Eved Lery era un niño extraño en muchos sentidos, pero era algo por lo que no cabía extrañarse mucho ya que su infancia no había sido precisamente feliz y, por el contrario, había vivido en un ambiente de tristeza y soledad perenne al que se había acostumbrado. Vivió los primeros cinco años de su vida únicamente con su madre, porque su padre, Frieg Lery estaba en Fangelsi. Sabía que tenía un abuelo, pero éste también se encontraba en prisión. Creció ignorando si por parte de su madre tendría más familia, y esto se debía, como se enteraría mucho más tarde, a que Frieg había embarazado a su madre poco antes de ir a prisión y los padres de ésta la excluyeron de sus vidas. De manera que Evelyn se había visto obligada a trabajar para muy precariamente mantenerse ella y su hijo.
Cuando su padre había sido puesto en libertad, había contraído matrimonio con su madre, con lo que la vida de ambos mejoró sensiblemente, al menos en el aspecto material, pero aquellos duros años de soledad y carencias, serían algo que Eved nunca podría olvidar.
Antes de conocer a su padre, Eved tenía sobradas razones para odiar a los Douglas, porque su madre se había encargado de contarle su propia versión de la historia, pero especialmente las tenía para odiar a Samantha Douglas, ya que Evelyn le había dicho que su padre sufría una enfermiza obsesión por aquella mujer y que era esto lo que lo había llevado a la cárcel. Pero hasta el momento en el que conoció a su padre, solo odiaba a los Douglas, aunque haciendo especial énfasis en Samantha, pero luego Frieg se había encargado de que esa lista se extendiese a los Cornwall, Natchzhrer, McKenzie y Berserker.
Cuando se acercaba el momento en el que tendría que ir al colegio el año anterior, una noche escuchó discutir a sus padres. Habría seguido de largo sin prestar atención de no haber sido porque escuchó su nombre, ahí fue cuando se detuvo y prestó atención.
Eved se había alejado lo más rápido que había podido, de modo que no supo que más pudo haberle dicho su madre a Frieg, pero finalmente el día que se iba, ella había alegado no sentirse muy bien y que prefería no ir.
Todo esto lo había estado pensando mientras se vestía, porque Frieg lo estaba esperando para salir, y Eved pensó que este año tendría lugar la misma discusión, lo que no se imaginaba era que ese día iba a ver de cerca al motivo por el que sus padres parecían llevarse tan mal. Primero fueron a la Casa de la Moneda, porque su padre necesitaba firmar no sabía qué documentos y luego habían ido al centro comercial a hacer las compras de lo que el chico necesitaba para el nuevo curso, pero al salir de una de las tiendas, giraron la vista hacia una de las mesas de la heladería y allí estaban los Douglas con otros a los que no había reconocido. Eved se fijó que se veían felices y los odió más por eso, ya que él no podía tener algo parecido, de manera que se juró que borraría esas sonrisas de felicidad algún día.
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Después de comer y antes de ir por sus Gwialens, los gemelos arrastraron a Giulian hacia una tienda departamental, porque según ellos debían comprar el regalo de Elijah.
Elijah que estaba escuchando sonrió, porque él conocía bien a sus hermanos y dijesen lo que dijesen, él estaba positivamente seguro que sus intenciones podían ir en cualquier dirección menos en la que habían mencionado. Posiblemente Samantha estaba pensando lo mismo, pero al ver que los demás niños apoyaban la idea de los gemelos, dejó de insistir. Elijah y Urs caminaron hacia ella con la misma intención, pero como Urs era un modelo de discreción, y al ver que el niño se dirigía a su madre se detuvo.
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Editado: 22.03.2023