí bisabuela.... Y después mi abuelo a mi abuela. Y mi padre a mí....
—Si, ya entendí — reí. Key me miró por unos segundos, para después sonreir.
—Tengo miedo de no poder cumplir esa tradición —coloqué mi mano en mi mentón.
—Mmm, ¿entonces te gustan los hombres? —pregunte divertida. Él quedó completamente sorprendido.
—¡No! ¡Para nada! —hablo rapidamente —¡Yo soy un hombre!
—¿Y por qué el famoso miedo de no cumplir con esa tradición? Eres hermoso, un pequeñin tierno y muy amable. ¿Por qué no encontrarías pareja?