Los elfos pertenecían a una de las razas puras que había producido el universo, no descendían de ninguna otra y eran originarios de la energía positiva. Eran seres hermosos, inteligentes y hábiles en diversas áreas, pero tenían un defecto que se manifestaba con mayor intensidad en algunos de ellos más que en otros, y era el de la arrogancia. En una época muy antigua, hubo un elfo que, debido a lo anterior, cayó en las garras de la energía negativa que, si bien no podía cambiar su naturaleza, sí logro conducirlo por la senda de la oscuridad y así nacieron los svartálfar o drows como eran conocidos en el mundo arzhvael. Desde entonces el pleito entre unos y otros no había cesado, y aunque habían tenido épocas de relativa paz, habían tenido otras muy agitadas y la presente era una.
Los elfos cumplían con esmero su deber de cuidar de la naturaleza, y aunque sabían de la existencia de otras razas, no tenían contacto con ellas, pues en el caso de los vampiros eran seres originarios de la energía negativa y lógicamente no eran compatibles, a los berserkers los consideraban una necedad de Thor, y a los humanos, un capricho de los Æsir. No obstante, vivían en relativa paz y procuraban no cruzarse en el camino de los anteriores. Ellos respetaban a los Æsir y su deidad principal era Yggr, el nombre con el que designaban a Odín, pero su estima por los Æsir descendió y se sintieron insultados cuando Baldr se unió a la princesa Aranel para dar origen a los arzhvaels, y les llevó mucho tiempo aceptarlo y lograr tener una buena relación con éstos, y aunque en cierta forma eran parientes, no les gustaba mucho que se los recordasen y ciertamente no eran tratados como tales.
Por lo anterior era que en la reunión que estaba teniendo lugar ese día, los ánimos estaban caldeados, pues habían recibido la noticia del castigo que les había sido impuesto a los elfos que estaban en Develieng, y aparte de que se habían visto obligados a cumplirlo en compañía de los arzhvaels, algo que consideraban un insulto, el hecho de verse en posición de tener que agradecer algo a un berserker, les agradaba menos aun, y si ese berserker era el mismo por el que se habían visto en la necesidad de castigar a una de sus hijas, colocaba las cosas en un punto insostenible para un sujeto tan arrogante como Amrod Faelvir. No obstante, fue Loeiz Argevyl quien intentó poner las cosas en perspectiva.
Sin embargo, se interrumpió y un par de segundos después todos se habían levantado y acto seguido habían doblado una rodilla en actitud de respeto, pues Isalfar acababa de hacer acto de presencia como siempre en compañía de Abiel.
A un gesto de Isalfar todos se levantaron y volvieron a tomar asiento disponiéndose a escucharla.
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Editado: 21.08.2023