Erskin pensó que iba a deshidratarse de tanto llorar cuando había recuperado la consciencia y había recordado lo sucedido, se enzarzó en una larga y estéril discusión con Nathaniel intentado encontrar un fallo en lo que le había dicho antes, pero por mucho que discutió e insistió en que algo debía estársele pasando, no estaba mejor que al principio.
Erskin se había derrumbado, pero una vez que había hecho silencio, comenzó a ver y a escuchar los movimientos y quejidos de Iker, lo que solo aumentó su desesperación. Sin embargo, durante los siguientes días la mencionada desesperación fue en aumento conforme la toxina avanzaba en el organismo de Iker, pues había tenido que ser testigo de los atroces dolores que debía estar experimentando.
Nathaniel por su parte, había hecho todo cuanto le había sido posible por aliviar de alguna manera aquella tortura, pero sabía que no había conjuro por potente que fuese que le evitase a Iker todo aquello, así que a lo más que podía aspirar era a intentar equilibrar, aunque fuese de forma mínima su energía. El problema que se le presentó con eso, fue que la energía de Iker también estaba en proceso de cambio y Nat veía que iba oscureciéndose, pero aun así luchó con todas sus fuerzas contra ello, aunque no estaba muy seguro de que eso sirviese de algo.
Una vez transcurridos los tres días que Nat sabía debía durar el proceso inicial, esperaba que Iker recuperase la consciencia en cualquier momento. Sin embargo, llegó la noche del quinto día y aun no había sucedido nada y comenzó a preocuparse al igual que Erskin. Como ya se dijo, Iván les había explicado a sus hijos el proceso y el tiempo estimado del mismo, pero repentinamente otra cosa que parecía haber olvidado, acudió a su memoria.
En este punto Nathaniel se desesperó, porque… ¿Qué significaba aquello? En la época en la que Iván les había dicho todo aquello, eso en particular no debió llamar mucho su atención y nada había preguntado al respecto, pero ahora, aquello adquiría una importancia enorme. Siendo que ya Nat no era el niño que había sido en ese entonces y tenía mayores conocimientos, pues su sueño había sido convertirse en el Läkare que su padre no había podido ser, había estudiado mucho y con ahínco, así que comenzó a sacar sus propias conclusiones. Si la energía de Iker estaba resistiéndose tanto, la única consecuencia posible era que una vez finalizado el traumático proceso de transformación, su energía que ya de por sí se obscurecería mucho debido a la naturaleza a la que había sido lanzado y que le era ajena, lo empujaría a una mayor negatividad convirtiéndolo en un ser peligroso, cruel y sanguinario.
Nat miró a la chica y por primera vez en todos aquellos días fue consciente del deterioro que había sufrido, tenía los ojos enrojecidos, unas oscuras sombras alrededor de estos y su cabello lucía opaco y reseco, de modo que sintió pena por ella. Desplazó su mirada hacia Iker al sentir que se movía, pero solo fue un leve movimiento y nada más. Nat se tomó un momento para mirar bien a su primo notando algunos sutiles, pero visibles cambios. Su cabello anteriormente rubio platino casi blanco y muy parecido al de los elfos, se había oscurecido un tanto, aunque seguía siendo rubio clarísimo. Su piel ya de por sí clara, había palidecido aun más y había perdido algo de la lozanía que antes poseía. Se fijó en sus brazos, o al menos tanto como lo permitía la tela de la camisa, y le pareció que habían aumentado de tamaño, aunque esto podía ser un truco de su mente ya que sabía que una de las características de la infame toxina era la de aumentar la fuerza física, pero no necesariamente el tamaño. Se sobresaltó al percibir el movimiento convulsivo de Iker, así que, con cuidado, acercó la mano, le apartó el largo cabello del rostro y la colocó en la frente combrobando que ardía, lo que significa, de forma increíble, que después de casi diez largos días, el sistema inmune de Iker aun no había sido totalmente aniquilado por la toxima y seguía luchando.
Los días siguieron pasando y aquel atroz sufrimiento continuó, de modo que pasado más de un mes, Nathaniel casi estaba deseando que Iker muriese, aunque sabía de la imposibilidad de ello, pero siendo que Iván cuando había hablado de los que se resistían un poco más, había dicho uno o dos días más y en ningún caso semanas o meses, de modo que por un lado se aferró al deseo de que su primo muriese y terminase con aquella tortura, y por el otro, un dolor descomunal, una ira inmanejable, y una seguridad aterradora se apoderaron de él. Lo primero, porque se sentía culpable, ya que si él hubiese aceptado ser transformado, aquello no le habría sucedido a Iker; lo segundo, naturalmente y contra quien le había hecho aquello; y lo último, porque estaba seguro que quien despertaría no solo no sería el Iker que habían conocido como le había dicho a Erskin, sino que sería un ser completamente desconocido y al que finalmente tendría que matar.
La sangre vampírica de Nathaniel le confería el poder pasar muchas horas despierto sin experimentar cansancio o sueño, pero si bien había sido vencido por el sueño en varias ocasiones, era por cortísimos momentos, sin embargo, llevaba cinco días de vigilia y pendiente hasta del más mínimo movimiento de Iker desde que él había dejado de estremecerse con la fiebre, de manera que sin notarlo se había quedado dormido.
#779 en Fantasía
#130 en Magia
criaturasmagicas berserker elfos, persecucin venganza traicion, amigos lealtad familia
Editado: 21.08.2023