Muchas veces, y es algo que le ha sucedido alguna vez a todo ser humano, surge la pregunta de por qué suceden las cosas y el cuestionamiento de si vale la pena continuar, estas preguntas eran unas que los tres prisioneros del castillo Rejett en la lejana Einödriegel se habían hecho muchas veces en aquellos cuatro años de cautiverio.
Erskin Galen ya casi había alcanzado la edad de 16 años, y aunque seguía conservando sus rasgos, su belleza se había ido opacando tanto por la escasa alimentación como por el nulo contacto con la naturaleza, algo vital para todo ser vivo, pero mucho más para un elfo. Erskin estaba perfectamente al tanto de lo sucedido a su hermana mayor Ainsley, que había ido secuestrada y perdido la vida a manos de los svartálfar, así como también recordaba lo acontecido con otra elfa secuestrada por los vampiros y que había corrido con la misma suerte, de manera que ella se había pasado los últimos años esperando morir en cualquier momento y preguntándose por qué seguía viva. No obstante, cuando veía a Nathaniel se decía a sí misma que no tenía derecho a quejarse, pues sin duda la vida de aquel pobre chico se había vuelto mucho más miserable que la suya.
Iker Mijail estaba por cumplir 13 años y estaba allí desde que tenía casi 9; a pesar de las precarias condiciones en las que se hallaba debido a la falta de sol, aire fresco y buena alimentación, a diferencia de Erskin, parecía que aquello lo hubiese afectado poco, ya que aquel obstinado muchachito se pasaba alrededor de dos o tres horas diarias ejercitándose como si se preparase para un campeonato de atletismo, de manera que no solo seguía siendo hermoso, sino que, además, su desarrollo físico no se había detenido y lo único que evidenciaba el encierro era la palidez, pero si bien le faltaba casi un año para alcanzar la mayoría de edad, ya lucía como luciría toda su vida. Como Erskin no lo había conocido antes de que se viesen obligados a compartir aquella ingrata experiencia, no sabía que aquel sujeto era poco hablador, de manera que lo consideraba el individuo más exasperante del planeta y se preguntaba por qué razón nunca podía estarse convenientemente callado, algo que le había producido a Erskin verdaderos ataques de nervios y en más de una ocasión estuvo segura que sus captores iban a romperle su necio cuello después de haberlo desangrado, porque tenía la insana costumbre de contestar de manera desagradable, aunque no estuviesen hablando con él, y de forma irónicamente gélida, mientras que Nathaniel que lo había conocido toda la vida, sí había notado el cambio, y aparte de la locuacidad, también había percibido que la ya muy ácida personalidad de Iker se había vuelto cáustica, y que si su actitud fuese más fría, sus palabras serían trozos de hielo.
Y en el caso de Nathaniel Vladimir que ya tenía 14 años, si bien su sangre vampírica parecía hacer posible que la falta de luz y calor lo afectase físicamente menos y no había ralentizado de ninguna manera su desarrollo, no era menos cierto que las condiciones de su cautiverio eran mucho peores, porque Iker y Erskin podían ir y venir por la celda y darle algo de ejercicio a sus miembros, pero Nat se pasaba los días sujeto por unos grilletes que limitaban mucho sus movimientos. Sin embargo, aquella inamovilidad no había impedido que Nat ya hubiese alcanzado una estatura que faltaba poco para igualar a la de su padre y, a decir verdad, aunque sus compañeros de celda no lo hubiesen notado porque viéndose a diario esa clase de cosas no suelen notarse, ver a Nathaniel en la actualidad era como ver a Iván.
Durante los primeros años y después de aquella primera entrevista con Ioan, no habían vuelto a verlo, al menos no Iker y Erskin, porque Nat sí lo había hecho, aunque no porque él quisiese, sino porque eventualmente lo llevaban a presencia del individuo y tenía que soportar varias horas de su compañía mientras Ioan hacía apología de la raza vampírica.
Quien iba a diario era Izek, y con algo menos de frecuencia Ruslam. Nat detestaba en forma visceral a ambos, especialmente porque ellos también se empeñaban en hacerle ver las ventajas de aceptar convertirse en un vampiro, así como en hablarle de la historia de su raza pasando por una ingente cantidad de hechos históricos en general, ya que ellos existían desde el principio de los tiempos. A Nat le fastidiaba mucho todo aquello, mientras que Iker y Erskin pensaban que en conjunto habían acumulado suficientes conocimientos de historia como para pasar con honores el más exigente examen en aquella materia.
En una oportunidad y mientras Ruslam enumeraba las ventajas y las maravillas de lo que significaba ser un vampiro, Nat se hartó interrumpiendo la letanía.
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Editado: 21.08.2023