La raza vampírica era una de las más antiguas y eso no estaba en discusión. No obstante, y siendo como eran unas criaturas procedentes de la energía negativa, sus pretensiones de gobernar a las otras razas siempre encontraron la férrea oposición de las diversas razas que habían creado los Æsir, pero no por ello habían renunciado.
Según los libros de historia de los arzhvaels, Bergelmir, el Jotun creador de los vampiros, lo había hecho soplando su aliento sobre una helada cadena montañosa que se convirtió en centenares de aquellos helados seres que comenzaron a asolar la tierra. Sin embargo, la historia real era otra y algo diferente, ya que ciertamente Bergelmir había sido su creador, pero de ninguna manera era cierto que hubiese enviado sobre la tierra a una horda de aquellos seres malvados, y su creación obedecía más que todo al eterno pleito entre los Æsir y los Jotun.
Bergelmir estaba harto de que Thor hiciese frecuentes visitas al Niflheim para acabar con los suyos, de manera que decidió buscar la manera de fastidiarlo y fue así como creó a los vampiros, pero sabiendo que éstos no podrían hacerle nada al asesino de su raza, los envió al lugar donde se convertirían en un problema para aquellos a los que Thor había favorecido con la creación de los berserkers, estableciendo de este modo la enemistad entre unos y otros al sembrar el rumor de que sus criaturas eran superiores a los berserkers, y para demostrarlo, en lugar de doce, que era el número de berserkers que Thor había creado, él solo creó nueve. Aunque esta decisión fue atribuida a la arrogancia de Bergelmir y en cierta forma así era, el tomó como referente el hecho de que el número nueve es muy importante en el universo y era considerado indestructible, pero pasando por alto que el tres es el número de la constitución del universo y fue en el que se apoyó Thor cuando creo a los berserker en número de doce (1+2=3)
La cuestión y en líneas generales, era que el pleito entre los Æsir y los Jotun a quienes fastidiaba era a los desventurados habitantes de la tierra, así había sido, así seguía siendo y era algo en lo que los vampiros se habían especializado.
De las nueve familias originales subsistían seis, los Natchzhrer, los Vadik, los Nekrasov, los Borgrevik, los Stvaren y los Vaesen, que se jactaban todos ellos de haberse conservado en mayor número que los berserkers, o al menos eso pensaban ellos.
Ioan Natchzhrer era el jefe supremo y príncipe indiscutido de su raza por dos motivos. El más importante era que natchzhrer era el nombre que había recibido la primera criatura de su raza y por el que fueron conocidos durante mucho tiempo todos los vampiros. No obstante, en algún momento de la historia los demás quisieron ostentar el poder absoluto sobre los de su raza, y siendo como eran criaturas salvajes, la guerra entre ellos se extendió durante mucho tiempo hasta que Ioan Natchzhrer, descendiente directo del natchzhrer original, se alzó con el poder absoluto y era esa la segunda razón para que se conservase en el poder.
Según los parámetros de inteligencia estratégica, Ioan la poseía en grandes dosis, lo que no poseía era la humanidad necesaria para que lo anterior resultase realmente útil o pudiese considerarse una ventaja. Lo anterior le había permitido a Ioan entender que mientras existiesen los berserkers, los vampiros no podrían hacerse con el control absoluto, y durante mucho tiempo se dedicó a perseguirlos, pero llegó un momento en el que decidió hacer un alto, porque necesitaba aumentar el número de miembros de su raza que había mermado mucho. No obstante, estaba perfectamente al tanto de que los berserkers no estaban extintos como todos parecían creer o como les habían hecho creer a los necios arzhvaels. Era cierto que él les había perdido el rastro, pero las eventuales matanzas de los suyos demostraban que los desgraciados seguían vivos estuviesen donde estuvieren.
Desde que Ioan había asumido el control sobre los miembros de su raza, los otros cuatro clanes representados en el Ellátás [1] por los cuatro jefes de las familias principales, se ceñían a sus órdenes y no se habían presentado más conflictos por el poder. Sin embargo, a raíz de la alianza que Ioan había pactado con los svartálfar, individuos como Vladik Nekrasov y Egor Borgrevik habían estado dando problemas, ya que consideraban muy insultante tener que aliarse a aquellas estúpidas criaturas, de manera que Gavrel Vaesen y Ruslam habían tenido que sacudirlos en más de una oportunidad y, de hecho, Egor había pasado una buena temporada en una celda.
Aparte de lo anterior, con la necia manía de Ioan por recuperar a Iván y su desastrosa visita al Niflheim, las cosas se le habían complicado aun más a Ruslam y a Gavrel debido a la ausencia de Ioan, y era por eso que Ruslam había tomado la decisión de mover una pieza que había considerado de menor importancia. Nathaniel.
Ruslam aun se tomó unos segundos para evaluar lo acertado de su decisión, porque aquel odioso crío era igual o peor que el padre. No obstante, lo necesitaba y luego que Ioan decidiese qué hacer con él. Tomada la decisión final, pasó a explicarle la situación en la que se había encontrado Iván a raíz de su desaparición y cómo Ioan había bajado al Niflheim para pactar su recuperación
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Editado: 21.08.2023