Cuando iban a mediados de la segunda semana de clases, Elijah ya había determinado que a Itrais, la energía que merodeaba por los pisos superiores del Ala Oeste, en verdad le gustaba fastidiar a los chicos, aunque tampoco era que se mostrase muy amable con las niñas, pero al menos a ellas no les lanzaba nada a la cabeza, de modo que Elijah se dedicó a averiguar por qué aquella diferencia, pero no parecía haber nada que la estableciese. Sin embargo, aunque aquel muchachito era un Berserker, no podía obviar que también era un Douglas y por tanto terco y persistente, así que optó por otro método a pesar de que éste podía ser más arriesgado. Esperó a que sus hermanos y primos se encaminasen hacia las pistas y él se escabulló hacia el edificio del Ala Oeste, porque si Itrais decidía apalearlo, prefería no tener testigos y que nadie más saliese lastimado. Subió a toda prisa y la encontró en una de las bibliotecas.
Elijah soportó con estoicismo el dolor que le producían los gritos en su sensible aparato auditivo y no se amilanó, sino que la miró con atención.
Un libro había salido despedido de las estanterías en dirección a Elijah, pero éste se detuvo en el aire en cuanto el niño levantó su mano y para sorpresa del chico, Itrais pareció quedarse tan estática como el libro y sus ojos doblaron su tamaño.
Elijah nunca había visto a Itrais de cerca, las veces que se había cruzado con ella estaba molestando a alguien y tanto él como los demás simplemente procuraban pasar alejados, de modo que ahora que la tenía a pocos pasos de distancia, fijó sus ojos en ella tratando de verla bien. Normalmente lo único que podía verse de ella, eran los dos refulgentes zafiros que tenía por ojos y que brillaban con malignidad, ya que todo lo demás iba cubierto por una capa negra con capucha. Sin embargo, a medida que flotaba hacia él, la capa pareció deslizarse o ella la dejó caer, eso sería algo que posiblemente nunca lograría saber, lo cierto era que la figura que había emergido dejó a Elijah sin aliento. Lo primero que vio fue un largo cabello de rizos tan dorados como rayos de sol, que enmarcaban un rostro de facciones finas y delicadas, lo que causó el asombro del chico que, aunque no se había hecho muchas expectativas acerca del aspecto de Itrais, seguramente su subconsciente tampoco esperaba una belleza tan cegadora. Cuando la capa terminó de caer, quedó al descubierto un cuerpo de proporciones armoniosas y cubierto con una especie de armadura, algo que no causó mayor extrañeza en Elijah que ya había visto antes, otra doncella vestida de esa forma, lo que sí la produjo fue que esa doncella pertenecía a Asgard sin duda alguna, mientras que Itrais era una energía negativa que vagaba por su escuela y eso no podía compaginarlo con lo anterior.
No obstante, fuese cual fuere el nivel de asombro que Elijah hubiese experimentado hasta el momento, el mismo alcanzó alturas abismales cuando la vio ponerse de rodillas ante él.
Sin embargo, y si bien Itrais se puso de pie, no se avino a aceptar su ayuda.
Aquel tratamiento fastidiaba mucho a Elijah, pero pensó que, si eso le proporcionaba alguna ventaja para averiguar lo que quería saber, entonces lo aprovecharía, aunque la curiosidad en otro sentido superó a la primera.
Elijah pensó muy equivocadamente que se refería a lo que acababa de suceder cuando levantó su mano para detener el libro que volaba hacia su cabeza, pero al mismo tiempo que aquello no tenía nada de extraordinario, porque cualquier Arzhvael podía hacer uso de su energía para efectuar actos sencillos sin necesidad de un canalizador.
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Editado: 22.03.2023